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2 de Marzo de 2012

Irán: Con la oposición proscrita culmina los comicios legislativos

El cierre de las mesas de votación se amplió cuatro veces, finalizando el proceso cinco horas más tarde de lo pautado. El régimen subrayó la alta participación; la oposición asegura que el número de votantes fue bajo.

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En un escenario marcado por la lucha de poder entre el presidente Mahmoud Ahmadinejad y el líder supremo Ali Khamenei, los iraníes asistieron a las urnas en las novenas elecciones legislativas desde la Revolución Islámica de 1979.

La jornada electoral, que se inició a las ocho de la mañana hora local (04.30 GMT) y que debía haber acabado diez horas más tarde, se amplió cuatro veces debido, según dijo el Ministerio del Interior en su página web, a la participación masiva de los electores.

De acuerdo con el Ministerio, las prolongaciones atendieron a la petición de los gobernadores provinciales, a los que finalmente se dieron competencias para dar por cerrado el proceso e iniciar el escrutinio una vez que hubieran votado los electores pendientes.

Abas Alí Kadjodai, portavoz de Consejo de Guardianes, organismo religioso que supervisa la vida política y también las elecciones, aseguró que en estos comicios la participación fue entre un 8 y un 9 % mayor que en las legislativas de 2008 y que alcanzó el 63 %

Sin embrago, electores y periodistas locales, por otra parte, aseguraron que la presencia de votantes en los colegios de Teherán ha sido mucho menor que en los comicios presidenciales de 2009, que ganó el actual presidente, Mahmud Ahmadineyad, y en las que la oposición denunció fraude.

Las autoridades iraníes aplastaron violentamente las protestas, en una sangrienta represión que causó decenas de muertos y miles de detenciones.

Sus dos principales líderes, el ex presidente del Parlamento Mehdi Karrubi y el antiguo primer ministro Mir Husein Musavi, llevan más de un año en un rígido arresto domiciliario.

Descartados los reformistas del régimen, ahora se han enfrentado el sector más radical, agrupado en torno al líder supremo, el ayatolá Alí Jameneí, y el del presidente Ahmadineyad, en un ambiente de confrontación con el exterior debido a las sanciones económicas de EEUU y la UE y las amenazas de ataques de Washington y Tel Aviv.

La respuesta a esas amenazas ha servido a todos los sectores, y en especial a Jameneí, para pedir el voto masivo en los comicios, para dar un “nuevo golpe a la ‘arrogancia'”, como llaman a EEUU e Israel.

Desde abril del año pasado, la unidad en el régimen se rompió, cuando Jameneí desautorizó a Ahmadineyad al reponer en su puesto al ministro de Inteligencia, Haydar Moslehi, un fiel al líder que había sido destituido por el presidente, que aparentemente trataba de ganar poder en el sistema.

Desde entonces, los leales al líder, llamados “principalistas”, han descalificado a los seguidores de Ahmadineyad, les han acusado de ineficacia y tachado de desviacionistas y de poner en duda la primacía religiosa en el sistema, con intención de copar la nueva legislatura.

El Gobierno de Ahmadineyad, por su parte, ha hecho en el último año un gran esfuerzo de propaganda en las zonas rurales y pequeñas ciudades, donde han recordado los subsidios a las familias humildes, la construcción de viviendas y otras obras y servicios, que han anotado en su activo, del que esperan sacar réditos electorales.

Si los principalistas consiguen una victoria aplastante, la política interior puede ser más radical y estricta en materia social, mientras, si se mantiene el equilibrio con los seguidores de Ahmadineyad, se podría favorecer una economía más abierta, dentro y de cara al exterior.

En materia nuclear, ambas partes coinciden en que Irán no renunciará a su programa atómico, que insisten en que es civil y pacífico pese a las sospechas de algunos, con EEUU a la cabeza, de que tiene una vertiente militar, pero Ahmadineyad parece más flexible a la hora de negociar con la comunidad internacional.

Un total de 48,2 millones de iraníes eligieron entre 3.467 candidatos, los 290 escaños de su noveno Parlamento en los 33 años de historia de la República Islámica, regida desde 1979 por el régimen teocrático fundado por el ayatolá Ruhola Jomeini.

Según sondeos de medios locales, la participación en Teherán podría ser de entre 35 y 40 por ciento, mientras en el conjunto del país ascendería a entre 55 y 60 por ciento, pues se espera más asistencia en pequeñas ciudades y el medio rural, donde la religiosidad es mayor y los candidatos más próximos a la población.

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