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4 de Marzo de 2013

Conoce las exigentes normativas que ya marcan la elección del sucesor de Benedicto XVI

Los 207 cardenales del Colegio cardenalicio deberán definir esta semana la fecha de inicio del cónclave que elegirá al nuevo Santo Padre. Los electores, que se alojarán en el Domus Sanctae Marthae, deben realizar una serie de juramentos contenidos en la Constitución Apostólica.

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Luego de que este lunes por la mañana se diera el vamos a  la primera congregación preparatoria del cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI, se espera que este marte arriben a Roma los 12 cardenales que completarán la cifra de 207 que conforman el Colegio Cardenalicio con derecho a voto y que definirán la fecha de inicio del cónclave.

Así lo ha explicó el jefe de la Sala de Prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi, quien detalló que en esta primera cita intervinieron 13 cardenales, con apuntes “breves, densos y precisos” sobre “la organización de los próximos días”. Los cardenales además acordaron a propuesta del decano del colegio cardenalicio, el cardenal Angelo Sodano, escribir un mensaje al Papa emérito, que se conocerá cuando sea redactado en los próximos días.

Paralelamente se eligió en el Aula nueva del Sínodo a los  cardenales Giovanni Battista Re, en representación de la orden cardenalicia de los obispos, Crescenzio Sepe, por la orden de los presbíteros, y Franc Rodé, por la orden de los diáconos, para acompañar durante los primeros tres días al purpurado camarlengo, Tarcisio Bertone, en las Congregaciones particulares.

Los 142 cardenales que participaron en el encuentro de este lunes, ya pronunciaron el juramento primero todos juntos y, posteriormente, cada uno pasó a la mesa de la presidencia para jurar con la mano sobre el Evangelio. Los que faltan, lo irán haciendo a medida que vayan llegando. En tanto, en la segunda congregación de la tarde de este lunes, se realizó la primera meditación de dos previas al cónclave y que estuvo a cargo del predicador de la Casa Pontificia, el padre Raniero Cantalamessa.

Las obligaciones y el riguroso secreto 

Junto al mencionado juramento, todos los cardenales que participan en las congregaciones, deben observar las disposiciones contenidas en la Constitución Apostólica y de guardar el secreto. “Prometemos, nos obligamos y juramos, todos y cada uno, observar exacta y fielmente todas las normas contenidas en la Constitución apostólica Universi Domini Gregis del Supo Pontífice Juan Pablo II, y mantener escrupulosamente el secreto sobre cualquier cosa que de algún modo tenga que ver con la elección del Romano Pontífice”, leyó Sodano frente a los cardenales. A continuación, cada purpurado dijo: “Yo prometo, me obligo y juro” poniendo la mano sobre los Evangelios”.

En una de las Congregaciones inmediatamente posteriores, los cardenales deberán decidir, entre otros asuntos, el sorteo de las habitaciones en la Domus Sanctae Marthae, la preparación de la Capilla Sixtina, confiar a dos eclesiásticos de clara doctrina el encargo de predicar a los cardenales dos ponderadas meditaciones sobre los problemas de la Iglesia en este momento, cuidar que sea anulado el anillo del Pescador y fijar el día y la hora del comienzo de las operaciones de voto.

De este modo, el Cónclave comenzará en la fecha establecida por los cardenales, que se alojarán en la Domus Sanctae Marthae que permanecerá cerrada al igual que la Capilla Sixtina. Durante este tiempo, los electores no podrán mantener correspondencia epistolar, telefónica o por otros medios como las redes sociales.

El derecho a elegir al Romano Pontífice corresponde únicamente a los cardenales electores, es decir, aquellos que antes del día en que la Sede quede vacante no hayan cumplido los 80 años. Además, el número de cardenales no podrá superar en ningún caso los 120. Concretamente, en el Cónclave de 2013 habrá 115 cardenales, de los cuales más de la mitad han sido nombrados por el Papa emérito Benedicto XVI.

En la mañana del día fijado para el comienzo del Cónclave, los cardenales electores se dirigirán a la Basílica de San Pedro en el Vaticano para participar en la Misa Solemne ‘Pro eligiendo Papa’. Desde allí, se trasladarán en solemne procesión, invocando con el canto del Veni Creator la venida del Espíritu Santo, hasta la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico, lugar del desarrollo de la elección. Dentro de la sede, se comprobará que no sean instalados dolosamente medios de grabación o transmisión.

Una vez allí, el cardenal decano, Angelo Sodano, leerá el juramento que deberán hacer todos los cardenales. “Todos y cada uno de nosotros Cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la Constitución Apostólica (…). Igualmente, prometemos, nos obligamos y juramos que quienquiera de nosotros que, por disposición divina, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desempeñar fielmente el ‘munus petrinum’ de Pastor de la Iglesia universal y no dejará de afirmar y defender denodadamente los derechos espirituales y temporales, así como la libertad de la Santa Sede”.

El texto agrega que “sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, tanto clérigos como laicos, el secreto sobre todo lo relacionado de algún modo con la elección del Romano Pontífice y sobre lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio; no violar de ningún modo este secreto tanto durante como después de la elección del nuevo Pontífice, a menos que sea dada autorización explícita por el mismo Pontífice; no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención”. Los cardenales juran poniendo la mano sobre los Evangelios”.

Concretamente, los números 56 y 57 de la Constitución insisten en la observancia del secreto al establecer que los cardenales electores deberán abstenerse durante el proceso de elección de enviar o recibir mensajes de fuera de la Ciudad del Vaticano. En este sentido, el número 58 remarca que “quienes directa o indirectamente pudieran violar el secreto ya se trate de palabras, escritos, señales o cualquier otro medio, incurrirían en la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica”. Además, en los números 81 y 82, se dice que los cardenales se abstendrán de toda forma de pactos y compromisos de común acuerdo.

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