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13 de Abril de 2022

Centrales nucleares: el temor a un accidente que revivió la guerra entre Rusia y Ucrania

Si bien no hay sistemas infalibles, lo cierto es que las plantas modernas han implementado múltiples medidas de seguridad, las cuales disminuirían las posibilidades de que ocurriera un desastre nuclear de gran envergadura.

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Estas plantas están diseñadas para resistir los distintos embates de la naturaleza y también del ser humano, siempre y cuando no estemos hablando de material bélico pesado.
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Se van a cumplir casi dos meses desde que Rusia invadió Ucrania. La “guerra relámpago” que habría planeado Putin se convirtió en un conflicto sin fecha de término predecible. Además de las cifras que dan cuenta de la tragedia humana que se está viviendo, esta guerra también revivió otros miedos, como, por ejemplo, a un desastre nuclear.

A inicios de marzo se encendieron las alarmas cuando se supo que los ataques rusos habían impactado a la central nuclear de la localidad de Zaporiyia, en el centro de Ucrania, considerada la más grande de Europa. En este caso, se produjo un incendio que fue rápidamente controlado por los servicios de emergencia ucranianos.

Si bien las autoridades ucranianas no tardaron en afirmar que la seguridad de la central de Zaporiyia estaba “garantizada”, ¿qué tan probable es que vuelva a ocurrir un accidente nuclear? Para eso, EL DÍNAMO conversó con Cristián Quinzacara, físico y académico de la carrera de Ingeniería Civil de la Universidad San Sebastián (USS).

“No hay sistema infalible”

Los fantasmas de lo sucedido en Chernobyl y años después en Fukushima, seguramente volvieron a la cabeza de muchos. Pero, afortunadamente, de estos desastres se sacaron lecciones y se implementaron diversas medidas en pos de la seguridad, aunque de todas maneras “no hay sistema infalible”, afirmó Quinzacara.

“Las centrales de energía nuclear modernas, como son las instalaciones que están actualmente en Ucrania para producir energía, más allá de Chernobyl, son muy seguras. Estamos hablando, por ejemplo, de las de Zaporiyia, donde están los reactores nucleares (que es la parte más sensible), los que están alojados en verdaderos bunkers. No porque haya un enfrentamiento con metralletas y lanzacohetes fuera puede existir riesgo de explosión. Estas plantas están diseñadas para ser robustas, para resistir los distintos embates de la naturaleza y también del ser humano, siempre y cuando no estemos hablando de material bélico pesado y que vaya deliberadamente a romper a alguno de estos reactores”, explicó el académico de la USS.

Sin embargo, debido a que estas centrales funcionan regularmente, se van acumulando desechos nucleares, los cuales son radioactivos y tóxicos y, por lo tanto, deben pasar por un proceso de estabilización que es largo.

“Este proceso consiste, básicamente, en sumergir las barras de combustible usado, que es un elemento sólido, en unas piscinas grandes. El agua mantiene la temperatura baja, evitando que se derrita la barra, lo que sería muy peligroso para el medio ambiente; y por otro, evita que la radiación escape. Estas piscinas no están tan protegidas. Entonces, cuando se decía que había peligro de que hubiese una fuga nuclear, se referían a esta parte del proceso, a las plantas donde se tratan los residuos”, explicó el físico.

“Obviamente hay un sistema para mantener todo esto refrigerado, pero si hay un corte de electricidad, y si no se restablece pronto, podría el material reactivo desechable calentarse lo suficiente como para derretirse y luego generar algún vapor de agua con concentraciones nucleares radioactivas; ese era el peligro. Ahora, se han ido restableciendo algunos de los servicios eléctricos. Además, producto del desastre de Fukushima, se aprendió que las piscinas hay que hacerlas más grandes, porque ante cualquier eventualidad y si se corta la luz, por último, que al ser tanta agua se demore mucho en calentarse y dé una ventana de una o dos semanas antes de que ocurra algo peligroso. Así que se mejoraron las medidas, pero eso no quita que pueda haber peligro”, agregó Cristián Quinzacara.

En esa misma línea, también se definieron los pilares indispensables de la seguridad nuclear tecnológica y física, los cuales apuntan precisamente a evitar un accidente de esta índole. Éstos son:

1. Mantener la integridad física de las instalaciones, ya sean los reactores, las piscinas de combustible o los almacenes de desechos radiactivos.
2. Todos los sistemas y equipos de seguridad tecnológica y física deben permanecer en pleno funcionamiento en todo momento.
3. El personal de operación tiene que poder desempeñar sus funciones en materia de seguridad tecnológica y física, y tener la capacidad de tomar decisiones sin presiones indebidas.
4. Se debe garantizar el suministro eléctrico desde el exterior a partir de la red para todos los emplazamientos nucleares.
5. Debe haber cadenas y transporte ininterrumpidos de suministro logístico hacia y desde los emplazamientos.
6. Deben existir sistemas eficaces de monitorización radiológica dentro y fuera del emplazamiento, así como medidas de preparación y respuesta para casos de emergencia.
7. Debe haber una comunicación fiable con el regulador y otras entidades.

El caso de Chernobyl

Cuando se habla de desastres nucleares, uno de los primeros casos que se recuerdan es el de Chernobyl, el cual tuvo lugar el 26 de abril de 1986, cuando esta zona -hoy parte de Ucrania- pertenecía a la Unión Soviética. Este accidente que aconteció en la central nuclear Vladimir Ilich Lenin es considerando el peor de la historia.

“Chernobyl es un peligro latente. De hecho, inicialmente habían construido un sarcófago, básicamente un contenedor de cemento que cubría toda la parte donde estaba el reactor que explotó para que funcionaran los otros tres reactores que quedaron en funcionamiento, porque Chernobyl siguió funcionando varios años, y ya entrado el 2000 la radiación corroyó este sarcófago y fue necesario construir un nuevo contenedor, muchísimo más grande y con mayor tecnología, que es el que está actualmente en funcionamiento”, explicó el especialista.

“Chernobyl tenía cuatro reactores: uno era el que explotó, que está contenido ahora en un verdadero bunker para tratar de evitar que escape la radiación, y los otros reactores se apagaron antes del 2000. Entonces, lo que queda son algunos residuos del funcionamiento de los reactores que están en estas piscinas que fueron agrandadas producto del accidente, y el principal temor es que esas piscinas tienen material radioactivo y la idea es que no alcancen el medio ambiente. En el resto de los reactores no hay material nuclear, eso ya se eliminó, salvo el que explotó por razones obvias, pero el resto está apagado. Eso no quita de que sea necesaria la refrigeración para las piscinas y esperar a que el material radioactivo termine de hacer su ciclo”, concluyó el físico y académico de la USS.

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