Secciones El Dínamo

cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
6 de Enero de 2015

El caso Penta y la utilidad de la retroexcavadora

Si uno lo piensa, y con la distancia que da el tiempo, la retroexcavadora no es más que una pequeña búsqueda de justicia entre tanta hegemonía injusta. No es una revolución irresponsable ni nada por el estilo, sino la búsqueda de una socialdemocracia decente.

Por Francisco Méndez
Compartir

Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Nuevos antecedentes sobre el llamado caso Penta han salido a la luz. Ya no son conversaciones grabadas sino mails en donde algunos parlamentarios piden casi rogando que la empresa les done dinero a su campaña. Los correos nos revelan otra voz de parte de los parlamentarios que aparecen ante las cámaras acusando y mostrando un altruismo casi caricaturesco que muchas veces genera una que otra suspicacia. Despojados de poder, los candidatos le piden a un grupo de empresarios un par de milloncitos para poder seguir con su campaña y así ejercer un cargo público. Es la metáfora perfecta de nuestro sistema: los privados financian lo público.

Y es que así ha sido la historia por años. Ellos, los privados, han campeado y han construido un país a su medida en donde el Estado no es más que una institución rimbombante que nulo peso tiene sobre las decisiones públicas, o sobre los mecanismos por los cuales personas llegan al Congreso. Hace algunos años nos creímos el cuento del “financiamiento reservado” y nos sentimos más democráticos. Porque según la normativa los aspirantes al hemiciclo no podían saber el nombre de las empresas que les donaban dinero a sus respectivas campañas. Esto, claro está, olvidando el país en el que vivimos, es decir, dejando de lado que las elites de poder se conocen perfectamente, se palpan, se abrazan , se tocan y se conocen porque van a los mismos matrimonios y las hijas de algunos políticos se casan con hijos de algunos empresarios.

Es imposible que no existan relaciones de poder, intereses y conveniencias en donde todos los mandamás son parientes o por lo menos amigos de happy hour. Por lo tanto las leyes o las aspiraciones de que todo sea distinto suenan a una utopía bastante triste e ilusa.

Sin embargo, hay algunos que creemos que es posible establecer una que otra reforma. Poner por sobre los amiguismos el imperio de la ley democrática en donde todos somos iguales y no hay preferencias de clase ni de amistad. Y es por eso es que ellos, los mismos que hoy se ven entre la espada y la pared, se ponen nerviosos cuando se escuchan voces de cambio, sobre todo cuando se cuestionan los accionares político-económicos post dictatoriales, y los acuerdos que finalmente sólo han terminado acordando el bienestar de algunos por sobre la sobrevivencia de muchos otros. Se asustan con términos menores y destemplados como “retroexcavadoras” porque para ellos hay solamente una maquina demoledora que sirvió, y esa fue la que llevó a cabo la dictadura. Cualquier intento por socavar esa revolución violenta y armada, es un atentado a la “estabilidad”, esa que desestabilizó emocionalmente al país por años.

Es por esto que, si uno lo mide según el contexto, retroexcavar no suena tan violento. Ya que dada la violencia en que fue implementada la forma en que hoy se negocia y se aplica la institucionalidad, reformarla y llegar a un límite decente y democrático, no es más que tratar de recuperar el republicanismo que alguna vez tuvimos. El respeto hacia el trabajador que alguna vez uno que otro empleador tuvo. Es imposible que sigamos viviendo en un país con los nulos niveles de sindicalización- y nefasta regulación a las grandes empresas- que tenemos, y continuemos llamándonos democracia. Lo democrático es más que votar cada cuatro años, ya que es también establecer que no hay chileno superior a otro y menos cuando tiene más dinero y se ha aprovechado de la precariedad de unos para realizar sus negociados.

Si uno lo piensa, y con la distancia que da el tiempo, la retroexcavadora no es más que una pequeña búsqueda de justicia entre tanta hegemonía injusta. No es una revolución irresponsable ni nada por el estilo, sino la búsqueda de una socialdemocracia decente.

Léenos en Google News

Notas relacionadas

Deja tu comentario

Lo más reciente

Más noticias de Opinión