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13 de Noviembre de 2020

El fin del mundo de la élite

Por Paola Assael
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Paola Assael es Economista

Un discurso recurrente de parte de la élite es que Chile se arruinó. La discusión es cómo sacar la plata para afuera y cuánto cuesta un departamento en Miami. 

La élite de derecha critica el gobierno de Sebastián Piñera porque no agarró a balazos a los violentistas. No quiere cambios, ama el orden y no se quiere mezclar con los rotos, lo que hemos visto en las muy criticadas viviendas sociales en Las Condes. 

La élite que era de centro le sigue el juego a la Pamela Jiles como marionetas, ellos son los buenitos que están con el pueblo. Nadie vaya a pensar que quieren ser reelectos a cualquier precio, que calumnia.  

Y la élite de izquierda es la que más ha sacado provecho de todo este lío, encontraron juguetes como las acusaciones constitucionales, fiesta de disfraces con coreografías incluidas en el Parlamento y juegos de brain storming a ver a quién se le ocurre cómo gastar más y fregarse más al gobierno. Que quede la embarrada, eso nos conviene. Después vemos cómo vamos en la parada parece ser la consigna.

La inmensa mayoría de los chilenos no tiene ni un peso para sacar afuera, ni una posibilidad de comprarse un departamento en Miami y cero acceso a recibir dieta parlamentaria. La inmensa mayoría quiere tener un trabajo, que no lo asalten, poder educar a sus hijos, pagar las deudas y con suerte ir unos días a la playa. No quiere violencia, no quiere convertirse en Venezuela, respeta la propiedad privada y quiere que se respeten los derechos humanos. 

El camino que ha seguido el gobierno es el correcto: buscar acuerdos y negociar hasta que duela, respetar la democracia, cuidar el uso de la fuerza y sostener, a como dé lugar la democracia. 

La élite es la que está en deuda. 

Los capitalistas debieran estar anunciando que se quedarán e invertirán en Chile, que pagarán sus impuestos y no crearán holdings y figuras legales con el lema “cómo no pagar impuestos”. Los empresarios debieran ir buscando fórmulas para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, incentivar la incorporación de las mujeres y de las minorías, capacitar, innovar y compartir beneficios. En esta línea, el teletrabajo ha sido una tremenda experiencia que sirve para mejorar significativamente la productividad. Los parlamentarios debieran dejar de mirarse el ombligo y no endosar el crecimiento chileno con iniciativas que los dejan como buenitos sabiendo que dañan a Chile. Debieran ser menos y mejores, y ellos mismos impulsar estos cambios. 

En realidad no estamos frente al fin del mundo, sino que a un a tremenda oportunidad de ser protagonistas de cambios profundos que nos dejen mejor a todos.

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