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13 de Julio de 2021

Liquidez: ¿La nueva forma del nuevo Chile?

El mundo recibió una sorpresiva pandemia, a meses de un efervescente estallido social transversal e intercultural en Chile. Este despertar colectivo trajo como consecuencia que hoy estemos históricamente reescribiendo nuestra Constitución. Sin duda, los últimos 20 meses de Chile han sido líquidos.

Por Nicolle Knüst
"Según Bauman, cuando nos referimos a la liquidez se hace alusión a la ruptura con las instituciones y estructuras fijas sobre las que se regía la vida de generaciones anteriores". AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Nicolle Knüst

Nicolle Knüst es Periodista

En promedio, los seres humanos estamos compuestos por un 75% de agua, dependiendo de la edad y por supuesto de factores propios de cada persona. Sin embargo, a pesar de que más de la mitad de nuestra existencia es líquida, ¿por qué tendemos a la rigidez? Antes de ahondar en esta pregunta, repasemos un poco de historia.

Quien se coronó como el rey del concepto “Líquido”, fue uno de los filósofos más importantes del siglo XX: Zygmunt Bauman, sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico, quien muy acertadamente se refería a nuestra época moderna como de permanente incertidumbre.

Si bien como chilenos hemos ido paulatinamente despertando y desde los últimos 10 años hemos ido deconstruyendo creencias colectivas, -que han puesto en jaque la confianza y la credibilidad de la institucionalidad en general, lo cual en consecuencia ha empoderado a la ciudadanía, que busca recuperar lo público, ya que lo individual ha abarcado todos los estratos-, se ha conformado un sistema tan grande que ahora cada individuo es culpable de su destino, de lo que le pasa o no. Es ahí el gran grito de ¡caiga el patriarcado! y que lo ¡personal deje de ser privatizado y sea político!

El mundo recibió una sorpresiva pandemia, a meses de un efervescente estallido social transversal e intercultural en Chile. Este despertar colectivo trajo como consecuencia que hoy estemos históricamente reescribiendo nuestra Constitución, y más aún liderado por una mujer mapuche, Elisa Loncón. Sin duda, los últimos 20 meses de Chile han sido líquidos.

Pero, ¿a qué nos referimos realmente cuando hablamos de liquidez? Según Bauman, cuando nos referimos a la liquidez se hace alusión a la ruptura con las instituciones y estructuras fijas sobre las que se regía la vida de generaciones anteriores. Los patrones establecidos desaparecen y cada sociedad construye su propio camino y determina su forma de vida. Si bien Bauman no escribió una obra que particularmente se denominara “Trabajo Líquido”, muy visionariamente ya nos preparaba con su obra que comprende 57 libros y más de 100 ensayos. A lo que hoy algunos privilegiados llaman “trabajo remoto” o algunos más vanguardistas y atrevidos “Nomadismo Digital”

Ahora sí; volvamos al inicio: ¿Por qué tendemos a inclinarnos por la rigidez? Lo opuesto a lo líquido es lo sólido y, por cierto, lo asociamos con estabilidad, predictibilidad, control, lo que podríamos denominar “terreno conocido”. La cara oscur es la famosa zona de confort, que tiende a ser demasiado resistente a los cambios y que es justamente a lo que el Chile de hoy se está rebelando.

Dicho todo lo anterior, ¿de qué manera la liquidez está impactando en la forma de trabajar? En marzo de 2020, prácticamente todo el mundo entró en modalidad obligada a cuarentena, lo cual forzó la adaptación de las formas de trabajo. Sin embargo, cifras de la Cepal indican que a nivel global sólo un 17% de los ocupados se desempeñan en funciones que permiten el teletrabajo y viven en países que cuentan con la infraestructura requerida desde sus hogares.

¿Y qué pasó con el resto de la población? Son personas cuyos trabajos no son aptos para ejercer modalidad remota, como el cuidado de niños, enfermos y adultos mayores, tareas del hogar, y muchos oficios, profesiones y trabajos informales que no aplican para funciones telemáticas. He ahí donde quiero hacer mención a la cruzada por la ética del trabajo a la que Bauman apelaba, esa batalla contra el control, la subordinación y las inmoralidades asociadas a las ocupaciones remuneradas y no remuneradas de las personas, donde sobre todo los que ejercen oficios o trabajos informales quedan en el margen del nuevo consumo y, por ende, tambaleando al borde de la línea de la pobreza.

Zygmunt Bauman acuñó el término de “modernidad líquida”, de manera metafórica a los tiempos actuales, basándose en los conceptos de fluidez, cambio, flexibilidad, adaptación, entre otros. Lo líquido no se fija en el espacio ni se ata al tiempo, se desplaza con facilidad, de manera dinámica.

Hoy menos del 20% de la población está ejerciendo sus labores productivas, fomentando metodologías de trabajo ágiles, cursos de formación cortos y asincrónicos, reuniones ejecutivas de no más de 30 minutos por videoconferencia, y el gran desafío de compatibilizar las funciones del mundo privado (hogar) con el resto de la vida, básicamente desde un mismo espacio. A pesar de todo, son quienes están diseñando los nuevos códigos socioculturales en torno a lo que promete ser un mundo laboral híbrido.

Es probable que para este porcentaje de la población, esta modalidad aplicada al mundo laboral llegó para quedarse, ya que lograron ajustarse a esta forzosa y robusta ola, que algunos denominan “aceleración de la transformación digital”, pero desafortunadamente otros quedaron abajo y quizás sin posibilidad de poder siquiera pensar en subirse nunca.

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