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12 de Diciembre de 2022

La señorita K defiende a la señora K

Obviamente, Cristina no pasará ni un día tras las rejas, sino que seguirá viviendo a todo trapo en La Recoleta, porque, porque, pucha, que le gustan los trapos de marca a doña K.  

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Y en el caso de Pedro y Cristina las defensas dan pena; él asegura que fue drogado hasta quedar “atontado” y a ella, a la señora K, la apoya la izquierda feminista, Karol incluida. De opereta. AGENCIA UNO
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Ximena Torres Cautivo

es Periodista y escritora

No hagamos feminismo de la delincuencia, habría que decirles a esas 300 mujeres de la Internacional Feminista que firmaron a favor de la corrupta ex presidenta de Argentina, actual vicepresidenta pero mandataria en la práctica, Cristina Fernández de Kirchner. 

Lo hacen convencidas de que la ex señora K –viuda K, resulta más preciso decir–, “es una víctima del imperialismo y de la ultra derecha”, cuando en este caso todos vimos las maletas repletas de billetes que les derivaba el bien levantado Lázaro Báez a sus amigos, los Kirchner, en operaciones truchas de adjudicaciones viales en los largos años de gobierno de la dupla. Los K llenaron de carreteras truncas que no llevaban a ninguna parte la provincia de Santa Cruz, el feudo desde donde reinaron por más de una década.

Impresiona que ni siquiera el santón uruguayo de la izquierda latinoamericana, José Mujica, haga dudar a estas 300 sobre la honorabilidad de quienes ellas consideran una blanca paloma, cuando en 2013, sin saber que tenía el micrófono abierto, el buen Pepe dijo sobre la entonces presidenta argentina: “Esta vieja es peor que el tuerto”.  

Por suerte no hay más que una sola chilena en el lote de las que creen que sororidad es lo mismo que impunidad, las de la Internacional Feminista: la disciplinada diputada comunista Karol Cariola. Como integrante de un grupo que suele argumentar machismo cuando las cosas no les resultan, la “señorita K” firmó la carta de apoyo a la hoy vicepresidenta, que fue condenada por la justicia de su país a seis años de cárcel “por administración fraudulenta de fondos públicos”.

Obviamente, Cristina no pasará ni un día tras las rejas, sino que seguirá viviendo a todo trapo en La Recoleta, porque, porque, pucha, que le gustan los trapos de marca a doña K.  

En definitiva, la fresca la sacó barata. 

Cristina está a punto de cumplir 70 años y existe una ley en su país que permite cumplir sentencia en el domicilio pasada esa edad. Además, seguirá percibiendo un sueldo que corresponde a ¡110 veces la jubilación mínima en Argentina! La renta de la viuda K se arma con dos sueldos vitalicios, uno como ex presidenta y otro por ser viuda de un ex mandatario. 

Ahora, claro, la pobre se victimiza frente a sus partidarios diciendo que no se presentará como candidata a nada, sabiendo que la sentencia recibida la inhabilita para ocupar cualquier cargo público a futuro, pero teniendo un largo camino de apelaciones por delante. Si va nuevamente por la banda presidencial, que le gusta tanto como los pañuelos de seda Gucci o Chanel, el 2023, podría perder el fuero que hoy ostenta, no así si se postula para senadora con el nutrido prontuario que exhibe. 

Así las cosas, en Chile aún hay esperanzas, porque hasta ahora no ha habido ningún presidente elegido democráticamente –como la dudosa K y el limitado Pedro Castillo Terrones, ambos acusados de delitos de corrupción similares– implicados y menos condenados por fraudes y defraudación del Estado, salvo –claro– Augusto Pinochet, que  no califica porque nunca fue elegido por nadie. Pero la condición de Latinoamérica es lamentable. Y en el caso de Pedro y Cristina las defensas dan pena; él asegura que fue drogado hasta quedar “atontado” y a ella, a la señora K, la apoya la izquierda feminista, Karol incluida. De opereta. 
 

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