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12 de Marzo de 2023

Abuso sexual infantil: el riesgo de nacer mujer

Debemos ser especialmente enfáticos: el abuso sexual infantil es una forma de violencia que atenta contra la dignidad, la integridad y el desarrollo de NNA. Debemos, a toda costa, prevenirlo, denunciarlo y sancionarlo con firmeza.

Por Lorena Villarroel
No podemos permitir que se siga cometiendo este tipo de atrocidades contra los más inocentes y desprotegidos, especialmente nuestras niñas, que tienen mayor riesgo de sufrir este tipo de delitos por el solo hecho de nacer mujer. Sencillamente inaceptable. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Lorena Villarroel

Lorena Villarroel es gerenta de Operaciones de World Vision

El abuso sexual infantil es una forma grave de maltrato que afecta a millones de niños y niñas en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres declaran haber sufrido abusos sexuales cuando tenían entre 0 y 17 años. Asimismo, estudios realizados en Estados Unidos reportan que un 25,1% de las mujeres y un 17,5% de los hombres han padecido las consecuencias de este tipo de ilícito.

En Chile, el abuso sexual infantil también carcome a niños, niñas y adolescentes (NNA) cada año. La Policía de Investigaciones (PDI) cifra en 1.679 casos de delitos sexuales contra menores de edad en el primer trimestre de 2021, siendo el abuso sexual el más frecuente. Además, según la Primera Encuesta Nacional de Abuso Sexual y Adversidades en la Niñez, realizada por Fundación para la Confianza y el Centro de Investigación del Abuso y la Adversidad Temprana de la Universidad Católica, Cuida UC, el 48% de las personas que sufrieron abuso sexual en la niñez tardó más de una década en contarlo.

Cuando se conmemora el Mes de la Mujer resulta necesario, no sólo reflexionar sobre esta materia de particular relevancia para el desarrollo de nuestras niñeces, sino que se deben enfocar las acciones con absoluta urgencia para acabar con el abuso sexual infantil que afecta a niños, pero especialmente a nuestras niñas.

En consecuencia, resulta imperioso que como sociedad nos comprometamos a tomar cartas en el asunto para acabar de una buena vez con este flagelo, pues las víctimas sufren innumerables consecuencias, algunas de ellas para toda la vida al quedar expuestas a trastornos emocionales como depresión, ansiedad y baja autoestima; evidenciar problemas en las relaciones sexuales y afectivas durante su adultez; y pueden también derivar en abandono escolar y dificultades laborales.

Es deber de todos nosotros actuar con la mayor premura para hacer frente a esta cruda realidad. Tanto el Estado, como la sociedad civil, organizaciones especializadas, pero fundamentalmente la familia, pueden contribuir con este propósito al enseñar a los niños y niñas sobre sus partes íntimas y los límites del cuerpo, fomentar la comunicación y la confianza entre padres e hijos, estar particularmente atentos a las señales de abuso y denunciar cualquier sospecha, fortalecer las prácticas de crianza y la gestión emocional en la familia y promover la educación sexual integral y el respeto a los derechos humanos.

Debemos ser especialmente enfáticos: el abuso sexual infantil es una forma de violencia que atenta contra la dignidad, la integridad y el desarrollo de NNA. Debemos, a toda costa, prevenirlo, denunciarlo y sancionarlo con firmeza. No podemos permitir que se siga cometiendo este tipo de atrocidades contra los más inocentes y desprotegidos, especialmente nuestras niñas, que tienen mayor riesgo de sufrir este tipo de delitos por el solo hecho de nacer mujer. Sencillamente inaceptable.

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