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15 de Diciembre de 2023

El lado oscuro del factoring

El problema de esta operatoria, irregular por cierto, aparece cuando los deudores no pagan o se retrasan en los pagos.

Por Christian Aste
Este negocio que se denomina factoring, consiste en la venta que una empresa hace de las facturas por cobrar a una entidad financiera (factor) a cambio de un pago que puede fluctuar.
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Christian Aste

Christian Aste es abogado y auditor, con especialidad en impuestos

Creo útil aprovechar la noticia de FACTOP para hablar de un negocio que, según un estudio del Banco Central, representó entre los años 2009 y 2020, un promedio del 1.9% del PIB, con un mínimo del 1.5% en diciembre del 2009 y un máximo del 2.4% en diciembre del año 2019.

Este negocio que se denomina factoring, consiste en la venta que una empresa hace de las facturas por cobrar a una entidad financiera (factor) a cambio de un pago que puede fluctuar, dependiendo de las características del contrato, entre el 70% y el 90% del valor facturado. La tarifa será menor (70%) si el factor luego de cobrarle al receptor el 100% del importe facturado, le entrega al emisor la diferencia menos una comisión. Si tras el cobro, el factor no le hace un pago al emisor, el importe anticipado será significativamente mayor (90%).

Este proceso, cuya principal virtud es permitirle a las empresas, especialmente Pymes, que puedan acceder a una liquidez (flujo de caja operacional) sin que estén obligadas a gravar o comprometer sus activos, puede lamentablemente, utilizarse para cometer fraudes.

El más común, y que se evidenció con el caso FACTOP, es el fraude en el origen, que comete la empresa que para obtener financiamiento para ella, falsifica sus facturas o emite facturas por servicios o productos que nunca fueron realizados o entregados, o logra que otro que controla jurídica o fácticamente las emita, para obtener dicho financiamiento engañando al adquirente (factor o fondo de inversión).

El problema de esta operatoria, irregular por cierto, aparece cuando los deudores no pagan o se retrasan en los pagos, o si los que administran este negocio de mucho flujo, se ponen ambiciosos y utilizan los recursos que obtienen fraudulentamente para “hacer pasadas” que no resultan o “para darse la gran vida”, ya que si cualquiera de esas cosas ocurre, lo más probable es que más temprano que tarde, el financista de turno (factor o fondo de inversión) termine por descubrir que fue timado, porque adquirió créditos que no existían.

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