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Milei en guerra contra la “casta”

La dura derrota legislativa desnudó la inflexibilidad de Milei para negociar pese a encabezar el Gobierno con la fuerza parlamentaria más débil desde el regreso de Argentina a la democracia en 1983.

Javier Milei Argentina

Fue en Roma, en su escala desde Israel, en que el presidente argentino Javier Milei se enteró de una crisis política de primer orden: la denominada Ley Ómnibus, llamada así por la cantidad de artículos; más de 600 que apostaban a algo más que alcanzar un Estado sin déficit y que implicaba un cambio cultural profundo de una Argentina acostumbrada al predominio (y al privilegio) de las corporaciones estaba siendo torpedeada.

Los artículos más controvertidos tenían que ver con la delegación de facultades extraordinarias para el Presidente, así como en líneas generales se rechazaba las privatizaciones de empresas estatales y atribuciones para limitar el derecho a la protesta.

Para la Casa Rosada, la verdadera razón del rechazo tiene que ver con la negativa a ceder a las exigencias de los gobernadores provinciales, que pedían más recursos. Los legisladores en Argentina suelen votar alineados con los gobernadores.

“Nuestro programa fue votado por el 56 por ciento de los argentinos”, dijo Milei desde la capital italiana, “y no estamos dispuestos a negociarlo con quienes destruyeron el país” ni con quienes “exigen mantener sus privilegios”, tuiteó furioso el presidente.

La distribución del presupuesto federal es el gran tema de la política argentina, pues las provincias tienen pocos recursos propios y dependen del financiamiento del gobierno central.

Ahora, en reacción al fracaso de su proyecto, el gobierno decidió “castigarlos”: anunció el fin de un subsidio al transporte que beneficia a las provincias del interior y evalúa sacar de sus cargos a funcionarios vinculados a gobernadores.

Pero la dura derrota legislativa desnudó la inflexibilidad de Milei para negociar pese a encabezar el Gobierno con la fuerza parlamentaria más débil desde el regreso de Argentina a la democracia en 1983: La Libertad Avanza tiene 38 diputados de 257 y siete senadores de 72.

Pero Milei no se amilanó y señaló: “Quienes votaron en contra del Gobierno fueron identificados como “la casta”; los que se alinearon con La Libertad Avanza, “el pueblo”. “Tenemos un programa de estabilización muy sólido y contundente. Cuando hablan de consenso son unos corruptos.

¿Cómo seguir? Podría ser con un plebiscito, pero para que este sea vinculante, necesita ser llamado por el Congreso, y Milei que ganó con un 56% de los votos se vería complicado, si obtuviera un resultado menor, lo que es probable considerando el duro ajuste que están viviendo los argentinos.

Una consulta popular le daría a Milei el argumento de que “el pueblo lo pide”, pero si pierde podría costarle legitimidad y poner en riesgo la gobernabilidad.

Uno de los plebiscitos más recordados en la historia argentina fue el que realizó el entonces presidente Raúl Alfonsín, en 1984, que fue clave para aprobar el Tratado de Paz con Chile, que puso fin al Conflicto del Beagle. Pero Milei está acostumbrado a quemar puentes sin pestañear.

“No se equivoquen, no perdimos. ¡Ganamos!”, dijo y alentó a los suyos: “Pudimos. desenmascarar a los corruptos que quieren obstruirnos”.

Y agregó: “Vamos a un reordenamiento ideológico”, confirmó Milei en la tarde romana. Es un proyecto incipiente, que busca que la Libertad Avanza se una al partido de Macri el PRO, lo que requiere sí o sí una negociación de cúpula.

La precipitada fase 2 del Gobierno arranca con la decisión de ir hacia un mayor ajuste del gasto y que el peso recaiga sobre fondos provinciales. Milei está orgulloso de haber alcanzado el equilibrio fiscal en enero y ve una baja de la inflación a un dígito mensual de acá a abril. Que sea a costa de una fuerte recesión es otro tema. Cree que el cepo se podrá levantar en junio y volvió a coquetear con la dolarización… Milei no se rinde.

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