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30 de Abril de 2024

La tragedia de las equivocaciones

No nos equivoquemos más. Legislativo y Ejecutivo deben encontrar el camino en el medio de tantos choques y decidir sobre el futuro del país.

Por
Boric Emmanuel Sánchez Dayonis Orozco Los cambios en el sistema político de Chile solo se ven como lucecita tenue al final de un túnel cuyo largo es desconocido. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Tomás Szasz

es filósofo

El título se refiere a la – extrañamente cómica – obra de teatro de Shakespeare: “La comedia de Las equivocaciones” ya que el más grande autor de la historia prefería las tragedias. Y lo de la madrugada de sábado fue una de las mayores, no solo de la institución de Carabineros, sino del país en general desde el retorno a la democracia. Poca duda cabe quienes lo planearon y ejecutaron cobardemente: la lógica dictaría que fue la respuesta a la condena de Llaitul. Una de las equivocaciones fue patrullar en vehículo sin protección antibalas (N. de R.: Ministerio del Interior ratificó que la camioneta involucrada era blindada) y uniformados sin municiones de guerra; pues un atentado así fue evidentemente previsible.

La otra tragedia viene de las interminables equivocaciones, tanto del Ejecutivo encabezado por un Presidente que muestra cada vez más sus contradicciones – volteretas que él llama sano pragmatismo -, como las del legislativo cuyas sesiones parecen un partido de fútbol (comparación también usada por Boric ante los empresarios) donde la pelota rueda de un campo al otro mientras las y los jugadores se dedican a cometer “fault” tras “fault” en vez de meter goles. En las sesiones, lo más importante es quién sabe driblear mejor: mientras se discute una indicación, don Andrés (Jouannet) sale al toilette para hacer sus necesidades, lo que desequilibra al oficialismo y daría tiempo a la oposición ganar la votación; pero el diputado Leiva se las juega y driblea blablablando para darle tiempo a Jouannet a abrocharse el pantalón y volver al partido. Su adversario Longton grita, Leiva lo acalla y mientras se insultan, el legislador amarillo vuelve aliviado y justo a tiempo para votar levantando una mano aún húmeda y con la otra cierra la bra… perdón, la puerta de entrada. Ni los hermanos Marx (los de Hollywood, digo) superan ese episodio. Tragicómico, en el circo llamado Parlamento.

Los cambios en el sistema político de Chile solo se ven como lucecita tenue al final de un túnel cuyo largo es desconocido. El aparente cambio en la opinión del presidente no significa una ejecución inmediata, ni siquiera mediata: lo más posible que lo deje para un próximo Gobierno; sus recientes palabras apenas pueden significar más que tratar de mejorar su deteriorada imagen sin costo alguno. Entre tanto las diferentes elecciones seguirán sin alteración y la atomización de partidos no se reducirá antes del 9 de Julio: en las de alcaldes y concejales, gobernadores y consejeros seguirán las reglas de Bachelet. Poco importará la preparación que los candidatos de partidos – o pactos – tienen para el puesto o la simpatía popular del que gocen; basta que sean de la tienda/pacto aunque desconocidas/os o poco probable que los elijan.

Otra equivocación que podrá aumentar las tragedias causadas diariamente tanto por el terrorismo como el crimen organizado es descabezar la profundamente herida institución de Carabineros. La contradicción entre el apoyo repentino del Presidente, llamando hoy la institución como MIS CARABINEROS – cinco años después de titularlos “criminales sin criterio” – nada tiene que ver con la “propuesta Tohá” que afecta tan fatalmente a Yáñez y en consecuencia la institución: los acusadores forman parte del gabinete del quien ahora sale en su defensa. Entonces, dentro del propio Gobierno ¿quién es quién y quién apoya/detracta a Yañez, a Boric o a Tohá? Caos, simple y evidente caos; confusión total, ya nadie sabe qué es lo que se hará en medio del – valga la redundancia – caos causado por el CAM y cía.

Caos en que el PDI y Carabineros, ocupados con y sobrepasados por el crimen organizado, el narco y los terroristas, no pueden impedir que la “delincuencia pequeña” crezca a tal punto que ya no se puede salir a la calle sin el peligro de ser asaltado, baleado o acuchillado. Algo que, también Tohá, llama exageración y su jefe, clima inventada por los empresarios. Es difícil negar quién está equivocado en medio de tanta tragedia. ¿Será el Presidente que aboga por un gran acuerdo? Según mi modesta opinión la palabra significa “acodar algo” o “llegar a un acuerdo” y no decir “estoy de acuerdo” con todo lo que él y su entorno ideológico propone.

No nos equivoquemos más. Legislativo y Ejecutivo deben encontrar el camino en el medio de tantos choques y decidir sobre el futuro del país. Encontrarlo, zanjando diferencias y moderando pretensiones en lo económico (Reforma Tributaria) y social (Reforma de Pensiones), paralelamente con lo más urgente: el de la seguridad, la lucha contra el crimen y el terrorismo. Mansas tareas para las que, así como pintan las cosas, ninguno de los poderes parece estar dispuestos, ni preparados; como tampoco la oposición, ni el empresariado. Todos y todas parecemos actores de la gran Tragedia Nacional de Equivocaciones.

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