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27 de Mayo de 2024

Bonuslanda

La lógica dicta que el exceso de bonos causa que los beneficiarios trabajen – ergo produzcan - menos, lo que afecta la recaudación de impuestos que, a su vez, produce que haya menos plata para pagar esos bonos. Es una simple ecuación que nadie puede negar o alterar.

Por Tomás Szasz
CAE La semana pasada la periodista Gabriela Romo enumeró en este diario “apenas” veinte bonos que puede otorgar tan solo el Registro Social de Hogares. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Tomás Szasz

Tomás Szasz es filósofo

Hay varios países en el mundo cuyo nombre termina en “landa”: Nueva Zelanda, Irlanda, Holanda…; Chile merece cambiar su nombre a Bonuslanda. Los últimos gobiernos se pasaron de otorgar bonos de todo tipo, más para conquistar votos que para realmente ayudar al país de retomar la senda del desarrollo. Los bonos son regalos sin devolución que el Fisco/Estado le hace a diferentes personas, familias o grupos para completar sus ingresos, insuficientes para llegar al fin de mes o del año; en la realidad solo los que premian o estimulan actitudes positivas son los que realmente valen. No es un regalo como la maná que Dios mandó a su pueblo que no tenía qué comer en el desierto; es una carga que soportan las personas que pagan impuestos, de manera indirecta, – o directa si son propietarios, socios o accionistas de una empresa – como IVA, Renta, Contribución, Patentes, etc., etc.

La semana pasada la periodista Gabriela Romo enumeró en este diario “apenas” veinte bonos que puede otorgar tan solo el Registro Social de Hogares, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social – uno de los tantos que sobran en Chile – entre las docenas que otras entidades pueden entregar a diferentes personas en diversas ocasiones o posiciones. ¡HASTA HAY BONOS POR FIN DE NEGOCIACIONES DE AUMENTO DE SUELDOS! No sé si haya otro país con semejante lista de regalos (para qué nos vamos a engañar) pero Chile merece un lugar top-ten, sino el primero; merece, como dije, llamarse Bonuslanda.
Aguinaldos dieciocheros y navideños, bonos de invierno, al trabajo de la mujer, de graduación de educación media, de reconocimiento; bono por hijo, y hasta para imponentes de ex cajas de previsión… ¿sigo?

Pero el más grande que nuestro presidente pensó siempre entregar a centenares de miles de personas es la tan discutida condonación del CAE. Claro: Boric lo ofreció en su irresponsable programa, para ser elegido presidente. El sistema, perfeccionado por el gobierno de Piñera, es justo y solo la minoría, que no puede – o no quiere – pagar pide su eliminación. Para los que trabajan, no es una carga insoportable, tampoco eterna y a la vez justa. Para los endeudados que no consiguen trabajo, no hay exigencia de pago. La eliminación era una promesa electoral tan vaga y vana, tan incumplible como casi todas las otras. Y ahora, antes de rendir la cuenta anual y antes de las elecciones municipales, el presidente renueva de manera populista, la enésima vez, su promesa cuyos detalles presentaría en septiembre; una propuesta “progresiva” y con financiamiento “autocontenido” (perdonen mi ignorancia pero ¿auto-qué?). De nuevo, palabrería sin ningún sentido, expresiones inventadas que no significan nada, altisonantes para engañar al público, al que puede tener vergüenza por no comprender semejantes palabras y las acepta. La friolera de ese “bono” sería algo así como ONCE MIL MILLONES de dólares, plata que no tenemos, plata que afectaría de tal manera al fisco que no permitiría una recuperación de menos de diez años si se realiza. La comunista Carol Cariola, cuándo no, exige la condonación (a pesar de que la vocera Vallejo ya habla de un nuevo sistema que será “justo” – como siempre lo que prometen – pero la palabra “condonación” ya fue borrado del lenguaje oficialista), porque fue un “compromiso de la campaña”; o sea, aunque fue uno mentiroso e inviable, hay que (tratar de) cumplirlo; ya que conviene a la política de su partido para crear caos, quiebra financiera del sistema capitalista, la apertura del camino a su poder. Si no, ya apareció la amenaza de sus pares, llamando al gobierno a activar las reformas, “la condonación inmediata (del CAE)”, y proceder “con la más amplia participación del pueblo movilizado”, llamando así a un nuevo 19/10. Sí señor, señora: hasta aquí son capaces a llegar los socios de Boriic; y no es la primera – ni, supongo, la última – “llamada a las armas”.

Pero por el momento no se preocupen: son palabras que el Gobierno nunca jamás piensa – ni podría – cumplir y ya está cambiando el tono anunciando la GRAN solución que ingresará al Parlamento “antes de septiembre”. Total, otro incumplimiento es apenas una raya más en el tigre: quizás haya acarreado algún que otro voto aunque eso impulsa a los deudores a no pagar ya que si condonan ¿para qué voy a seguir abonando? Mirando desde esa perspectiva, ¿alguien puede creer que no haya sido otra estúpida voltereta del Ejecutivo, otro anuncio sin pensar en las consecuencias?

La lógica dicta que el exceso de bonos causa que los beneficiarios trabajen – ergo produzcan – menos, lo que afecta la recaudación de impuestos que, a su vez, produce que haya menos plata para pagar esos bonos. Es una simple ecuación que nadie puede negar o alterar. El ejemplo de otros regímenes que comenzaron repartiendo lo que el Estado NO TENÍA, testifica que más bonos, a la no-tan-larga, traen caída de productividad y desinterés en la iniciativa; dos cosas que mueven un país y cuya falta lo empujan hacia el empobrecimiento. Menos bonos: más esfuerzo, más emprendimiento, más progreso. Más bonos: menos necesidad; pero “la necesidad es la madre de la invención” según dice el dicho. Y vaya que necesitamos invención.

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