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13 de Febrero de 2011

Lo peor de los compañeros de oficina

Las oficinas se parecen en todos lados, detalles más, detalles menos la cosa es que lo que odiamos de nuestros compañeros de oficina es siempre lo mismo. Acá algunos ejemplos. 

 

La competencia por musicalizar la oficina

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Las oficinas se parecen en todos lados, detalles más, detalles menos la cosa es que lo que odiamos de nuestros compañeros de oficina es siempre lo mismo. Acá algunos ejemplos. 

 

La competencia por musicalizar la oficina

Es, tal vez, uno de los puntos de enfrentamiento más importantes en la oficina. Cada uno tiene su propio gusto musical en general y en particular para trabajar. Y si bien hay algunos compañeros que son considerados y ponen el volumen bajo, porque entienden que no todo el mundo puede congeniar con sus gustos, hay otros que se entusiasman y se olvidan que están en una oficina. Pero si escuchar música fuerte es algo molesto, esto siempre se puede agravar. Nos puede tocar el entusiasta que canta todas y cada una de las canciones que pone. También está aquel que siempre pone el mismo compiladito con temas de la radio que si a la primera escuchada era simpático, a la quinta vez q lo repite las ganas de recurrir a un fulminante o a descofigurarle los parlantes de la computadora. Por último tenemos al ansioso que no deja terminar un tema q empieza a cambiar (a este también lo podemos encontrar en fiestas hogareñas) cada dos por tres. Este no sólo puede llegar a molestar por la música, sino también por los reiterados cambios de ritmo y cortes. La única solución para esto son los auriculares; o hacen una vaquita entre todos los compañeros y le compran unos auriculares al DJ de la oficina, o te compras unos vos y te aislás del mundo.

 

La pelea por la temperatura perfecta

Este punto sólo se aplica al verano (en invierno el grado de conflictividad se reduce sensiblemente) y se da en función del uso del aire acondicionado. La verdad es que tanto el frío como el calor son dos sensaciones absolutamente subjetivas y la disputa por acondicionar el ambiente casi se vuelve en una lucha personal. En general este enfrentamiento se suele dar entre la planta masculina y la femenina. Los primeros sienten intolerable tener el aire acondicionado por arriba de los 16° (aún cuando en invierno, si hace menos de 20 piden calefacción). Por su parte, las mujeres, casi de forma instintiva, siempre sienten frío. Así haga 43° a la sombra y estén todas las ventanas cerradas, el único aire acondicionado eficiente es el que está apagado. La única solución a esto es, por un lado, exigirle al staff femenino un saquito como uniforme obligatorio sólo durante el verano. Por otro, el sector masculino debería manejarse dentro de la lógica y no pedir una temperatura menor a la que soportaría en invierno. Así, todos felices.

 

La compulsión por adornar todo

Todos tenemos a algún compañero o compañera que hace de su puesto de trabajo un dormitorio de adolescente o, peor, la casa de alguna tía solterona que viaja todos los años a los lugares más kitsch del mundo. Cómo si fueran pequeños homeros que necesitan alicientes visuales para visuales para que su trabajo se sienta menos agobiante, llenan todo su alrededor de posters, calcos, figuritas, muñequitos, peluches y demás chucherías. Si bien esto puede ser simpático o atractivo en algunas circunstancias, en otras puede ser una suerte de asalto visual o invasión al espacio vital de algún compañero. Lamentablemente contra esto no tenemos mejor solución que saber poner los límites a tiempo; si no se toman medidas rápidamente, un día llegarás a la oficina y pasarás a ser un adorno más.

 

Continua leyendo. Vía 5 cosas que odiamos de nuestros compañeros de oficina en www.conexionbrando.com 

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