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9 de Enero de 2012

¿Que costaba hacerlo acá?

Este post se iba a llamar “Ice, ice baby…” pero eso sólo iba a delatar mi edad. De ese tiítulo nonato pueden adivinar de qué se trata.

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Este post se iba a llamar “Ice, ice baby…” pero eso sólo iba a delatar mi edad.  De ese tiítulo nonato pueden adivinar de qué se trata.

¿A cuántos futbolistas hemos visto poniéndose hielo afuera de la cancha o en el entretiempo para tratar una lesión? ¿Cientos? ¿Miles? ¿Todos? Resulta que es de conocimiento popular (y médico) que, en caso de una lesión practicando deporte, hay que ponerse hielo. ¿Para qué? para que no se hinche, para que disminuir el dolor, para poder seguir jugando.  De hecho, en inglés existe la la mnemotecnia RICE para recordar qué hacer frente a una lesión deportiva: Rest, Ice, Compression, Elevation. ¿Qué dice la evidencia sobre el hielo? Bastante.

En primer lugar sabemos que el frío disminuye el dolor.  Es difícil no darse cuenta. Por la misma razón, es difícil hacer un estudio randomizado donde asignemos a un grupo a terapia con hielo “placebo”. Punto para el hielo.   Pero lo que no se sabía… ¡no se sabía! era que el hielo puede disminuir el desempeño deportivo y – eventualmente – aumentar la aparición de lesiones. Veamos.

Una reciente revisión sistemática revisó la literatira disponible sobre los efectos del hielo en el desempeño deportivo a corto plazo.  ¿Qué quiere decir esto? Que evaluaron todos los artículos donde los autores habían asignado a los deportistas a ponerse o no hielo por un rato…

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