Los últimos días del cura "Tato" en un hogar de ancianos en Santiago
El ex sacerdote, condenado por estupro y abuso sexual de menores, pasó sus últimos días en un hogar de ancianos ubicado en Las Condes. Quienes estuvieron con el antes de su falleciemiento ayer en el Hospital Salvador, aseguran que llevaba una vida de reflexión y rezo diario.
Por Equipo El Dínamo“Preso de su enfermedad”. Así aseguró el párroco Julio Dutilh que pasó José Andrés Aguirre Ovalle, el cura Tato, sus últimos meses de vida en el hogar de ancianos San José, donde había sido trasladado hace un tiempo desde la casa de su padre en Santo Domingo.
“Llevaba una vida muy espiritual en el hogar, de misa y oración diaria”, dijo el sacerdote, el mismo que en noviembre del año pasado lo fue a buscar a Colina I, luego de que lo dejaran en libertad 24 meses antes que cumpliera los 12 años de condena a los que había sido sentenciado por abuso sexual de menores y estupro.
Después de que la Comisión de Reducción de Condenas rebajara su pena, el ex cura fue trasladado hasta la casa de su padre en Santo Domingo, pero debió abandonarla producto de lo avanzado de su enfermedad.
Dutilh precisó que fue acogido con “mucho cariño” en el asilo de la congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, ubicado en Av. Las Condes 13.200, y que en sus últimos meses se encontraba “animado” porque tenía “la conciencia de haber caído, de haberse levantado y de haber pagado su culpa, lo que la justicia le dio”.
Sin embargo, físicamente ya desde la cárcel había salido “muy disminuido” producto de la distrofia miotónica muscular -una enfermedad genética y degenerativa que también afecta a otros dos de sus nueve hermanos- y una insuficiencia respiratoria. Tras un agravamiento de su estado, el ex cura debió ser trasladado ayer hasta el Hospital Salvador, donde finalmente falleció a los 56 años producto de un paro cardiorespiratorio. El sacerdote aseguró que Aguirre estuvo siempre conciente, que incluso conversó con él ayer y que pudo darle el sacramento de la unción.
Sus restos eran velados ayer en la iglesia Santa María de Las Condes, donde Dutilh es el párraco, y hasta donde antes de la misa de las 20.00 horas no habían llegado muchas personas. Hoy a las 14.00 horas se realizará una misa y posteriormente sería enterrado en el Parque del Recuerdo.
“Pena excesiva”
“El diablo metió la cola ahí”, sostuvo el el concejal de la municipalidad de Santo Domingo, Germán Mayo (UDI), amigo de juventud de José Santiago Aguirre, el padre del ex religioso. Recuerda que cuando Aguirre era seminarista era “un cabro muy deportista y de muy buena facha”: “Las niñas se le colgaban del cogote, tenía que andar apartándolas. Yo le decía ponte una cruz más grande, para que supieran que era cura”.
El problema, dijo, fue cuando “lo mandaron de confesor a unos colegios de mujeres”, pero recalcó que “el Tato no fue pedófilo. No tuvo relaciones con niñas ni con niños”. Agregó que él había cumplido su condena con la justicia, tras lo cual le dieron la libertad como “todos los condenados que cumplen”.
Por su parte, el padre Dutilh aseguró que “a mí parecer, sin desmerecer la caída, fue excesivo porque no hubo en él ninguna falla grave, sí hubo abusos deshonestos que no corresponden en un sacerdote. Pero la sentencia no dice más de eso, que no hay más acciones que pudiéramos condenar”.
Añadió que “él reconoció que había fallado, pidió perdón y tuvo que asumir las consecuencias de la culpa”. Sin embargo, sostuvo que “cuando uno ve que un ser querido reconoce su caída, a uno le duele mucho, pero al mismo tiempo se siente muy comprometido con él para apoyarlo en su debilidad y ayudarle a levantarse”.
Aunque no quiso hablar de “abandono” de la Iglesia, dijo que Aguirre fue visitado en algún momento por “el señor arzobispo, el anterior cardenal monseñor Errázuriz y algunos sacerdotes amigos. Pero con dolor tengo que decir, pocos”.
