Secciones
Mujeres D

Gina, la multifacética

Es reservista del Ejército. Ha desfilado tres veces en la Parada Militar. Es devota -y camarera- de la Virgen del Carmen. Habla alemán, inglés, francés e italiano. Por su amistad con la señorita Linda, la famosa modelo gringa de Sábados Gigantes, entró a trabajar en el programa donde no sólo conoció a Don Francisco, sino que también al predicador Rex Humbard. ¿Qué lleva a una enfermera de profesión a asumir la presidencia de SQM? Esta es la historia de Gina Ocqueteau, la mujer del momento.

Le gusta Pearl Jam. Está aprendiendo a tocar la armónica y en la entrada de su casa, en Santa María de Manquehue, hay una figura de la Virgen del Carmen, de quien Gina Ocqueteau Tacchini (60 años, enfermera, 3 hijos, 6 nietos) es devota y camarera, para cuidarla y participar de los eventos religiosos cada 16 de julio. “Ella siempre me ha ayudado”, dice. La virgen salvó a uno de sus nietos, de 3 años, tras sufrir un accidente brutal. Y es pro bable que también necesite de su apoyo ahora que enfrentará el mayor desafío de su carrera: la presidencia SQM, firma que por años ha liderado el IPSA, una de las 28 más importantes del país.

Gina fue la gran noticia a fines de mayo. Nadie esperaba, ni siquiera ella, que después de una junta de directorio ordinaria Gonzalo Guerrero renunciara a la presidencia y la propusiera como sucesora. La votación estuvo dividida; los japoneses de Tianqi se opusieron, pero el resultado ya lo conocemos. A Gina -acelerada, simpática, amante del arte chileno y el pan, reservista del Ejército y quien ha desfilado tres veces en la Parada Militar- le tocó comandar un barco en pleno oleaje. A los pocos días de asumir, vino la arremetida contra el acuerdo de SQM con Codelco, el pacto que contempla una nueva sociedad para explotar el Salar de Atacama hasta 2060. Un par de horas antes de esta misma entrevista, mientras salía de un evento de reciclaje en Buin —un tema que la entusiasma y promueve en los múltiples directorios donde participa—, se enteró de la sorpresiva renuncia de Julio Ponce Lerou, el histórico controlador de SQM. “Mi teléfono empezó a sonar y a recibir mensajes. Así lo supe”, cuenta. La información remeció el mercado y disparó la Bolsa. Pero pese a todo, ahora en el living de su casa, rodeada de sus cuadros de Matta, Antúnez, Bravo y otros de su colección, se ve tranquila, aunque su celular —el mismo donde recibió 1500 mensajes el día en que fue nombrada en este poderoso cargo— nunca deje de sonar.

BÁRBARA SAN MARTÍN.

Rex Humbard y el chocolate caliente

Los 60 años de Gina Ocqueteau (representa muchos menos) se hacen pocos para tantos datos en su biografía. Aprendió a leer a los 4 años; entró al Colegio Mariano de Schoenstatt a los 6 y egresó a los 16. Fue amiga de la Señorita Linda, la modelo gringa de Sábados Gigantes, a quien conoció a mediados de los ’80 en una gira de estudios de todos los colegios alemanes de Chile a tierras germánicas, donde además estuvo un año de intercambio.

Linda fue clave para que pudiera desarrollar su carácter expansivo. “Un día me contó que estaban buscando gente en el programa, chiquillas amorosas, rápidas, que hablaran bien inglés porque iban organizaciones de todos lados. Era una especie de mini relacionadora pública o productora. Además, siempre faltaba gente y estuve en el set 3 veces, reemplazando a una modelo.

Un día Don Francisco pasó al lado mío, me miró y dijo: Usted, tan flaquita que es… Claro, él opinaba de todo. Le expliqué que había faltado una modelo y había que mostrar un televisor”.

—Ahí conoció al predicador Rex Humbard, ¿cómo es la historia?
—Al programa de don Francisco venían muchos extranjeros a hacer donaciones, ayudas. En ese tiempo yo hacía mi práctica con el doctor Del Pozo, en el Calvo Mackenna. Un día (Humbard) me pidió que le recomendara un restorán para ir con Don Francisco y le dije ok, pero usted me da una donación. Era una
cabra chica, tenía como 18 o 19 años. Y nos hizo un aporte en plata más chocolate caliente para todo un año.

Cuando tuvo que postular a la universidad, Gina recuerda que contaba con el puntaje suficiente para estudiar lo que se le diera la gana, incluso Medicina. “Me fue muy bien en la específica de Biología, aunque era buena para todo, también para matemáticas. Me gustaba el área de la salud, cuidar a la gente. Por eso elegí Enfermería. Los profesores eran muy exigentes hasta con nuestra presentación personal”, dice sobre su paso la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. “Apenas me recibí, me llamaron para trabajar de todos lados porque fui la mejor egresada de todas las universidades del país. Después me casé con un ginecólogo, a él lo destinaron a Arica y nos fuimos a vivir allá”, recuerda.

En el norte Gina vivió casi 8 años. Su primer trabajo fue como enfermera jefe en la clínica de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS). Mandaba un equipo de 15 personas y a veces le tocaba reemplazar al gerente. Fue así que descubrió que le gustaba la gestión y comenzó a estudiar administración por las noches. En total, trabajó 30 años en la Mutual (hasta el 2015), asumiendo un cargo distinto cada tres años: directora comercial y marketing, directora de relaciones institucionales, gerente de fidelización, entre otros. Fue una de las creadoras de Segurito. En el 2010 coordinó la logística médica y la campaña global del rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José. Le encargaron una tarea urgente: confeccionar el equipamiento corporativo de la ACHS para Sebastián Piñera, Laurence Golborne, Cecilia Morel y los 33 mineros. Para no correr el riesgo de tener un percance en el avión, mandó todo por tierra, en un camión de transporte de caballos, con uno de sus hijos al volante y su polola de copiloto.

“Me armó mucho la experiencia en la ACHS. Trabajé con gremios y algunas de las compañías más grandes de Chile. Eugenio Heiremans (el histórico presidente ejecutivo) siempre me empujó a estudiar, a ir tomando nuevos desafíos y prepararme para cada uno”, cuenta.

Hoy tiene 9 diplomados, entre ellos en la Universidad de Chile, la PUC, la Adolfo Ibáñez, hizo una pasantía en la UCLA y un curso en Harvard.

Su papá, Julián Ocqueteau, ingeniero civil de la UC, fue director de obras portuarias de Salvador Allende. “Pero él no tiene nada de político —aclara—; es amigo del hijo mayor de Augusto Pinochet y también hablaba mucho con Gladys Marín. Yo soy la mayor (tiene dos hermanos médicos, un oncólogo y un
fisiatra) y él nos enseñó que entender matemáticas nos abría la cabeza, y mi mamá, asistente social de la U. de Chile, muy rigurosa, los buenos hábitos y los horarios. Él me escribe todos los días y me dice: acuérdate de dar trabajo y trabajo digno. Soy su hincha, por su consecuencia social. Recorro y hablo harto con la gente; me encanta saludar de beso y, si estoy en un directorio y viene el mozo a traerme un café, a él también lo saludo de beso. No porque yo sea Sor Teresita, sino porque lo aprendí de él. Nunca olvidaré cuando regaló un gamulán que tenía puesto a un trabajador. Uno aprende con hechos, más que con retórica”.

Gina saca su celular y muestra una foto. Son sus padres. Él, 88 años, pelo y barba cana, buenmozo. Su mamá, Gina Tacchini, piel blanca casi sin arrugas, 84 años, “cuando joven se parecía a Audrey Hepburn”, dice. “Ambos leen 3 libros a la semana y analizan todo lo que hago. Fueron los primeros a los que fui a
ver después de que me eligieron en el directorio, porque viven muy cerca del edificio de SQM
(El Trovador, Las Condes).

BÁRBARA SAN MARTÍN.

Su amiga Karen Poniachik

¿Pero qué lleva a una enfermera a dirigir a la segunda productora de litio más grande del mundo y a ser la segunda mujer en liderar una empresa IPSA? La respuesta, dicen quienes la conocen, está en su capacidad para traducir el cuidado humano a la gestión corporativa. En SQM, donde llegó como directora en 2022, fue invitada por el grupo Pampa Calichera, ligado a Julio Ponce Lerou. Su mayor logro fue que la seguridad laboral estuviera sobre la mesa en cada una de las juntas. “En minería nadie debería arriesgar su vida por el sustento diario. Cada accidente, por mínimo que sea, se investiga en profundidad para evitar su repetición”.

El nombramiento es un hito más en la multifacética carrera de Gina Ocqueteau. También es directora de Enel Chile (llegó en abril de este año), Fundación Imagen de Chile, UDD Ventures, Asia Pacific Chamber of Commerce (APCC) y el Consejo Asesor de Empresas SB, controladora de las farmacias SalcoBrand, entre otros. En ellos promueve la seguridad laboral, la sostenibilidad y la equidad de género.

El primer cargo directivo de Ocqueteau fue en la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH), con Alejandra Mustakis en la presidencia, una de sus grandes amigas: “Fue arduo, porque me tocó la época del estallido social y luego la pandemia… Entendí que podía jugar un papel importante en los directorios, preocupada del negocio, de los accionistas, pero también de los colaboradores y de que los proyectos fueran lo más estratégicos posibles de modo que el negocio fuera sustentable”, describe.

—Entiendo que una figura clave en su carrera fue la ex ministra de Minería, Karen Poniachik.
—Absolutamente. Ella fue mi maestra junto con Kathleen Barclay, directora de la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio (Amcham). De Karen fui una alumna privilegiada porque muchas veces me exponía lo que iba a decir en sus directorios para que le diera mi opinión. Un día llegó con una lista y me
dijo: Mira, creo que sí o sí tienes que entrar a alguna de estas empresas, y puso a SQM y CCU en el primer lugar. Todas tenían a puros hombres en sus directorios. Esto tiene que cambiar, dijo. Ella era directora de la Columbia University en Chile; sabía que íbamos hacia un mundo más diverso y que sería necesaria la presencia de mujeres bien formadas en los directorios.

Karen Poniachik murió en octubre de 2022. Gina se emociona:

—La llamaba todos los días, la iba a ver, la acompañé en sus hospitalizaciones… Tuvo un cáncer de páncreas durante siete años, que es mucho tiempo para una enfermedad así; ella hizo todos los tratamientos, lo posible e imposible. Fue muy fuerte, porque estaba muy mal, pero se agarraba a la vida con dientes y uñas. Les costó mucho aceptar irse porque tenía a su hija muy chica… Hoy Ana Victoria acaba de cumplir 16 años y vive con su abuela; es una niña muy inteligente, buena alumna, encantadora.

Hace poco la ministra de Minería, Aurora Williams, instauró el premio para las mujeres mineras, el premio Karen Poniachick, y fuimos juntas a la ceremonia.

—Tiene que haber pensado en ella cuando la nombraron presidenta de SQM.
—Sí, mucho. Karen me empuja desde arriba, claramente.

—La presencia de las mujeres en los directorios IPSA ha disminuido en un 2,33%. Sólo el 19,87% tiene mujeres sentadas a la mesa.
—Me remeció la cifra porque íbamos tan bien… En estas empresas hay muchas mujeres en cargos que toman las decisiones, pero en el directorio no hay ninguna. Todavía hay sesgos, porque por lo general están en recursos humanos, recursos corporativos, marketing… Pero son muy pocas en la gerencia general. Si no tienen oportunidades en este ámbito, ¿cómo van a llegar a los directorios sin esta formación, por ser mujer nomás?

Añade:
—Los que estamos más preparados porque tuvimos más oportunidades y privilegios, tenemos el deber de igualar la cancha, no por hacer frases bonitas sino siendo consecuentes mediante cosas concretas.

—Le toca liderar SQM en un momento muy complejo, con el histórico acuerdo con Codelco que no ha estado exento de polémicas…
—Sobre todo en el último tiempo, en que hemos tenido exocets de todos lados. Este acuerdo lleva harto tiempo; fue detallado en una cadena nacional por el Presidente Boric; hubo un trabajo exhaustivo con los mejores abogados, la banca… No te puedo decir todo lo que ha trabajado nuestro gerente general, que también ha tenido una tremenda disposición para contar cómo se produce en Chile el litio más sustentable del mundo. Codelco también ha hecho un muy buen trabajo con las comunidades, escuchándolas día a día, con la Corfo… Este es un buen acuerdo para todo Chile e involucra grandes recursos monetarios.

—¿De dónde cree que vienen estas críticas? Se dice que no hubo una licitación.
—La mayoría de los grandes proyectos y acuerdos público-privados han sido históricamente complejos, pero creo que es porque falta más información, aunque las grandes cifras ya se han dicho y tal vez ha faltado escuchar… porque los acuerdos de Codelco con Río Tinto o con Anglo American inmediatamente se aplaudieron. A lo mejor hay un sesgo con la empresa, por su historia, pero claramente es un acuerdo fantástico.

Notas relacionadas