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28 de Noviembre de 2010

"Odio a mi sicóloga", por Andrea Silva

Me recibe echada en su sillón (mucho mas cómodo que en el que me toca sentarme) y al mirarla sólo puedo recordar a Angie Cepeda en " Pantaleón y las visitadoras". Una mina (perra). 

 

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Me recibe echada en su sillón (mucho mas cómodo que en el que me toca sentarme) y al mirarla sólo puedo recordar a Angie Cepeda en ” Pantaleón y las visitadoras”. Una mina (perra). 

 

Intento acomodarme como ella en mi butaca de mimbre, pero suena demasiado y eso me desanima. Sumado a mi look “vístete rápido” porque de nuevo voy atrasada a hacer el turno, para después ir al supermercado porque no hay pan, para después llevar a mi nana peruana a extranjería, para después ir a reembolsar las boletas de la isapre, para después llegar a la consulta de la visitadora de Pantaleón.

 

Y aquí  estoy, rebalsando angustia que necesito ajustarla a sus valio$o$ 45 minutos de sesión. En mi ruta hacia acá a 120 km/h (porque el servicio al cliente de mi isapre es una basura igual que todo lo demás) pensaba por dónde empiezo.

 

¿Le cuento que ayer perseguí en mi auto, durante trece cuadras, a una señora que no me dio la pasada, gritando desaforada ¡VIEJA MAAAAAAAAALA!; que busqué en mi cartera algo con que hacerle daño y finalmente, a falta de cuchillo, para matarla en el semáforo, saqué mi lápiz labial y le escribí en el parabrisas ¡M A L A !?.

 

O mejor le cuento que me quebré en la reunión de apoderados hablando en contra del cuento del “negrito zambo”. ¡No! ¡Lo más urgente es mi matrimonio! Necesito que me ayude a decirle a Pedro que su guata me tiene mal. Nunca pensé que  mi marido iba a tener el ruedo del “tío Guatón”. 

 

Ya sentada en mi silla lista para atacar con mi angustia, los veo.  Magnificos, inalcanzables, siempre bellos. La estacada mortal que mi sicóloga me da sesión tras sesión, con taco, sin taco, con mostacillas, brillantes, de tela, de cuero. Sus zapatos impactantes. La odio.

 

-“Que lindos, ¿dónde te los compraste?”, abro la sesión.  Esta semana, responde -“Son de la temporada pasada”. La semana anterior: -” Son de Buenos aires”. La anterior: -“Los tengo hace tantos años”. La anterior: -“No sé, son un regalo”. 

 

¡Qué cresta le cuesta decirme! ¡Ya se parece a Angie Cepeda, ya se sienta en el mejor sillón, ya es ella la de los consejos sabios, la que cobra, la que sabe todo de mí y yo nada de ella! Por favor, te lo ruego, deja copiarte aunque sea una vez, un par de tus zapatos”. 

 

 

Sobre la autora: Andrea Silva es chilena, bilingüe, casada, con hijos, profesional sin pega estable, con ahorros, un poco católica, sobrepasada, sobreexigida, adicta a la sicóloga y al dulce. Con mañanas horrendas, pero con tardes lindas. Ésta es su primera columna en El Dína                     mo.

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