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9 de Diciembre de 2010

"Delirios político-parrilleros", por Sebastián Iglesias

Estas semanas han sido especiales. Mi parrilla estuvo en remodelaciones y mis dilemas con el ácido úrico me han dejado en una extraña pausa gastronómica y obligado a recordar mis viejos asados. He llegado a tales niveles de delirio, que en mis horas de ocio he inventado miles de asados en mi memoria. Sin duda, mis favoritos son los de nuestra fauna política. Acá van algunos de ellos:

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Estas semanas han sido especiales. Mi parrilla estuvo en remodelaciones y mis dilemas con el ácido úrico me han dejado en una extraña pausa gastronómica y obligado a recordar mis viejos asados. He llegado a tales niveles de delirio, que en mis horas de ocio he inventado miles de asados en mi memoria. Sin duda, mis favoritos son los de nuestra fauna política. Acá van algunos de ellos:

La parrilla UDI: claramente no la prepara ninguno de sus miembros fundadores, ni cualquiera que haya escuchado de cerca la voz de Jaime Guzmán, ellos son distintos. Los coroneles supervisan de lejos y de seguro la termina haciendo un mozo. Si Moreira fuera el parrillero de antes, seguro pelearía por prenderla, pero ahora que se ha transformado en un esbelto diputado, creo que se hará cargo de las ensaladas.

 

No sé por qué me tinca que Longueira haría las compras y les tiraría más carne a los jóvenes, aunque José Antonio Kast reclamaría que le tocó poco. De seguro, éste es un asado conservador, cargado al lomo vetado y el filete, sin ningún interior. De alcohol ni hablar, aunque me tinca que alguno de los jóvenes robaría su botella de vino de la cava de su papá. Evelyn Matthei mira y come, sabe que le gusta más el asado de Piñera. Lavín se saca instantáneas con los presentes. Larroulet fuma.

 

La parrilla PPD: me la imagino llena de subproductos, compitiendo entre sí. Una cosa entre sana y cocinada. Con mucho que ofrecer, pero poco que morder. Lleva algo así como pollo, puerros y berenjenas grilladas si la hace la Carolina Tohá. O longanizas y productos repetidores si la hace Girardi. Ésta es una parrillada renovada con aires progresistas, pero con harta tendencia a que se le queme la carne de tanta intensidad. Lagos Weber baila entremedio para animar la fiesta. Harboe como niño aplicado atiende a todos los invitados y cuida la seguridad. Don Guido mira de lejos para ver cuándo manda a apagar el fuego y cortar la música: no vaya a ser que se entusiasmen.

 

La parrilla PS: La prepara Andrade, que tiene percha de experto parrillero. Está cargada a la pulpa aliñada, al costillar con ají y al abastero. Infaltables las buenas prietas. Si llega Insulza, seguro trae huachalomo americano (que los snob en Chile venden como asado USA). Recibirían a Lagos Escobar, que pasó un rato por el del PPD, pero confiesa que este asado le gusta más. Rossi con su traje italiano no sabe si desentona o le da glamour. Escondido Martner prepara un borgoña e Isabel Allende hace el pebre. Llegan pocos jóvenes, pero le ponen harto brillo. Alguien propone poner a Quilapayún para animar la fiesta.

 

La parrillada DC: les cuesta mucho ponerse de acuerdo sobre quién la prepara. Todos reconocen que si alguien tiene talento para la cocina es Gutenberg, pero ya ha quemado demasiados asados, así que no lo dejan. Se ofrece Orrego, quién por ganas no se queda, pero al rato se entusiasma con otra cosa y se olvida. Ignacio Walker se ofrece voluntariamente, pero todos reclaman que pinta de parrillero no tiene.

 

Él se defiende alegando que sus hermanos lo ayudan, pero no hay caso. Finalmente la termina preparando Patricio Aylwin otra vez, aunque en la mitad lo releva Andrés Zaldívar. Ximena Rincón llega con unos puerros y pollo, que algunos aceptan. El resto se bate entre abastero y carnicero, y unas longanizas y vienesas de pavo (en mi ranking, lo más malo del universo). Algunos trozos se queman, otros quedan bien. Unos pocos se quieren llevar la parrilla para la casa, pero se van al asado del PRI. Soledad Alvear propone un acuerdo para que todos declaren que quedó rica.

 

Parrillada Piñerista: Acá están claros los roles. Piñera es el dueño de la parrilla, de la carne, del carbón, de la casa. Las tenazas no eran de él, pero las compró rápido. Hinzpeter prende el fuego (Piñera le ofrece el papelito de los 33, pero otra vez lo reta su señora) y hace la carne. Piñera al final dice que él hizo el asado, Hinzpeter aplaude obnubilado. Piñera prueba el primer pedazo de su propio asado y dice que es el mejor que ha comido en 20 años.

 

Von Baer mira de reojo y dice que los pedazos quemados son herencia del parrillero anterior. Allamand reclama que él partió prendiendo el fuego en los 90, pero que Bombal lo apago. Cardemil trae un cordero y lo mandan al asado de la UDI. Espina avisa que se siente inseguro y cree que le van a robar la carne. Golborne sonríe y abraza al que pase por adelante, ofrece servilletas y cuenta que comió huachalomo a quién lo escuche. La parrilla está llena de lomo vetado, filete, solomillo de cerdo, entrañas y las mejores carnes, pero sólo las prueba el jefe.

 

La parrilla de MEO: dicen que hasta el año pasado la pagaba Marambio, pero que con la crisis de Cuba, ya no se pone ni con los habanos. La carne la iba a traer Álvaro Escobar, pero no llegó. Hay poca gente y poca carne, aunque andan juntando militantes del PRO para armar la fiesta. Van hartos, pero pocos quieren quedarse. Dicen que ya pasó este asado. MEO reclama y reconoce que siempre fueron mejores los foie gras franceses que estos pedazos roñosos de carne. Al final, llega Alinco en camioneta y se anima la fiesta. Terminan comiéndose unos sanguches que traía en la guantera el diputado y que arregla Ominami padre. Esperan que quizás llegue a la fiesta Girardi, pero no están seguros.

 

En el asado de la oposición todos proponen juntarse y hacer una parrilla más grande,pero no se ponen de acuerdo a quienes invitar. Y varios no quieren ir o se fueron a otros Al final se les quema el asado. En el asado de Gobierno todos los miembros quieren participar, pero Piñera quiere hacerlas todas y se lleva el asado para la casa. Se come la carne cruda para no compartir.

 

 

Pasados mis delirios, me doy cuenta que no me invitarían a algunas de estas parrilladas. Estas semanas dedicado a la vida sana me han generado un extraño afecto con especies hasta ahora desconocidas para mí: berenjenas, zapallos italianos, puerros y apio (pruébelos en la parrilla, son una joya). He comprado mucho en la feria, he visto mucho los 80´s, escuchado Américo, navegado en internet. Algunas cosas que probablemente los políticos hemos olvidado. Entonces, puedo aguantarme un rato sin comer carne.

 

Pronto volveré a mi noble parrilla para reinaugurarla y arriba pondré un cartel que diga “asado renovado”: será pobretona de carne y con exceso de entusiasmo. Pero la fiesta durará hasta tarde y la gracia es que la música será de los invitados. No hay que pedirle permiso a nadie. ¿Cómo seguirán los demás asados?

 

 

 

 

 Sebastián Iglesias Sichel, abogado, 33 años, padre de Pedro. Ex muchas cosas. Casi casi otras tantas. Vinculado a la política por vocación, a los asados para ver a los amigos y a la música para acompañar la vida. A veces medio obseso, otras tantas emprendedor. Mis obsesiones del momento: renovar la
política y hacernos cargo de la modernidad. Tratando de que nos renovemos hasta nosotros mismos y que nos hagamos corresponsables de nuestro futuro.

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