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4 de Abril de 2016

La historia de cómo una escuela de Coquimbo fue apadrinada por empresarios y el Gobierno de Polonia

Ubicado en la periferia de la comuna, el colegio público Juan Pablo II cuenta con un amplio repertorio de talleres para sus niños. El beneficio más cotizado: giras educativas en el extranjero, financiadas cien por ciento por personeros polacos, quienes, sin saberlo, sin buscarlo, abrieron un mundo de posibilidades a los estudiantes.

Por El Dínamo
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El año en que Margarita General levantó su proyecto educativo, una escuela pública en el sector que se conoce como la Parte Alta de Coquimbo, la plata escaseaba. De hecho, en ese tiempo, en 2005, no tenían casi nada, solo unas pelotas de trapo para entretener a los niños, recuerda la directora.

Al poco tiempo, la escuela básica escogió el nombre que llevaría hasta hoy, el mismo que, sin saberlo, le abriría las puertas a oportunidades que de otra forma nunca habrían accedido. De forma democrática los niños votaron. El resultado: Juan Pablo II, nombre del primer Papa de origen polaco. “El colegio es cristiano, pero respetamos todas las religiones. Nos basamos en un sello de valores cristianos porque mi proyecto es entregar un buen alumno a la sociedad, con valores”, explica Margarita General.

El sacerdote Marcin Schmidt fue el primer vínculo que tuvieron con Europa. En un principio recibieron ayuda de la Fundación de la Cruz, que inició una serie de intercambios entre los pequeños de la escuela de Coquimbo con niños de la escuela Juan Pablo II de Lubin, Polonia.

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Luego, gracias a los contactos del cura empresarios de ese país se interesaron por conocer el proyecto educativo. Una de las primeros en apuntarse fue KGHM, empresa que tiene su mayor inversión en Chile en la minera Sierra Gorda. Eso ocurrió en 2013.

En paralelo, Schmidt se acercó a la Embajada de Polonia. “El padre me habló sobre la escuela y los niños que son encantadores, me dijo que la dirección quería tener una educación de alto nivel y me preguntó si es que podíamos ayudar en algo”, recuerda la embajadora Aleksandra Piątkowska. La respuesta fue un sí. Su motivación: entregar mejores oportunidades a los alumnos de la Juan Pablo II y difundir información sobre su país.

El giro

Con el apoyo de los empresarios y de la embajada, los proyectos que estaban en carpeta empezaron a concretarse. No es que hubiese más plata, sino que ahora tenían financiamiento para sus iniciativas. Proyecto presentado, proyecto pagado. Y eso causó un giro en 180º.

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Poco a poco se convirtió en un estrecho vínculo. A tal punto que las actividades extraprogramáticas incluía hacer obras de la vida del científico Ignacio Domeyko, hacer exposiciones medioambientales en su nombre, conocer de la vida del astrónomo Nicolás Copérnico y, por supuesto, de Karol Wojtyla.

El beneficio más cotizado por los 250 alumnos, 27 profesores y 49 funcionarios que integran la escuela son las giras educativas al extranjero. Por ejemplo, el grupo musical Los Intrépidos viajaron en 2015 a Varsovia, Cracovia, Chicago, Nueva York, Roma, Sao Paulo, auspiciados por sus mecenas.

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Y ahora el énfasis está puesto en el deporte. Gracias a la iniciativa del coordinador extraescolar Alejandro Landeros se creó un convenio en voleibol y handball. De hecho, en enero pasado dos profesores de educación física de la Juan Pablo II fueron a capacitarse a Polonia.

Mecenas extranjeros

La Juan Pablo II es absolutamente gratis. Los niños van a clases, luego hacen sus talleres extraprogramáticos y se van a sus casas tomados de once, a eso de las 19:00 horas. Ellos y sus familias forman parte de un segmento vulnerable en lo socioeconómico. “Como acá los chicos son de conductas disruptivas hay que motivarlos porque si no se aburren”, explica la directora. 

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“Los niños son nuestro futuro, no podemos vivir solo entre gente adulta no pensando en otras generaciones (…) Me parece bien educar a gente más abierta, más tolerante porque con la situación actual de Europa nos damos cuenta que hemos perdido la tolerancia a otras naciones”, comenta la embajadora. 

Para Landeros, el coordinador, la situación deja entrever los vacíos de las políticas dirigidas a la educación pública. “Por parte del gobierno chileno no tenemos nada. “Para mí es fuerte porque hemos golpeado puertas, y cuando viene gente de Polonia a Chile es súper precaria la vida que tenemos. No es mucho lo que hacen las autoridades locales”.

De no ser por el auspicio de empresarios y la embajada, probablemente la Juan Pablo II sería una escuela más de las tantas que existen en provincia, batiéndoselas por sí mismas y nadando a contra corriente, clara señal de los problemas de la educación nacional.

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