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3 de Marzo de 2015

Equidad y conciencia

"El país avanza, no hay duda, pero aun existen desigualdades. Y estas responden, precisamente, a esta lucha ideológica entre el Estado subsidiario y el crecimiento económico".

Por Pedro Browne
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Pedro Browne es Representa a las comunas de Lo Espejo, Pedro Aguirre Cerda, San Miguel.

Equidad, justicia social e igualdad de oportunidades son palabras muy utilizadas en el discurso político. Pero lamentablemente, a la hora de aterrizar el debate, la conclusión termina siendo bastante simplista: unos creen que el Estado debe redistribuir, subsidiar y apoyar a los ciudadanos que más lo necesitan, y otros sostienen que el empleo y el crecimiento son los pilares del desarrollo de un país, y por ende de las familias.

Cada gobierno fija sus prioridades y determina sus políticas públicas en base a estos postulados, pensando que es el camino correcto para corregir las profundas e inaceptables desigualdades que vivimos en nuestro país.

Esa batalla, hasta ahora, la hemos perdido. El país avanza, no hay duda, pero aun existen desigualdades. Y estas responden, precisamente, a esta lucha ideológica entre el Estado subsidiario y el crecimiento económico, dos conceptos que en la práctica se ven como irreconciliables, pero que pueden convivir perfectamente.

Porque si estamos todo el día escuchando que no es suficiente el apoyo del Estado, y que el crecimiento económico y el empleo pleno tampoco lo son, ni siquiera juntos tienen la fuerza para derrotar las profundas iniquidades de nuestra sociedad.

Hay un intangible que no lo entrega el Estado y menos el mercado, que es la conciencia. ¿Qué puedo hacer hoy para aportar a equilibrar nuestra propia realidad? No basta con dar trabajo, si no estoy dispuesto a entregar mas que el valor de mercado. No basta con subsidiar y apoyar con ingresos éticos, si realmente no se redistribuye.

¿Se necesita dar hasta que duela? Probablemente con mucho menos que eso, el avance seria sustancial. Si cada empleador hiciera un esfuerzo adicional, si cada uno tomara conciencia de lo que tiene y lo que puede. Si la codicia, las expectativas personales, las legitimas aspiraciones económicas de cada uno se redujeran, o simplemente consideraran que al entregar un poco mas los beneficios incluso personales serian tremendos, el camino para una patria mas justa, con oportunidades real para todos seria un poco menos utópica, y quizás el sueño de derrotar la pobreza comience a convertirse en realidad.

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