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15 de Noviembre de 2017

Somos pro vida hasta que nazcas. No acudas a nosotros si después eres pobre y cardiópata

"Ésta es la contradicción de los pro vida. Estar pendientes de que haya parto y después se olvidan. No les importa si el niño o niña no era deseado y tiene un mal apego".

Por Janet Noseda
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Janet Noseda es Psicóloga. Magister en psicología clínica. Especialista en género y diversidad sexual.

Daniela Vargas de trece años, con una condición cardíaca grave, postuló a ser ingresada a la lista de espera para un trasplante de corazón en marzo del 2017 a la Red de Salud UC Christus, más fue rechazada por ésta, por “tener una condición social precaria”. La niña murió en abril de este año, al no poder ser trasplantada.

¿Qué significa tener una condición social precaria? Significa poner en palabras bonitas: es pobre. Es decir, ¿debemos entender que quienes se pueden trasplantar tienen que ser personas con dinero o si no, no pueden acceder a un trasplante?

Llama la atención que la misma Red de Salud UC Christus, haya peleado tan enfáticamente durante la discusión del proyecto de ley aborto tres causales, manifestando que no realizarán abortos bajo ninguna de las tres causales (aunque sean niñas) e incluso, 500 médicos dejaron sus batas blancas en La Moneda en señal de amenaza: de ser aprobada la ley, ellos simplemente dejarían sus trabajos (sabiendo la escasez de médicos en el sector público). La PUC siempre envió un mensaje claro: “Estamos por la vida del que está por nacer”. ¿Cómo entendemos entonces de que no inscriban en sus listas de espera a los niños y niñas pobres? Pareciera que están por la vida hasta que el niño o la niña nacen. Todos te dicen que no debes abortar pero una vez que el bebé nace, debes vértela tú sola y si eres pobre y tu hijo o hija está enferma, peor aún. Todos se olvidaron de él o ella, pues todos estaban mirándote para que lo tuvieras y una vez que lo hiciste, tú y el niño o niña, están solos.

Ésta es la contradicción de los pro vida. Estar pendientes de que haya parto y después se olvidan. No les importa si el niño o niña no era deseado y tiene un mal apego. No hay ayuda para la madre y si la madre y el hijo o hija son pobres el problema se multiplica. Eres invisible. Están solos.

Esto también nos llama a analizar cómo son las listas de espera para trasplante de órganos en este país. Para ser admitido en la lista de espera, tienes que pasar por una evaluación por Psicóloga o Asistente Social y si el niño o niña es pobre o tiene pobre red de apoyo, no puede ser admitido. Esa es la realidad. Además, consideremos que el trasplante de corazón no es GES, tampoco el de pulmón y otros órganos. Como Psicóloga, en una ocasión hice una entrevista a varias personas trasplantadas de diferentes órganos: riñones, páncreas, pulmón y corazón y recuerdo que la chica trasplantada de corazón vestía de negro, no sonreía y mostraba una gran amargura. Entendí por qué cuando me contó que mantener su trasplante le costaba más de un millón y medio de pesos cada mes y que debía trabajar sólo para pagar los medicamentos inmunosupresores y no le alcanzaba para poder vivir o pagar el arriendo de una casa. También entrevisté a personas trasplantadas de pulmón y me di cuenta que eran diferentes a los demás. El trasplante de pulmón costaba cerca de 80 millones de pesos y a quienes entrevisté (no sé si fue coincidencia o no), eran personas ligadas TODAS a las Fuerzas Armadas, donde tuvieron apoyo económico para pagar el trasplante. Estaban felices y rebosantes pero yo me fui pensando: ¿por qué sólo había gente de mucho dinero trasplantada de pulmón?, ¿qué hacían las personas sin recursos? Creo que la respuesta es obvia.

Los trasplantes, de cualquier órgano, son caros en Chile, pues no es llegar y trasplantarse, hay que tomar drogas inmunosupresoras de por vida que son carísimas y no son GES. Tenemos entonces una arbitrariedad muy compleja y una discriminación: hay salud para los ricos pero no para los pobres. Esta paradoja se complica aún más cuando hablamos de una niña que es pobre, porque ser niña y ser pobre, es doble riesgo, pues no hay apoyo alguno del Estado y de las instituciones de salud y no sólo esto acaba aquí, sino que si lo analizamos a la luz del debate pro vida, esto es una hipocresía de la sociedad chilena. Luchemos para que los fetos nazcan pero si luego están enfermos, son pobres o la madre tiene problemas, todos se hacen los tontos. ¿De qué estamos hablando entonces? Que sociedad más doble estándar.

Creo que la Universidad Católica tiene mucho que explicar al Estado. No sólo forman médicos, Enfermeras y Matronas conservadoras, no entregan métodos anticonceptivos en los consultorios suyos ni realizan abortos terapéuticos, sino que además, trasplantan sólo a niños y niñas ricos. Los pobres quedan afuera y claro, si hasta los alumnos de esa universidad son ricos. A lo más dan una beca para sentirse bien ellos mismos a alguien que tiene buenas notas en la escuela para que sea invitado a participar de ese mundo de élite.

No es aceptable, que existan instituciones de salud religiosas que impongan conceptos moralistas que van en desmedro de la salud pública. No es aceptable que existan instituciones de salud religiosas que hacen todo lo posible para frenar los abortos de las mujeres que desean abortar y después sean responsables de la muerte de una niña porque no la trasplantaron por ser pobre. Personalmente creo, que la universidad católica no debiera recibir más aportes del Estado y creo que es el Estado el que debiese hacerse cargo de garantizar la salud para todos y todas por igual, seas rico o pobre. Dejar esto en las manos de privados, moralistas doble estándar, es jugar con la vida de la gente, como ocurrió en el caso de esta niña que ahora está muerta. ¿Qué responden ahora los pro vida de la Católica?

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