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17 de Julio de 2018

La gran oportunidad de Chile

Con sólo el 0,5% de la superficie total del desierto de Atacama con paneles fotovoltaicos se puede generar el 100% de la energía eléctrica requerida por todo el país. Una producción mayor propiciaría la exportación de este recurso.

Por Lorenzo Reyes Bozo
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Lorenzo Reyes Bozo es Director Investigación, U.Central

Actualmente, la necesidad energética de nuestro país depende mayoritariamente de combustibles fósiles, que alcanza cerca del 60%. Este recurso debe ser importado, es finito y además genera contaminación de diferentes formas.

Chile presenta atributos geográficos y climáticos para generar energía por fuentes renovables, en especial, para desarrollar energía solar fotovoltaica y eólica. El norte, presenta uno los mayores índices de radiación solar en el mundo (ideal para la 1era) y en distintas zonas del país, frecuentes ráfagas de viento (clave para la 2da).

Para dimensionar este potencial, con sólo el 0,5% de la superficie total del desierto de Atacama con paneles fotovoltaicos se puede generar el 100% de la energía eléctrica requerida por todo el país. Una producción mayor propiciaría la exportación de este recurso.

El gran desafío no radica en la generación de energía renovable, que para Chile es una oportunidad, el problema es el almacenamiento. Esto en el entendido que cuando es de noche, no se genera solar fotovoltaica o cuando no hay viento no existe generación eólica, por ello es clave el almacenamiento para cuando esto ocurra.

La solución a este desafío es el hidrógeno, elemento clave para el almacenamiento y distribución. A nivel mundial, la forma más común para almacenar energía es la pila o batería. Su problema es el costo de mantención, vida útil e imposibilidad de exportación. En cambio, el hidrógeno permite ser una fuente de almacenaje que permite conectar las dos principales redes de distribución de energía, las redes eléctrica y de gas. A partir de hidrógeno se puede producir energía eléctrica, usarlo directamente en transporte, mezclar con CO2 para crear metano sintético, con nitrógeno para crear amoniaco verde, entre otras. Todas estas opciones con diversas aplicaciones.

Estamos frente a una oportunidad, que de la mano de políticas públicas que aseguren estabilidad, el aporte de la empresa privada y el desarrollo de la investigación, nos permitan en 10 a 20 años cubrir un porcentaje importante de nuestra necesidad energética y comenzar, ojalá, a exportar este recurso requerido a nivel mundial.

 

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