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4 de Febrero de 2019

Diacero, Saiko y Lucybell: La importancia de las canciones

"Canciones cantadas a coro por casi todos los asistentes el viernes en un Teatro Coliseo muy concurrido, demuestran algo diferente y que la música es inmensamente más compleja que las actuales tendencias de trap y reggeaton en Spotify".

Por María Fernanda Quiroz
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María Fernanda Quiroz es Periodista, columnista de música y cine. Twitter: @FeQuiroz

El viernes primero de febrero de este 2019 será recordado como el día muy especial. El día en el que dos bandas chilenas de larga y reconocida trayectoria como “Lucybell” y “Saiko”, se reunieron en un evento único con miembros originales de “La Ley”, ahora “Díacero”, para presentar un maratónico show de un poco más de tres horas, cargado de los sonidos de los noventas y a través de los cuales pudimos recordar las cosas lindas, esperanzadoras, pero también otras más decadentes y desoladoras de la música nacional.

Partamos por las cosas lindas. Escuchar a “Lucybell” es como estar permanentemente enamorado, un recorrido profundo por emociones luminosas, sombrías y que a veces transmiten angustia, un poco de desesperación y vacío. Todo dramatizado en la voz inconfundible de Claudio Valenzuela, quien con su susurro grave y aullidos que nos recuerdan a Sandro, es capaz de transmutar la balada al rock contemporáneo y querer hacernos volver una y otra vez al placer de la melancolía.

Lo que entrega la banda formada en 1991 siempre es sólido y potente y en este sentido, Eduardo Caces (bajo), junto a Coté Foncea (batería) son fundamentales para impregnar todos los temas con un toque pesado.

Denisse Malebrán, voz de “Saiko”, representa a la mujer chilena moderna empoderada, sencilla, talentosa y que por lo mismo y de forma lamentable (acá va un poco de lo decadente) ha tenido que enfrentarse y responder al machismo siempre tan latente en nuestro país. En coherencia a su profesionalismo y entusiasmo, Denisse fue la única artista que compartió escenario con las tres bandas y que en cada ocasión que pudo, aprovechó de comunicar lo inédito del evento, la necesidad de la paridad en los escenarios nacionales y reconocer el talento de sus colegas mujeres, además de invitar considerar seriamente la importancia de “las canciones”, como una forma de criticar a un mercado musical saturado ritmos urbanos compuestos de no más de uno o dos beats y que se repiten de manera escandalosa en casi todos los temas, haciendo imposible distinguir a estos nuevos “artistas” o a sus “creaciones” y matando toda posibilidad de educar e incentivar el oído.

Canciones cantadas a coro por casi todos los asistentes el viernes en un Teatro Coliseo muy concurrido, demuestran algo diferente y que la música es inmensamente más compleja que las actuales tendencias de “trap” y “reggeaton” en Spotify u otras plataformas digitales en las que ni siquiera se pueden identificar muy bien los instrumentos cuando la música proviene de una “banda” y no de un computador.

Entre lo lindo y lo decadente, también debemos mencionar los difícil y es imposible negar la incomodidad que genera para muchos la ausencia de Beto Cuevas en himnos como “Doble Opuesto”, “Día Cero” o “Tejedores de Ilusión”, tres temas ícono de “La Ley” y que “Díacero”, la banda a cargo de abrir el espectáculo, supo integrar de manera consistente en medio de lo que fue la presentación de su álbum debut “Topografía”, donde Ignacio Redard, más que confundir con su registro vocal similar al de Cuevas, se diferenció de éste por un desplante y energía propia en el escenario.

Asimismo, los ex “La Ley” en pleno, junto a su joven y entusiasta cantante, sopesaron la ausencia de Cuevas con creces y se convirtieron en un punto de inflexión y tensión latente durante todo el espectáculo. Por una parte porque Luciano Rojas se presentó de manera consecutiva como el bajista de “Díacero” y luego de “Saiko”, hecho que hizo realidad el sueño de muchos fans, pero también porque fue inevitable recordar al recientemente fallecido Iván Delgado, letrista y multintrumentista tanto en “La Ley”, como en “Saiko” y coautor de conocidos temas como “Desiertos” y “Prisioneros de la piel”.

Toda la noche fue excitante arriba, abajo y tras el escenario, sin embargo, el clímax llegó casi al final cuando Mauricio Clavería se unió con la batería, junto a Denisse Malebrán a “Lucybell”, para tocar “Mataz”, una de las canciones más populares de la banda y que nos retrotraen a una época en la que todos los músicos presentes se destacaron por su inagotable creatividad, perseverancia y la apertura del rock más tradicional a los sonidos electrónicos e industriales por los que son reconocidos hasta hoy en Chile y el extranjero.

Para quienes se lo perdieron, “Lucybell” se volverá a presentar el próximo sábado 9 de febrero en el Huevo de Valparaíso, en el marco de su gira de verano que conmemora su álbum de nombre homónimo o más conocido como “disco rojo”. “Saiko”, en tanto, subirá al escenario del Casino Enyoy de Coquimbo el próximo 16 de febrero.

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