Secciones El Dínamo

cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
8 de Agosto de 2023

Sobre control de dineros públicos

Aquellas organizaciones que se dedican con seriedad al asunto por el que se les financia, merecen toda nuestra aprobación; las que se forman – o se deforman – para fines siniestros, merecen ser destapados, castigados y obligados a devolver los dineros mal habidos.

Por Tomás Szasz
Esto debe terminar. No solo ensucia al Gobierno y las autoridades regionales de turno sino, mucho más importante, desvía montos de dinero impresionantes a bolsillos corruptos de su real destino: los más vulnerables. AGENCIA UNO/ARCHIVO
Compartir

MUGRE, MUGRE, MUGRE; SUCIO, SUCIO, SUCIO…así solíamos cantar de niños, cuando jugábamos en el barro tirándonos esas bombas negras y desternillándonos de risa hasta las lágrimas.

Andrade, Montes, Jackson, Perez, Contreras, Ibáñez y quien sabe cuántas/os hasta las más altas autoridades, se dedican ahora a tirar excremento sobre los y las demás, cuán alegre fiesta en una playa de barro. Encima, uno ni se puede imaginar lo que pasa detrás de bambalinas. En realidad, no es algo alegre: es un espectáculo muy triste, muy mortificante. Hubiera sido todo más sencillo si lo que entre otras excusas ahora promete, por ejemplo, Andrade, en verdad se dispondrían y se hubieran presentado todos los comprobantes de compras, recibos, pagos, y demás justificantes de lo gastado y ofrecida la disposición de los dineros sobrantes. En lugar de esto y después de unos días calladitos, las y los involucrados ahora se portan como que recién salidos de la ducha y acusan de su propia basura en forma cínica y tragicómica a las y los demás.

A ver: seamos claros; daré un ejemplo, modestia aparte. El que suscribe, tiene una pyme exportadora que lleva sus operaciones en estricto orden hace más de 35 años. Cada tanto, al solicitar mensualmente la devolución del IVA a la Tesorería vía SII, éste último envía tipo 10 de la mañana un mensaje escueto, dando plazo de dos o tres horas a presentar todos los documentos de los últimos meses para justificar dicha solicitud. No hay problema: como debe ser, solo escaneamos copias de las facturas, comprobantes de embarques, cartolas bancarias y una lista explicativa al SII. Todo está a mano, ordenado y visible, a pesar de que NO SE TRATA DE PLATAS AJENAS, sino propias. Más claro, échele agua.

Si una fundación que opera con dineros públicos, es decir con NUESTROS DINEROS, debe tener sin excusas y evidentemente, una suerte de contabilidad, un registro de todo en lo que los gasta y con comprobantes, aunque no tenga la obligación de rendición; pues si no la tiene ¿cómo controla el flujo de caja? ¿Cómo justifica el destino de la plata? Es infantil – e inaceptable – argumentar que dado que no hay obligación de rendir, no se lleva control. Eso, automáticamente, hace nacer la sospecha de malversación, de robo, de corrupción. En el mundo de hoy no existe un descontrol creíble de manejo de fondos discrecional o sin rastro. Esconderse detrás de esa no-obligatoriedad para no deja dudas sobre apropiación indebida.

De esta inmensa cantidad de fundaciones y ONGs solo salen limpias aquellas que tienen sus cuentas en orden y que no abusaron, asignándose a sí mismos o sus amigos sueldos u honorarios injustificados; el resto, como de una playa de barro, salen evidentemente embarrados. Encima, al lanzarlo entre sí, dejan salir a relucir y ponen en duda la responsabilidad tanto de inspiradores, como de dadores y recibidores.
Es definitivamente obligatorio y urgente legislar severamente sobre el control de dineros del fisco (nuestros dineros) que se entrega a organizaciones civiles para reemplazar el Estado en tareas que las autoridades no pueden (¿o no desean?) ejecutar. Centenares de billones de pesos están involucrados; miles de personas, muchas – ahora se sabe – sin capacitación y solo por designación política o confraterna manejan – y, de paso, des-manejan – gran parte de ese monto. Esto debe terminar. No solo ensucia al Gobierno y las autoridades regionales de turno sino, mucho más importante, desvía montos de dinero impresionantes a bolsillos corruptos de su real destino: los más vulnerables.

Aquellas organizaciones que se dedican con seriedad al asunto por el que se les financia, merecen toda nuestra aprobación; las que se forman – o se deforman – para fines siniestros, merecen ser destapados, castigados y obligados a devolver los dineros mal habidos. Dineros lamentable- y generalmente ya desaparecidos.

Léenos en Google News

Notas relacionadas

Deja tu comentario

Lo más reciente

Más noticias de Opinión