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24 de Marzo de 2014

Vía chilota a la modernidad: Las contradicciones del presente turístico y comercial de Castro

Si bien hoy la mayoría de los castrinos concuerda con que el lugar donde se emplazó el mall no es el más adecuado, no les agradó que se pusiera en tela de juicio la determinación de la gente de la ciudad de tener un mall para satisfacer sus demandas.

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Solo hace algunos años atrás, no más de cinco, que el turismo en Chiloé ha cambiado sustancialmente. El anuncio de la construcción del aeropuerto, en la ciudad de Castro, movilizó a privados foráneos a la Isla que vieron una oportunidad: iniciar un turimo de “alto nivel” que aprovechara la movilización aérea para vender estadías cortas en hoteles de alta calificación. El encanto de la zona haría el resto.

Cada cual aportó lo suyo. Unos construyeron el Enjoy, otros hoteles, algunos compraron palafitos en Castro y Mechuque, otros hectáreas en la península de Rilán, en Cucao o en Tantauco. Así, cuando se abrió el aeropuerto, en noviembre del 2012, había toda una infraestructura preparada para la llegada de ese visitante.

Hoy, caminar por el barrio de Gamboa es encontrarse con otro Castro. Lo que antiguamente eran palafitos comunes y corrientes ahora son hoteles boutique, restaurantes y cafeterías. Un poco más al sur, sobre una loma, una serie de hoteles rodea al Casino Enjoy.

“Son personas que vieron una oportunidad de negocios, de tener un palafito y después reacondicionarlo para el tema turístico. Y como al primero le resultó, vino un segundo, y así sucesivamente hasta que empezaron a proliferar  hoteles boutique en el área palafítica”, recuerda el jefe de turismo de la Municipalidad de Castro, Héctor Caripán.

Todo esto, paralelo al visitante de siempre: el “mochilero”. Según cálculos del organismo, 250 mil turistas están llegando a la Isla de Chiloé al año, con un incremento anual del 8 a 9%. La mitad de ellos lo hace en verano.

El aumento de los visitantes también ha generado un fenómeno nuevo: la temporada buena –que generalmente se mide por la cantidad de ocupación de las camas disponibles, 600 en este caso- ya no es solo enero y febrero, sino que se ha extendido desde diciembre hasta mayo, registrándose además un  mayor ingreso de extranjeros.

Todo lo anterior derivó a  la necesidad instalada en la ciudad de construir un nuevo centro comercial, que terminó siendo el vilipendiado mall de Castro.

La polémica generada en el resto del país por la construcción del edificio, especialmente por su contraste con el entorno en el que está emplazado,  originó una molestia generalizada en la gente de la Isla. Si bien hoy la mayoría concuerda con que el lugar donde se emplazó la construcción no es el más adecuado, no les agradó que se pusiera en tela de juicio la determinación de la gente de la ciudad de tener un mall para satisfacer sus demandas.

Caripán señala que la gente quiere el mall por razones que ni siquiera pasan por lo comercial. “No tenemos muchos espacios abiertos y climatizados en invierno donde se junten, por ejemplo, los jóvenes. Por último en invierno, cuando haga frío, en lugar de estar mojándose en la plaza, nos tomamos un café, protegidos de la lluvia, con una vista panorámica preciosa”, dice.

Cristián Mancilla, propietario del  canal de TV local,  es más duro y afirma que “los que están en contra del mall son un grupo de personas de Santiago, que no conocen la realidad de Chiloé. Si usted le pregunta al chilote, éste quiere tener las oportunidades de oferta que hay afuera, pero no por eso va a vender su cultura y se va a olvidar de cómo se hace un curanto. Hay que pensar como chilote, que es lo bueno y lo malo para ellos”.

El auge del turismo de ‘varias estrellas’ y la llegada de nuevos visitantes es mirada con cierta distancia y aceptación por el castrino medio. Las hosterías y restaurantes son inalcanzables para sus bolsillos y sus preocupaciones son más cotidianas que aquello que los roza pero no los toca.

En la Isla hay otras falencias aún manifiestas en áreas sensibles de la comunidad. Las obras viales no son aún adecuadas –hace pocos días el alcalde de Castro, Nelson Águila, insistió en la necesidad de un bypass que saque a la Ruta 5 Sur del centro de la ciudad-, demandan en Salud tener a lo menos un Hospital de primer nivel, piden centros educativos estatales que cubran las necesidades de trabajo en la Isla, y urgen también por un programa de descontaminación serio en Chiloé.

El dirigente social Cristián Chihuay dice que no ve por dónde prospere el turismo si no se solucionan problemas medioambientales importantes, como la falta de un vertedero que tenga resolución sanitaria y manejo de la basura. “Chiloé tiene un paisaje muy bonito, pero cuando se habla de turismo yo pienso en toda la gente y no solo en los ricos que se manejan con la Cámara de Turismo… No se si tiene encanto para el turista ver toda la basura tirada en los bordes costeros”, dice.

Después del auge y caída de la salmonicultura en la Isla, Castro ha decidido convertirse en la ciudad ancla de Chiloé. Y mover el turismo por medio de “circuitos” que salen de la ciudad hacia localidades como Cucao, Dalcahue, Achao, Ancud, Tenaún y la Isla de Mechuque.

“Queremos convertir a Castro, y a Chiloé, en el cuarto destino turístico internacional de Chile de aquí al 2020. Torres del Paine, Isla de Pascua, San Pedro de Atacama, Chiloé, y luego Valparaíso”, dice Caripán convencido.

A orillas del lago Huelde, un conductor de microbús concuerda: “Mire amigo, Chiloé ahora es puta plata. ¡Pura plata!”.

 

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