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21 de Noviembre de 2014

El Metro es bueno

Pero muy pocos hablan fuerte y con convicción: el Metro opera con altos índices de seguridad uno de los sistemas más complejos y exigidos del mundo. El Metro de hecho planifica, diseña y ejecuta proyectos (con todas las dificultades que ellos implica) con muy buenos estándares de resultado final. Más aún, sin el Metro, Transantiago no tendría opción de funcionar.

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Esta no es una defensa corporativa ni pretendo aprovecharme del pánico para sacar ventajas. Pero de verdad creo que el Metro es bueno, que sigue siendo por lejos lo mejor que tenemos.

Y hablo con conocimiento de causa. Como arquitecto y diseñador urbano he sido parte de un equipo de profesionales que trabajó las estaciones de la nueva Línea 6 y también estuve a cargo del diseño de la Plaza de Maipú, conectada completamente con la estación del mismo nombre.

Y es desde ambas posiciones, la de arquitecto y la de ciudadano, que me cuesta entender el descuido con que se trata un sistema como este. Es inaceptable que una falla como la del viernes 14 se haya sostenido por un día completo, que los trabajos de mantención y los materiales inadecuados colapsen de esa forma a una ciudad. Es muy grave y no puede volver a suceder.

En estos días, todos han opinado. Y la mayor parte de esa opiniones han ido en contra del metro: “Que su gobierno coorporativo… Que la ausencia de Gerente General por tanto tiempo… Que los despidos de personal de mantención… Que la mala gestión…”. Cualquiera que los escuche diría que el Metro es una basura.

Pero muy pocos hablan fuerte y con convicción: el Metro opera con altos índices de seguridad uno de los sistemas más complejos y exigidos del mundo. El Metro de hecho planifica, diseña y ejecuta proyectos (con todas las dificultades que ellos implica) con muy buenos estándares de resultado final.  Más aún, sin el Metro, Transantiago no tendría opción de funcionar.

Pero así como la ciudad es enormemente vulnerable a fallas en el sistema de transporte, el Metro es vulnerable a la trampa de la política del corto plazo. Y es ahí justamente de donde debe ser rescatado.

En lo técnico, el tema está claro: el Metro no puede fallar y punto. Y eso implica recursos, capacitación, homogenización de tecnologías para recuperar la idea de sistema. Pero hay que re-encantarse con él, aunque esté “sobre-exigido”, como todos los metros de todas las ciudades con mas de cinco millones de habitantes.

¿Nos vamos a perder la oportunidad que se presenta?, ¿podemos ser creativos y “diseñar’ una forma en la que el Metro en nuestra ciudad, actúe de manera integral desde la movilidad, la planificación urbana y de proyectos fundamentales?.

Hay que desarrollar más ciudad, definiendo las cualidades urbanas mínimas para el aprovechamiento y captación de plusvalía que este otorga a la inversión privada. Más que seguir pegándole al Metro, tenemos que aprovechar esta crisis para reflexionar y responder. Hay que decirle a la ciudad que el Metro no solo va a funcionar, sino que va a funcionar mejor. Si eso significa darle más poder y autonomía que así sea. O además, pensar en una solución ciento por ciento política, en que un Intendente elegido democráticamente sea también presidente del Metro. Eso da presupuesto y poder suficiente para centrar en una persona, reconocible e interpelable, y con una herramienta clara para construir ciudad, que pueda hacer que el metro salga de los túneles y se enfrente al verdadero desafío de hacer ciudad.

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