Hoy, en el mundo de Axel Kaiser: taxistas, sindicatos y estudiantes “controlan el poder del Estado”

Mientras algunos estudiantes siguen protestando en las calles y llamando a movilizaciones porque demandan más intervención del Estado en la educación, hay alguien que cree que el Estado no solo ha intervenido lo suficiente, sino que incluso los estudiantes tienen el poder de controlarlo.

Se trata del director ejecutivo de la Fundación para el Progreso, Axel Kaiser, que en una columna en el Diario Financiero se refirió a una de las teorías de Milton Friedman, que dice que existe un “triángulo de hierro formado por políticos, burócratas y grupos de interés que hacen casi imposible el cambio por encontrarse en una posición que les permite controlar el poder del Estado para beneficiarse a expensas del resto“.

Según Kaiser, en Chile los estudiantes son parte de este triángulo “al haber logrado que todos nosotros le financiemos a una buena parte de ellos un bien de inversión sin que den nada a cambio y sabiendo que se trata de una política regresiva e injusta, pues esos dineros deberían, según todos los estudios serios, invertirse en educación temprana si se quiere hacer una diferencia real en movilidad social y desigualdad de ingresos”.

También se refiere a los taxistas como parte de este triángulo. Kaiser defiende que con la aparición de Uber, el gobierno en vez de haber velado porque haya más competencia “prefirió alinearse con otro grupo de interés organizado (los taxistas) que busca cerrar la competencia para beneficiarse a expensas de todos nosotros”.

“Otro caso grotesco es la reforma laboral diseñada para favorecer a los sindicatos en perjuicio de todos los demás trabajadores y consumidores del país, los que no solo perderán su libertad de asociación si el proyecto del gobierno se impone, sino que verán sus ingresos reducidos igual que el acceso a bienes y servicios por las innumerables huelgas que se organizarán”, dice Kaiser.

El autor de “La fatal ignorancia” también nombra a la industria del acero que pidió al Estado chileno garantizar un precio mínimo para poder seguir siendo competitivos, a expensas de aquellas industrias que deben trabajar con ese acero y que deberán pagar un precio inflado.

“Si Milton Friedman estuviera hoy de visita en Chile, el país más próspero de la región gracias a las ideas que él contribuyo a popularizar y difundir, se demoraría cinco minutos en destruir estos argumentos proteccionistas”, concluye la columna.