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5 de Diciembre de 2019

La evolución de las proyecciones económicas que se derrumbaron con el último informe del Banco Central

Hace un año el crecimiento estimado para 2019 era bastante mayor al 1% anunciado este miércoles, escenario marcado por el miedo a una recesión tras el estallido social del 18 de octubre.

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proyecciones económicas
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La palabra “recesión” sigue atormentando a la economía chilena, esto luego de que el Banco Central diera a conocer el cuarto Informe de Política Monetaria (IPoM) del año, donde corrigió sus proyecciones económicas.

En el informe de diciembre de 2019, el organismo indicó que el PIB del país crecerá un 1%, muy por debajo del 2,25% y 2,75% que estimó el IPoM de septiembre.

De esta forma, el crecimiento sería el más bajo  desde la crisis subprime que se vivió durante 2009, cuando la economía se contrajo un 1,6%.

Sobre el año 2020, considerando que las proyecciones económicas del IPoM “se construyen en un contexto de mayor incertidumbre que la habitual” a raíz de la crisis, el Banco Central indicó que el PIB de 2020 crecerá entre 0,5% y 1,5%, por debajo del rango entre 2,75% y 3,75% estimado en septiembre.

Del optimismo a la preocupación

La proyección económica para las finanzas chilenas eran muy distintas hace un año atrás. El IPoM de diciembre de 2018 estimaba que la economía crecería entre 3,25 y 4,25% en 2019.

“Las condiciones financieras internas siguen siendo favorables. Por un lado, las tasas de interés de largo plazo y los indicadores de riesgo local han permanecido estables, mientras que las tasas de menores plazos han aumentado en línea con los desarrollos de la política monetaria”, explicaba el Banco Central hace doce meses.

Agregaba que “la estabilidad de los mercados financieros internos contrasta con lo sucedido en otros países emergentes, apoyada, entre otros, por el rol amortiguador de la flotación cambiaria y la amplia disponibilidad de financiamiento interno”, destacando un precio del dólar $660 y $690.

En ese momento, se mencionaba como un potencial peligro el conflicto comercial entre Estados Unidos y China, y la incertidumbre en torno al Brexit. Asimismo, recordó que “la economía se ha desacelerado respecto de comienzos de año, lo que era un fenómeno largamente anticipado. No obstante, esta desaceleración podría ser algo más persistente si el consumo no retoma el dinamismo esperado”.

Luego, en el IPoM de marzo de 2019, se destacaba que la actividad económica interna recuperó su ritmo de crecimiento liderada por la inversión”. Sin embargo, ante un escenario internacional más complejo, se reajustaron las proyecciones económicas y se estimó que la economía chilena crecería en 2019 entre 3 y 4%.

“Este rango es algo inferior al proyectado en diciembre (3,25 y 4,25%), lo que se explica por un desempeño del sector minero menor al esperado entonces”, se indicó en momento. En marzo, además, se estimaba que “es posible que la fuerte inmigración de los últimos años tenga un efecto mayor sobre el crecimiento y la inflación.

En junio de 2019, el IPoM volvió a bajar sus proyecciones económicas de crecimiento luego de que la actividad redujera su tasa de expansión anual en el primer trimestre por debajo de lo esperado.

Agregó como amenaza la intensificación del conflicto entre Estados Unidos y sus principales socios comerciales, “lo que ha aumentado la aversión al riesgo, afectando la valoración de los activos, las monedas y las materias primas, así como los términos de intercambio para Chile”. Para el 2019, entonces, se esperaba que el crecimiento del PIB se ubicara entre 2,75 y 3,5%, por debajo de lo previsto en marzo.

Finalmente, en el IPoM de septiembre de 2019, se reconoció que las tensiones comerciales aumentaron la incertidumbre global, mientras que el crecimiento se desaceleró en distintos países y los volúmenes de comercio descendieron. De esta forma, se estableció que el PIB aumentaría entre 2,25 y 2,75%.

Emplazamiento al mundo político

En su último informe de proyecciones económicas, el Banco Central comenzó reconociendo que “el escenario macroeconómico sufrió un cambio abrupto a partir de mediados de octubre”.

El Banco Central señala que la crisis que se inició el 18 de octubre se ha caracterizado por demandas sociales que han llevado a la discusión de cambios institucionales relevantes —como una nueva Constitución— y mayores presiones en el gasto fiscal.

“Este proceso; sin embargo, ha sido acompañado de episodios de violencia significativos y prolongados, los que han provocado importantes disrupciones en el sistema productivo, incidiendo fuertemente en una menor actividad y debilitando el empleo”, expresó el Banco Central.

Señala además que se muestra un aumento relevante de la incertidumbre y un deterioro de las confianzas que estarían amplificando estos efectos. “Los mercados financieros se han visto tensionados por fuertes movimientos en los precios, que en algunos casos han ido más allá de lo justificable por la mayor percepción de riesgo país“, agregó.

En esa línea, el ente regulador indicó que “las proyecciones de este IPoM se construyen en un contexto de mayor incertidumbre que la habitual. El escenario base supone un patrón de recuperación de la economía que se inicia incipientemente en diciembre, y luego prosigue con una mejoría paulatina de la demanda. Una condición clave para que este escenario se cumpla, es que la incertidumbre se reduzca significativamente y que los distintos sectores económicos puedan retomar sus procesos productivos”.

En ese punto hace un llamado directo a los actores políticos y sociales, haciendo un llamado a lograr acuerdos, tal como se ha hecho en otros países.

“Dado el origen de la incertidumbre, su reducción depende de que se generen acuerdos transversales entre distintos actores sociales. (…) Aquellas sociedades que han logrado acuerdos que mejoran la institucionalidad y gobernabilidad pueden transitar por estos cambios profundos con efectos acotados en la actividad y el empleo. Sin embargo, de no darse este escenario, la evidencia sugiere un panorama para la economía que será significativamente más sombrío, donde incluso el empuje conjunto de la política monetaria y fiscal será insuficiente para evitar una recesión y un aumento persistente del desempleo”, concluye el Banco Central.

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