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30 de Julio de 2020

Las denuncias de abuso y violación que dejaron en prisión preventiva a Tito Fernández

El cantante nacional fue trasladado hasta Santiago para cumplir con las medida cautelar durante el periodo que dure la investigación.

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Tito Fernández prisión
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Noventa días deberá pasar en prisión el cantante nacional, Humberto Baeza Fernández, más conocido como Tito Fernández, El Temucano, luego de ser acusado por tres delitos de abuso sexual reiterado y tres de violación.

En la instancia, el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago acogió la solicitud de la Fiscalía, decretando así la medida cautelar que mantendrá a Tito Fernández en prisión preventiva en  la capital, tras ser trasladado desde Puerto Varas por personal de la Policía de Investigaciones (PDI).

Al igual que la Corte de Apelaciones de Temuco, en el caso de Martín Pradenas, el tribunal dio por acreditados los hechos, ante lo cual decidió considerar el antecedente de que el imputado incurrió en estos delitos de forma sostenida y contra distintas personas en entre los años 2010 y 2016 , para decretar el cumplimiento de la mencionada medida cautelar.

Relatos de una secta

Fue en agosto de 2018 cuando el país se impactó con las fuertes denuncias que se presentaron contra artista, y que lo sindicaron como el líder de una secta.

De acuerdo a los relatos de las víctimas, los hechos ocurrieron cuando Fernández lideraba, en el Centro Integral de Estudios Metafísicos, un grupo al menos 13 personas que se reunía en el Sindicato de Folcloristas.

Según las denunciantes, el cantante hacía más que compartir  sus enseñanzas espirituales –a través de un texto elaborado por él– ya que posteriormente eran invitadas al “club secreto” de Tallis, donde tenían que mantener relaciones sexuales con él, de esta forma Tito Fernández podía “mantenerse brillando como una luz para el mundo”.

En declaraciones que realizaron las mujeres a The Clinic, sin dar a conocer su identidad, aseguraron que El Temucano se hacía llamar “maestro” y que persuadía a las víctimas diciéndoles que tenían un don, por lo que él les otorgaría trabajos de gran relevancia para la secta, y que básicamente era sostener relaciones sexuales bajo violentas y extrañas formas.

Las afectadas recibían por mail las citaciones para asistir a los encuentros en los que debía traspasar su energía hacia el maestro por medio de encuentros sexuales. Antes de llevar a cabo la reunión debían las mujeres debían hacer curioso un juramento.

“Le pertenecemos al maestro, le hemos dado nuestra energía”, eran parte de las palabras que debían incluir en su juramento, además de comprometerse a ser leales, guardar silencio y ser obedientes.

Incluso, el artista las re-nombraba con identidades relacionadas con diosas mitológicas. Según el testimonio de la primera  víctima, ella fue nombrada como “Thara, la dueña de los pensamientos del maestro”.

“Él nos pedía que nos saludáramos de besos en la boca y que a las reuniones de Tallis fuéramos con falda. Entonces él se acercaba y pasaba una a una tocándonos la vagina”, relató la mencionada denunciante.

Mientras que en relación a los rituales que realizaba Tito Fernández, indicó que coordinaron un encuentro en un motel, ya que debían concretar un “trabajo”.

“Me dijo que ese era un trabajo fome, pero que había que cumplir (…) para mi sorpresa, no había tal prueba, sino una violación. Hice todo lo que me pidió, pero no me tuve que desvestir, ni excitarlo, nada. Él hizo su trabajo no más”, sostuvo.

Encuentros “espirituales”

Según lo expuesto por una segunda denunciante -nombrada Kamir, la dueña de los actos inconscientes del maestro- mantuvo diversas conversaciones con el artista y finalmente aceptó los “trabajos” que tenía que hacer, porque estaba convencida de que se trataba de algo “espiritual”.

“Pensé que sería algo esotérico, espiritual. No pensé que era de contacto directo”, explicó.

Con el tiempo se sintió amenazada indirectamente, hasta que vivió en carne propia el abuso y violación. La mujer cuenta que cuando fue llevada al motel creía que “era una señal de que esto era importante (…) él quería que yo, por ser bailarina, me sacara la ropa de algún modo sexy y a mí no me salía. No podía actuar. Y me violó”.

“No tuvo ni un cuidado, ni un gesto cariñoso. Para él, nosotras éramos esclavas sexuales, nada más”, agregó la afectada.

La mujer sostuvo que logró encarar al cantante, tras darse cuenta que todo era un engaño para abusar sexualmente de ella. “Te vengo a decir que no creo nada de lo que dices. Mi energía es mía, no te la voy a dar nunca más ¡Erís un viejo chanta!”.

La carencia de lo sagrado

“Mérope, la encargada de los sufrimientos del maestro”, así fue bautizada en la secta la tercera denunciante, quien estuvo asistiendo a las reuniones como oyente por un tiempo, antes de –si saberlo– convertirse en otra víctima.

La afectada, que tenía problemas de autoestima cuando decidió unirse, coincidió en lo relatado por las otras mujeres, y detalló el juramento de lealtad hacia Tito Fernández: “En ese momento me había puesto la punta de la espada en el cuello, en la zona de la tráquea. Aunque estaba vendada, sabía que eso era un arma ¿Qué podía hacer?”.

“Me miraba con la cara del típico viejo verde que una se cruza en la calle, que de sagrada no tenía mucho, pero yo hasta me sentía mal por observar ese tipo de detalles (…) Para mí fue doloroso y asqueroso. Él no usó ninguna protección y no se lavó. Lo que más me pasaba por la cabeza era: “¿De qué mierda me voy a enfermar?” No pensé en embarazo, pensé en infecciones”, recordó la mujer, en relación al encuentro que sostuvo con el cantante en el motel.

Durante el año de recolección de antecedentes, el cantante negó haber abusado de las mujeres y aseguró que tuvo relaciones sexuales consensuadas con ellas, en más de una oportunidad.

La fiscal a cargo del caso, Mariela Cid, sostuvo que “el imputado era líder o maestro de este centro, donde las víctimas acudían debido a una vulnerabilidad emocional que tenían en esa época, ellas buscaban cubrir y llenar un vacío espiritual”.

La persecutora agregó, tras la formalización, que El Temucano “se aprovecha de este perfil, de esta vulnerabilidad, de este poder que ejercía en ese centro y comete los delitos”.

La fiscal indicó que por los delitos de abuso sexual reiterado, Fernández arriesga penas de prisión que parten desde los 5 años y 1 día a 10 años. Mientras que por los de violación reiterada, la pena es de 10 años y 1 día a 15 años.

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