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1 de Diciembre de 2020

El impacto del COVID-19 en la lucha contra el Sida en Chile: contagios crecen 7%

La pandemia del coronavirus podría llegar a significar un aumento de diversas enfermedades, entre ellas el SIDA, la que ya se ha combatido por años a nivel mundial.

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VIH SIDA Se registró un incremento del 7% en los casos. Foto: Agencia Uno.
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Cerca de 38 millones de personas a nivel mundial están contagiadas con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y pese que las organizaciones ligadas a la salud han impulsado campañas y acuerdos con las autoridades de los distintos países, los casos continúan aumentando.

En pandemia, Chile no se ha quedado fuera de las cifras que indican que en Latinoamérica se han incrementado los contagios en un 7% durante el 2020, según ONUSIDA.

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ataca el sistema inmunológico, debilitando a su vez las defensas contra muchas infecciones y otras enfermedades graves que incluso podrían llevar a la muerte, en caso de que no se trate a tiempo, ya que a medida que el virus destruye las células inmunitarias, se puede alcanzar la fase más avanzada de la infección llamada Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), la que incluso podría tardar años en presentar síntomas que alerten al portador.

Pese a han pasado más de 40 años desde su detección, aún no se encuentra una cura para esta enfermedad, pero actualmente se han descubierto tratamientos con antirretrovíricos que permiten mantener controlado el virus y prevenir la transmisión a otras personas.

Sobre esto último, y en el contexto de la conmemoración del Día Mundial del Sida, el médico Alberto Stella, director regional de ONUSIDA para Latinoamérica, detalló a EL DÍNAMO el avance de los países en los acuerdos para intentar erradicar la enfermedad, los que están ligados con el acceso de los tratamientos a las personas consideradas como claves.

La comunidad internacional y nuestro país se sumaron al objetivo de acabar con la epidemia en 2030, el  que se enmarca en la agenda para el Desarrollo Sostenible de 2015, la que establecía metas que debían cumplirse este año y que lamentablemente no fueron alcanzadas por todas las naciones.

De acuerdo a Stella, lo ideal era que los países lograran que “el 95% de las personas que tienen VIH /SIDA conozcan su diagnóstico, que el 95% de éstas se realicen el tratamiento y que el 95% de las que acceden a tratamiento tenga carga viral indetectable, de esta forma no existe la posibilidad de transmitir el virus”.

En ese contexto, destaca que sólo 14 países cumplieron con el compromiso y que si bien muchas naciones tuvieron logros importantes, aún los avances y adelantos entre ellos son “profundamente desiguales”.

“Cuando analizamos la razón de esto, detectamos que es por las brechas que todavía existen en el acceso a servicios y en el ejercicio de los Derechos Humanos. Por tanto, el estigma y la discriminación continúan siendo las barreras más importantes para el acceso transversal a prevención, tratamiento cuidados y apoyo”, argumentó.

Los desafíos de Chile para acortar las brechas

El director de ONUSIDA sostuvo que se ha incrementado el porcentaje de población joven que contrae la enfermedad, lo que también se vio reflejado en Chile, por lo que llamó a que se mejoren las estrategias para detectar en qué población se registra el mayor número de infecciones y de esta forma trabajar de con ellos de manera personalizada.

Stella recalca que nuestro país se ha caracterizado por la aplicación de testeos masivo en población general, lo que le ha permitido superar el 80% de las personas con VIH que conocen su diagnóstico, pero luego aún se mantiene una brecha en el acceso a terapia, ya que sólo un 60% de los más de 72 mil infectados a nivel nacional accede a un tratamiento.

“Incluso, tenemos una brecha de diagnosticados que aún sabiendo que tienen VIH, no son vinculados a un servicio de salud”, alertó.

En ese contexto, Alberto Stella sostiene que para Chile “lo fundamental es hacer un análisis profundo de dónde están las brechas y de trazar líneas estratégicas que permitan poner en práctica todo lo que hemos aprendido en más de 40 años de epidemia y redoblar los esfuerzos y el compromiso”.

En Argentina –que registra cerca de 130 mil personas viviendo con VIH SIDA– se han disminuido a un 18% los porcentajes de diagnósticos tardíos, un indicador que demuestra que si se realizan los procesos a tiempo se puede evitar que las personas transmitan el virus a otros.

“En los países latinoamericanos el porcentaje de diagnóstico tardío es de un 20%, en promedio. Esto es un número muy alto todavía, lo que nos lleva a seguir evaluando estrategias para disminuirla. En Argentina se logró una disminución bastante tímida y se necesita aún redoblar los esfuerzos”, indicó Stella.

En ese contexto, pero en relación a la situación de Brasil, el director de ONUSIDA explicó que pese a que son una de las naciones que no tiene la mayor prevalencia del virus en la región, es el país con la carga epidémica más alta, también registró un aumento de nuevas infecciones en la población joven de las poblaciones vulnerables, mayormente homosexuales.

“Esto nos llama profundamente la atención, porque quiere decir que un muchacho gay que actualmente todavía atraviesa barreras importantes para vivir su sexualidad de manera sana, responsable y con derecho al placer –que es después de todo un derecho fundamental– quiere decir entonces que el trabajo tiene que ser en esos renglones”, agregó.

El combate contra el VIH en medio de la pandemia

El coronavirus sin lugar a dudas trajo consigo una serie de consecuencias, así como también demostró la fragilidad de los sistemas de salud, y que según informes de la OMS y la Cepal, el epicentro de la pandemia podría ubicarse actualmente en Latinoamérica, que es donde se registran los impactos más fuertes en materia económica y social.

Es por esto que la campaña de este añ0 en contra del Sida tiene como slogan “Solidaridad mundial, responsabilidad compartida”, porque según ONUSIDA sólo a través de esto podremos llegar a controlar estas epidemias.

“Cuando hablamos de responsabilidad compartida es porque ese principio es el que permitió a lo largo de la historia de la epidemia del VIH, la movilización de las comunidades y el compromiso de los Estados para ir hacia la erradicación de la epidemia”, complementó Alberto Stella.

El médico recalcó que el COVID-19 no solo dejó en evidencia las falencias en los sistemas de salud, que en la gran  mayoría de los países colapsó, sino que también significó el aumento del empobrecimiento, lo que a su vez genera un aumento de las vulnerabilidades que “podrían conllevar a un aumento de estas epidemias como el VIH / SIDA , otras enfermedades de transmisión sexual y  la tuberculosis, las que están muy vinculadas a los determinantes sociales de vulnerabilidad”.

El próximo año la Asamblea General de la ONU deberá reunirse de forma extraordinaria para revisar los logros que se han obtenido y las brechas que aún permanecen en la respuesta de los países al VIH/SIDA.

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