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23 de Noviembre de 2022

Jorge Heine: hablemos de Xi-na con uno que sabe

En el contexto de la visita de Gabriel Boric a Tailandia al encuentro de la APEC, el ex embajador de Michelle Bachelet en China, autor del libro lanzado  en junio, “Xi-na en el siglo del dragón”, comenta cómo lo han hecho y lo están haciendo las nuevas autoridades en su relación con la potencia liderada por Xi Jinping. Y de las desestimadas side letters, afirma: “Corten pronto el tema; ya está bueno”. 

Por
"Me tenía preocupado que este gobierno tuviera el Asia Pacífico un poco botado. Este encuentro en la APEC espero les haya abierto los ojos y permitido ver la importancia del tema".
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–China es una civilización milenaria y un país enorme, que siempre ha estado regido de manera  centralizada. A mí me parece que es muy ingenuo que naciones con algunos siglos de existencia pretendan imponerle su forma de organización a una cultura ancestral. Yo soy tan respetuoso de los derechos humanos como el que más, pero centrar el debate en torno a ese punto en relación a China no ayuda a entender bien las cosas.

El ex embajador en China del segundo gobierno de Michelle Bachelet, Jorge Heine (74) responde así sobre la represión y la falta de libertades allí; sobre el autoritarismo de su actual líder, Xi Jinping, al que conoce personalmente y llama “el presidente Xi”; sobre las imágenes de la expulsión a la fuerza del ex presidente Hu Jintao del Congreso del Partido Comunista, que le recordaron al mundo las purgas de la época de Mao; sobre la repasada que le hizo Xi a su homólogo canadiense, Justin Trudeau, en la reunión del G-20 en Indonesia por andar ventilando conversaciones privadas… En fin, sobre la lista de situaciones que desconciertan a los países nuevos de Occidente en torno al ser chino y su actual gobernante.

Heine, hombre culto, gran conversador, abogado, cientista político, académico, hoy y desde hace tres años hace clases en la Escuela Pardee de Estudios Globales de la Universidad de Boston. Además de avezado diplomático, lanzó hace tres meses en la Universidad de Chile su libro “Xi-na en el siglo del dragón”, donde narra desde el conocimiento directo las particularidades de la China de hoy y tiene una bajada tentadora: “Lo que todos deben saber sobre China”.

En estos días de noviembre en que conversamos, su libro cobra todavía más sentido: los presidentes Biden y Xi se han saludado por primera vez como presidentes de los dos países más poderosos del mundo, conversaron por tres horas y coincidieron en que “nunca se puede librar y menos ganar una guerra nuclear. Eso para luego observar juntos la caída de un misil en una granja polaca, lo que puso al mundo por algunas horas a un tris de la tercera guerra mundial, según muchos analistas.

-Yo llegué en calidad de embajador en 2014 a China. Entonces Xi Jinping llevaba ya un año asumido como presidente de la República Popular China. Le presenté credenciales, luego él viajó a Chile en 2016, a un pequeño país esquina con vista al mar, como yo digo. Antes había estado en Chile en dos oportunidades, como presidente del Partido Comunista Chino y como vicepresidente de China. Luego la presidenta Bachelet visitó China dos veces. Chile tiene un significado especial para Xi Jinping, pese a lo pequeños que somos. Hay datos significativos: hoy una de cada cuatro frutas que consumen los chinos procede de Chile y conseguir una botella de vino chileno es mucho más fácil en Shanghai que en Austin o en Washington.

Heine es una suerte de biblioteca ambulante que va soltando a cada rato números y referencias impresionantes. Dice: “China gasta el 2,7 por ciento de su producto interno bruto en investigación. Antes, se decía que los chinos eran buenos para copiar, pero no para innovar. Hoy en materia de trenes, inteligencia artificial, robótica, ellos están muy en la punta. Tienen actualmente a cuatrocientos mil estudiantes en las mejores universidades de Estados Unidos, todos matriculados en ciencias duras. Así van formando un capital humano muy significativo”. Y, acto seguido, afirma: 

–Hay tres líderes que han marcado China en la época contemporánea: Mao, que a partir de 1949 hizo que China recuperara su dignidad, después de un siglo llamado “de la humillación”. Después vino Deng Xiaoping, centrado en la reforma y apertura del país, el “arquitecto de la China moderna”, que hizo que cientos de millones de chinos salieran de la pobreza y trazó la senda de un desarrollo que ha llevado a China a ser una de las potencias económicas del mundo. Y el tercero es Xi Jinping, que busca hacer realidad el gran sueño chino. Él está interesado en que China recupere el gran sitial que el país tuvo históricamente. Su gran proyecto es convertirlo en el imperio del centro. Y a diferencia del sueño americano, que es individual, el de China es social, comunitario, nacional.  

¿Se desploma el gigante?

–Hay quienes sostienen que si China se convierte en “el salvador” de El Salvador, al estar en negociaciones para hacerse cargo de la deuda soberana de ese país, estaría comprándose un pedazo de Latinoamérica. ¿Cómo ves esa operación? 

–Existe una crisis económica generalizada en el mundo, que afecta especialmente a los países en desarrollo. Condonar deuda por parte de los países con más recursos no me parece que sea “comprárselos”, sino que contribuir a superar una situación crítica –responde sin dramatismo el ex embajador de Chile en China.

–Gabriel Boric estuvo media hora con Xi Jinping, le hizo reverencias al estilo japonés en el encuentro y luego hubo una declaración del gobierno chino diciendo que el presidente chileno apoya el ingreso de China al TPP11. ¿Qué opinas?

–La  importancia de la reunión entre Boric y Xi, la primera entre ellos, no debe ser subestimada. La declaración del gobierno chino subrayando el papel pionero de Chile en las relaciones con Beijing y el apoyo comprometido a China para su ingreso al TPP11 y a DEPA refleja la trascendencia que China otorga a su relación con Chile, como lo es también la invitación a Boric a visitar China en 2023. Estas invitaciones son administradas con gran cuidado, de modo que todo esto hace surgir la esperanza que Chile vuelva a poner en el foco de su política exterior al Asia Pacífico, algo que ha estado un poco dejado de la mano de Dios en los últimos años.

–¿Y cómo nos fue con las side letters o cartas laterales para “perfeccionar” el TPP11? 

–Más o menos no más, lo que era predecible. Yo espero que este tema se corte pronto y aprobemos de una vez el TPP11. Me parece que es un tema que debe cortarse ya. 

Le menciono lo que parece obstinación ideológica de gente como el subsecretario de relaciones comerciales internacionales, José Miguel Ahumada, e inspira para responder. Sostiene: 

–Chile tiene 30 tratados de libre comercio con 65 países, no hay nación que haya  firmado más tratados que nosotros. A mí me tocó firmar el con India y un upgrade al TLC 2.0 con China. Los tratados de libre comercio han sido fundamentales para el progreso de Chile en los denostados treinta años de la Concertación. Culparlos, por ejemplo, de la falta de industrialización es echarle la culpa al empedrado. En Chile, no tenemos industrias porque no hemos desarrollado políticas industriales. Hoy Chile tiene con China una relación comercial de 55 mil millones de dólares, siete veces más de lo que era en 2005. Tenemos un superávit en la balanza comercial con China, cuando en un inicio se decía que no íbamos a venderle nada a ese país. Chile importa más a China que Pakistán, que tiene 200 millones de habitantes y es uno de sus vecinos. Nosotros somos 19 millones y estamos en la punta del mundo y somos un socio comercial importante, lo que ha generado una relación privilegiada con China. 

Nos habla de las cerezas chilenas, que se venden a 39 mil pesos el kilo en Beijing. “Eso no es casual ni automático. Se debe a que hemos desarrollado protocolos, a que se ha hecho un trabajo consistente entre el sector público y el privado”. 

–Hoy, sin embargo, en materia de crecimiento, China no es lo que era. ¿Tambalea el gigante?

–La economía china está experimentando un frenazo, sin duda. Este año tiene una tasa de crecimiento de 3.5, que es la más baja desde 1976, menor que el promedio de Asia. Esto para mí tiene que ver con que que el gobierno ha cerrado muchas ciudades y provincias por lo del COVID-19. Mi apuesta es que una vez que empiecen a abrirse las ciudades, esa baja va a cambiar drásticamente. La gente encerrada no gasta, pero en la medida que se abran las ciudades, el consumo se verá estimulado. Hay quienes vaticinan que China se va a estancar y no va a superar a Estados Unidos antes de fines de esta década. Otros aseguran que eso no pasará nunca. Yo creo que todo depende de la apertura de las actividades post COVID.

Tremenda trilogía

Heine dedica su libro “Xi-na en el siglo del dragón” a sus dos hijos: Amory y Günther, que les han dado siete nietos, que van de los 13 a los 3 años, a él y a su mujer, la economista puertorriqueña, Norma Acevedo.

“Son un lindo lote”, afirma y cuenta que hace poco los nietos tres mayores estuvieron con ellos en Boston durante tres meses. “Los gozamos, además mejoraron mucho su inglés”, comenta con chochera el profesor que sigue haciendo clases, pese a que su mujer ya se jubiló. 

–¿Y tú? 

-Ya me llegará el turno. Eventualmente, me jubilaré. Y ahí me imagino volviendo a Chile. Ahora mi mujer está aprovechando su tiempo como jubilada y disfrutando mucho de Boston, que es una ciudad preciosa, llena de actividades estimulantes. 

Jorge Heine ha sido embajador en tres destinos y momentos apasionantes: “Primero Sudáfrica, que fue una experiencia notable. Fui el primer embajador que presentó credenciales al presidente Mandela. Debí escribir un libro sobre eso. El libro de China fue un poco una reacción al que no hice en esa oportunidad. Después estuve en India y, más tarde, me correspondió China”. 

–Qué envidiable conocer a Mandela. 

–Sí, y en una coyuntura notable, que me hace sentirme testigo de primera línea en la fila de la historia. Cuando le presenté credenciales, me salté una recomendación clásica de las relaciones exteriores en esas citas: no hablar de temas sustantivos. Pero decidí conscientemente hablarle de la experiencia chilena con la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación que vio el tema de los detenidos desaparecidos en dictadura así como de todos los que sufrieron vulneración de sus derechos humanos. A él le interesó mucho y me pidió que le mandara material, pero lo que había eran tres tomos de mil doscientas páginas en español, así es que me conseguí un resumen ejecutivo en inglés de 30 páginas y se lo mandé. Después, fue don Patricio Aylwin a un seminario, junto al ministro de Justicia nuestro. Finalmente, Sudáfrica se embarcó en el proyecto e hizo una Comisión de Verdad harto más ambiciosa que la chilena y les fue muy bien. Fue una experiencia gratificante y enriquecedora.

Mandela es para Heine parte del top five de los grandes líderes del siglo 20. Lo sitúa junto a Churchill, Gandhi, De Gaulle… 

–Era una persona extraordinaria, tan sencilla. Cuando se encontraba con mi señora en algún evento social, se acercaba y le decía: “Do you remember me?”. Eso te da una pauta de cómo era. Él podría haber sido presidente de Sudáfrica de por vida, pero decidió serlo sólo por un quinquenio y lo anunció al comienzo. Eso fue muy importante para institucionalizar la transición sudafricana. 
India hoy lo entusiasma tanto o más que China, dada su más expectante situación.  “Cuando se dice que este será el siglo de Asia, yo agregaría India, que es un continente, más que un país. A mí me nombró el presidente Lagos en 2003 como embajador en India, Bangladesh y Sri Lanka. Y logré las dos tareas encomendadas: la visita de Ricardo Lagos a India en 2005 y la firma de un acuerdo comercial en 2006. Si en 2003, cuando fui nombrado, el intercambio comercial era de 200 millones de dólares, en 2007 eran 2 mil millones de dólares. La India es una nación que se ama o se odia. Conozco personas que no han soportado lo que ven en las calles y a otros que aman su cultura, que cuenta con grandes intelectuales y científicos, destacados matemáticos. Yo, en lo personal, digo lo mismo que Martin Luther King cuando visitó el país: ´Yo cuando vengo a la India lo hago como peregrino´”. 

Con China logró lo que no hizo con Sudáfrica: escribir un libro, que resulta muy atractivo de leer, porque no es sólo un ensayo sobre desarrollo económico, sino el encuentro de dos mundos disímiles, aunque partan con el sonido Xi. 

–Para China, Chile representa mucho más de lo que uno cree. Existe un estudio que indica que entre 2010 y 2019 los países latinoamericanos con mayor número de visitas de alto nivel desde China fueron, primero, Brasil, y Chile, en segundo lugar. Brasil es obvio. Chile, ¿por qué? Porque China entiende que Chile, más allá de su tamaño, es un país de vanguardia, donde las cosas siempre pasan primero. Es como California a Estados Unidos, el estado donde todo sucede antes. Y eso los californianos lo consideran un gran activo. 

–¿Crees que el nuevo gobierno tiene conciencia de esa condición?

–Me tenía preocupado que este gobierno tuviera el Asia Pacífico un poco botado. Este encuentro en la APEC espero les haya abierto los ojos y permitido ver la importancia del tema. 

Como hombre culto, refinado, diplomático, Heine insiste en que tanto China como Chile son países de poetas. Que no hay ciudades donde el poder se sienta con más fuerza que en Beijing y Washington. Que conocer el futuro y sus ciudades es lo mismo que visitar Shanghai. Y que, aunque él habla cuatro idiomas, el chino cantonés se le fue en collera y suspendió sus clases. “Tiene ocho entonaciones distintas que pueden cambiar radicalmente el sentido de lo que se dice; realmente es muy difícil”. Y para comprender a la China de hoy y a su hermético líder, recomienda leer a Confucio. “Así como Mao despreciaba su obra como parte de la vieja china, Xi lo ha redescubierto”. 
Será por algo. 
 

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