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11 de Julio de 2014

Uso de energías renovables en Uruguay se convirtió en una realidad para los ciudadanos

En julio las cuentas de la luz bajaron debido a que en la actualidad el 84% de la electricidad del país procede de fuentes alternativas y desde 2008 invierte el 3% de su PIB anual en cambiar su estructura energética.

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La rápida introducción de las energías renovables en la matriz energética de Uruguay era hasta hace poco una noticia recurrente en la prensa especializada, un éxito teórico con cifras espectaculares. Hasta que este mes de julio se materializó en algo tangible para los ciudadanos: una disminución en la factura de la luz.

El cambio tiene su origen en las fuertes lluvias que llenaron los embalses este año y en una nueva realidad: el 84% de la electricidad de Uruguay viene de recursos propios como el viento, el sol, la lluvia o la quema de desechos de los cultivos agrícolas. Las energías verdes alcanzarán pronto el 40% de la matriz energética local cuando el promedio mundial no supera el 17%.

A partir de julio los hogares pagarán un 5,5% menos de tarifa eléctrica, las empresas pequeñas y medianas un 6% menos. Un alivio en un país donde la energía es cara. Si bien en los últimos años el precio de la electricidad ha ido subiendo por debajo de la inflación —lo que constituye un ahorro para el consumidor—, ahora el abaratamiento es directo.

Con poco más de 3,2 millones de habitantes, Uruguay no dispone de petróleo ni de gas y hasta hace poco la factura energética pesaba como una losa en la productividad del país. También condenaba a parte de la población a pasar frío y a considerar un lujo comodidades como el lavavajillas o la secadora de ropa. En Montevideo el invierno dura unos cuatro meses, pero los vientos marinos y una tasa de humedad que a veces llega al 98% lo hacen interminable.

Con un ingreso medio por familia de 41.000 pesos (unos casi US$ 1.800), la factura eléctrica mensual supera fácilmente los 5.000 pesos (unos US$ 217) cuando hay que añadir calefacción. Los hogares modestos, alrededor de un tercio de la población (el salario mínimo es de unos 9.000 pesos) aguanta como puede las inclemencias del tiempo. En colegios, universidades, oficinas públicas, es frecuente pasar frío.

Este escenario está cambiando rápidamente, como explica el principal referente en la materia del país, Ramón Méndez, director nacional de Energía desde 2008. “En Uruguay estamos hablando de una política a largo plazo y eso es central, muy pocos países en el mundo la tienen. Esa política fue acordada entre todos los partidos políticos”, asegura este doctor en Física que ha diseñado 25 años de revolución energética.

“La introducción de renovables aumenta nuestra soberanía energética. Es un tema de supervivencia de la economía. Todo esto permitió garantizar el suministro, cosa que históricamente en Uruguay no era trivial. A tal punto que el verano pasado exportamos a Argentina el equivalente al 50% de nuestro consumo”, dice Méndez.

Desde 2008, Uruguay invierte el 3% de su PIB anual en cambiar su estructura energética. El modelo uruguayo tiene características particulares: a diferencia de la vecina Argentina, de España o de la Unión Europea, “nosotros no subsidiamos la energía”, afirma el responsable uruguayo. El sistema está basado en la asociación del sector público y empresas privadas, la Dirección Nacional de Energía abre subastas y concursos, elige la tecnología más madura y rentable para el país. Uno de los mayores éxitos se ha registrado en la instalación de eólicas: “el viento es más estable que la lluvia, se repite todos los años, es un negocio financiero”, afirma Méndez.

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