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20 de Agosto de 2014

[Fotos] "Cultivando futuro y comunidad": América Solidaria y las huertas de autoconsumo

En América Solidaria se trabaja el tema nutricional de manera directa a través de los planes de salud, y también como un componente transversal en los demás proyectos ejecutados en las zonas más vulnerables de Chile y el Continente.

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Hace tres años, la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamó el 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF), visualizando su importancia en la superación de la pobreza, hambruna y seguridad alimentaria, mejorando los medios de vida, la gestión de los recursos naturales, la protección del medio ambiente y lograr el desarrollo sostenible, en particular en zonas rurales. Esta es una bandera que Fundación América Solidaria tomó e incorporó en el desarrollo de sus proyectos de superación de pobreza en Chile y el Continente.

Recordemos. Un 5 de septiembre del 2000 se reunieron los 189 Estados Miembros de las Naciones Unidas para generar y aprobar la “Declaración del Milenio”, que busca aunar los países en una dirección frente al nuevo milenio: reducir los niveles de extrema pobreza. Erradicar el hambre para el 2015 es uno de los primeros Objetivos, lo cual aún es considerado posible, a pesar de que se calcula que en todo el mundo hay 842 millones de personas desnutridas, y más de 99 millones son menores de 5 años.

En Chile, el trabajo de Huertas de Autoconsumo lo ha desarrollado el FOSIS, instituciones educacionales e iniciativas propias de la sociedad civil, pero aún se puede potenciar más, sobre todo si se conecta con el desafío de incorporarlo al currículo escolar y masificar su aplicación. Desde la Fundación América Solidaria se cree que no sólo debe ser impulsado dentro de las políticas nacionales, sino también, como parte de la política de cooperación internacional.Es así, como los proyectos de esta organización cobran un sentido más profundo, en donde el sueño es contribuir a la mejora continua de la calidad de vida de personas y comunidades en condición de desnutrición, de pobreza y/o exclusión mediante el acceso a una alimentación de calidad a través de la implementación y/o mejoramiento de huertas de autoconsumo familiares y comunitarias.

En América Solidaria se trabaja el tema nutricional de manera directa a través de los planes de salud, y también como un componente transversal en los demás proyectos ejecutados en las zonas más vulnerables de Chile y el Continente. El sustituir la “comida chatarra” por alimentos sanos mejora las oportunidades de todos los miembros de la familia: tanto desde los lactantes y niños, que tienen un mejor desarrollo neuronal y físico fruto de la adecuada nutrición, como de los más grandes, que tienen mayores factores protectores ante problemas de la malnutrición, como lo son la desnutrición, la obesidad, la hipertensión o enfermedades, como la diabetes, derivadas de una mala alimentación.

“El objetivo de estas huertas de autoconsumo son muy distintas dependiendo de las comunidades, por ejemplo en Guatemala la idea es poder contribuir a la problemática de la desnutrición, en donde uno de cada dos niños sufre de ella, las huertas son una apuesta para mejorar la alimentación, diversificando los productos para obtener mayores nutrientes, eso significa un ahorro y muchos beneficios a nivel familiar y comunitario. En cambio en Chile, el proyecto de agricultura urbana, busca contribuir en los aspectos de hábitos saludables, donde la problemática es la obesidad, y entornos con problemáticas de basurales”, explicaConsuelo Romano, Encargada de Proyecto Huertas en América Solidaria.

América Solidaria inició un proyecto de la mano de Fundación Junto al Barrio en la comunidad Los Nogales (Estación Central), donde el objetivo principal fue potenciar la participación comunitaria y generar espacios de encuentro entre los pobladores y en donde los resultados también incluyeron 41 huertas familiares y un huerto comunitario. “Fue una experiencia muy bonita porque convocó a la mayoría de los participantes no solamente para aprender sobre la huerta comunitaria sino también para generar lazos muchísimos más cercanos entre vecinos. La huerta no solamente fue un proyecto para producir alimentos para las familias, sino para generar todo un tejido social-comunitario, un diálogo alrededor del barrio y también una nueva perspectiva de llegar a ser la ciudad”, cuenta Elizabeth Bustos, voluntaria de América Solidaria, quien este mes retorna a su país, Colombia, después de liderar este proceso durante un año junto a su compañero Jorge Clavijo, Ingeniero Agrónomo.

Huertas comunitarias y familiares de autoconsumo en Centroamérica

Este modelo también se desarrolló en Macalajau, Guatemala; donde los índices de desnutrición llegaban al 49,8% de la población. Al finalizar el proyecto, los resultados fueron notorios: se implementó una huerta comunitaria, en la que se generó un trabajo en equipo respetuoso y coordinado. ¿Qué sucedió? 62 familias lograron implementar huertas en sus hogares, las cuales pudieron cosechar e implementar en su alimentación diaria. Asimismo, un 33% de la familias consiguieron vender sus productos generando un empoderamiento de la población, respecto a la temática y también, incrementando los ingresos familiares, lo que les permite mejorar su calidad de vida.

“Tratamos de concientizarlos durante todo el periodo que estuvimos allá. La mejor remolacha, la mejor lechuga, el mejor tomate, rabanito, cilantro, apio o lo que tuvieran eran primero para sus hijos y para ellos porque lo más importante dentro de la aldea eran ellos y su salud. Sin salud no trabajas, si no trabajas no produces, y si no produces no comes, entonces era un ciclo y menos mal que pudieron internalizar esa sugerencia”, cuenta Viviana Muñoz, ex voluntaria de América Solidaria en Macalajau.

Actualmente América Solidaria tiene el desafío en un proyecto binacional Canaque (Guatemala-Honduras), el cual tiene como objetivo la reducción de los altos niveles de malnutrición y pobreza que afectan a las comunidades semi rurales de estos países, los que se encuentran entre los tres más pobres del continente. Los resultados esperados son la construcción de huertas familiares (80 en Guatemala y 40 Honduras) y también comunitarias, como así también el desarrollo de mejores hábitos alimenticios en los grupos familiares, aumento de las capacidades económicas y de producción de alimentos en las familias y mejor distribución de roles para el cuidado de huertas.

Estos proyectos plasman de manera concreta el alma del trabajo de América Solidaria, el que busca a través de la articulación, que las comunidades en las que se interviene con proyectos a largo plazo y que son ejecutados por profesionales voluntarios, se empoderen y coordinen, y que sean ellos mismos los que, con esas herramientas adquiridas, superen la pobreza y sorteen estos obstáculos, tal como dice Santos de León, integrante de la comunidad de Macalajau: “Hay veces en que no alcanza el dinero porque hay que comprar otras cosas; pero ahora tenemos nuestro huerto, ahora alcanza para ir al mercado y sacamos de nuestro huerto para comer, para la familia, y ahorramos dinero”.

El Año Internacional de la Agricultura Familiar 2014 promoverá un amplio debate y la cooperación en los planos nacional, regional y mundial para aumentar la conciencia y la comprensión de los desafíos a los que se enfrentan las familias con menores recursos, los pequeños campesinos, los países con problemas de desnutrición, entre otros, y ayudar a identificar formas eficaces de apoyo a la agricultura familiar.

América Solidaria pretende que estos proyectos de agricultura comunitaria sean sustentables a lo largo de la implementación, y en donde los mismos pobladores sean capaces de autocultivar, no tan solo para su alimentación, sino también para la venta. Con esto aumentan sus recursos, autoestima y empoderamiento ante la vida y la comunidad en la que están insertos.

Como plantea el gran científico Fritjoof Capra, “la supervivencia de la humanidad dependerá de nuestra capacidad de entender los principios de la ecología y de vivir de acuerdo con ellos. Es una labor que trasciende todas nuestras diferencias de razas, culturas o clases. La Tierra es nuestra casa común, y crear un mundo sostenible para nuestros hijos y para las generaciones del futuro es nuestro deber común”.

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