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15 de Abril de 2020

¿Cómo puede ser? Sobre el estado de la educación

"Espero que eventos como este no desanimen a aquellos que, como Paul, se atreven a interpelar a sus alumnos, siendo profesores que no solo transmiten conocimientos, sino eduquen el carácter".

Por Rodrigo Pablo
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Rodrigo Pablo es Abogado Universidad Católica.

El profesor de Derecho de la UC, Álvaro Paul, se volvió trending topic por reprender a sus alumnos en medio de una clase virtual. El profesor intentaba interrogar a los estudiantes, quienes se desconectaban, alegando no tener micrófono, mala conexión o necesitar ir al baño. El profesor los regaña; les dice que deben ser capaces de aguantar la clase y que aquellos que no tienen micrófono deben conseguir uno, ya sea pidiendo otro computador, pidiendo dinero o trabajando (sugiere como ejemplo en McDonald).

Un alumno se ofende a partir de los dichos del profesor, y circula su grabación de la clase en redes sociales, donde una serie de medios hacen eco de ella. Al poco tiempo estaban las organizaciones estudiantiles pidiendo sanciones; algunas autoridades universitarias refiriéndose a lo inapropiado de los dichos y turbas de internet descuerando a Paul. Todo un despliegue de sadismo basado, como es propio de nosotros, en elevados intereses: no se hace cargo de la realidad social de sus alumnos, muchos de los cuales no pueden adquirir el micrófono; desprecia a los empleados de McDonald; no comprende lo difícil que es lo que estamos viviendo; sus dichos se oponen la caridad cristiana (¡qué fácil es actuar sin caridad en nombre de ella!).

Todo esto es inentendible y me hace preguntarme en qué clase de sociedad nos hemos convertido en la que un problema “usual” entre un profesor y sus alumnos, donde básicamente les exige que enfrenten el mundo como adultos (haciéndose cargo de sus propios problemas), pasa de ser un asunto entre ellos a un conflicto de nivel nacional: ¿no hay nada más importante de lo que hablar?

Asimismo, me pregunto: ¿cómo puede ser que los dichos del profesor sean interpretados de las formas que circulan en las redes? ¿es acaso indigno trabajar en un McDonald? ¿no habrá sugerido que, como es común en EEUU, los alumnos trabajen en algo que requiere poca calificación profesional para costear su vida? ¿por qué mandar a alguien a trabajar es una afrenta? ¿acaso no es a través del trabajo que maduramos, nos mantenemos y contribuimos a la generación de un mundo mejor? ¿alguien cree que alguno de esos alumnos tiene una situación que le impida poder estar bien conectado? Hablamos de Derecho UC, y, si bien, puede haber una excepción, este no era el ofendido que circuló la grabación.

Al final, ¿cómo puede ser que la sociedad chilena haya renunciado a educar a los más jóvenes? Que ahora sienten que pueden evaluar la bondad y maldad de todo únicamente desde sus sentimientos, que el mundo debe comprenderlos a ellos y que se les debe aplanar la cancha de la vida, la que siempre es difícil y llena de problemas Acaso, ¿el covid no enseña nada? ¿qué clase de emprendedores, científicos, políticos y profesionales podemos esperar si las nuevas generaciones quieren que se les dé todo hecho de antemano, que se les aplane la cachan en lugar de prepararse para canchas más difíciles? ¿no estará esto tras el paro de los estudiantes de medicina que se negaban a combatir la pandemia alegando la protección de su salud?

Todo lo anterior da cuenta de un desastre educacional que tiene efectos nefastos. Pensadores de talla mundial (Peterson, Lukianoff, Haidt, Fish, etcétera) destacan como estas actitudes destruyen el ambiente universitario y la posibilidad de pensar más allá de simplismos de un matinal; hacen a la gente egoísta y antisocial; y hacen presa a la juventud de las fake news, mayor ansiedad y depresión. En efecto, Lukianoff y Haidt destacan que las formas de razonar que están tras esta cultura de la denuncia, están a su vez tras el aumento de los suicidios adolescentes.

Así, espero que eventos como este no desanimen a aquellos que, como Paul, se atreven a interpelar a sus alumnos, siendo profesores que no solo transmiten conocimientos, sino eduquen el carácter. Sobre aquellos que se hacen eco de los dichos de un grupo de alumnos con una sensibilidad exacerbada, espero que no sigan contribuyendo a un clima de censura que asusta a muchos y que solo redunda en perjudicar a los educandos.

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