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15 de Marzo de 2011

Guía para entender la crisis nuclear de Japón

Cuando se produce un accidente nuclear y una tragedia de las dimensiones como la ocurrira en Japón es lógico que se produzcan ciertos niveles de confusión y que se publiquen algunas inexactitudes. Muchos medios y usuarios han hecho una cobertura excelente de los hechos sin anticipar catástrofes que, aunque pueden ocurrir, aún no han sucedido. En otros casos, sin embargo, se han cometido errores llamativos y fácilmente subsanables con un poco de información:

 

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Cuando se produce un accidente nuclear y una tragedia de las dimensiones como la ocurrira en Japón
es lógico que se produzcan ciertos niveles de confusión y que se
publiquen algunas inexactitudes. Muchos medios y usuarios han hecho una cobertura excelente de los hechos
sin anticipar catástrofes que, aunque pueden ocurrir, aún no han
sucedido. En otros casos, sin embargo, se han cometido errores
llamativos y fácilmente subsanables con un poco de información:

 

– “Fusión nuclear” no es igual que “fusión del núcleo del reactor nuclear”. Aunque se emplea con frecuencia el término “fusión nuclear”, esto no tiene nada que ver con que se funda el núcleo de un reactor, que es en realidad una fundición: el material se funde y la reacción se vuelve más inestable y se descontrola.

 

– No es posible una”explosión nuclear”. Estamos hablando
de centrales nucleares y han ocurrido varias explosiones, pero eso no
significa que podamos hablar de “explosión nuclear”. Lo que ha explotado
es la acumulación de hidrógeno y oxígeno en el edificio de contención,
elementos que provienen de la disociación del vapor de agua (H2O) a muy
elevadas temperaturas. La probabilidad de que se produzca una
“explosión nuclear” como la de Hiroshima es nula,
puesto que se requiere
un complejo proceso que incluye uranio enriquecido y cantidades que no
se encuentran en una central nuclear aunque se funda el reactor. No hay
suficiente masa crítica de material fisible. En la vorágine informativa
algunos medios han ilustrado sus informaciones de manera incorrecta o
amarillista.
Así, algunos medios británicos incluían fotos de hongos
nucleares para ilustrar la información, o imágenes de refinerías
explotando.

 

– No es un nuevo Chernóbil.
Que éste sea el accidente más grave desde el accidente de Chernóbil no
quiere decir que sea igual que el accidente de 1986. Las diferencias con
el accidente de Chernóbil son claras pero en ocasiones no se ha
explicado bien. Aparte del nivel de alerta (en una escala del 1 al 7
aquí estamos hablando de nivel 4 y en Chernóbil del 7), la estructura de
la propia central está pensada para que no ocurra algo semejante. En
Chernóbil no había edificio de contención y, una vez que se fundió el
núcleo del reactor, el material salió al exterior. En Fukushima, en el
caso de fusión del núcleo aún tendría que dañarse la vasija y el
edificio de contención, y las autoridades japonesas aseguran que siguen
intactas.

 

– Que el núcleo se funda no significa necesariamente catástrofe.
El núcleo se puede fundir y las consecuencias y alcance del accidente
puede ser limitado. El caso más parecido es el de la central de Three Mile Island
, donde se fundió parte del reactor y no se rompió la vasija. Siendo
grave, dista mucho de los niveles de contaminación que provocó
Chernóbil. La central cuenta con una tercera barrera de
contención, en el suelo, pensada exclusivamente para un caso de fusión
del núcleo y recoger todo el material sin que se transfiera al exterior.
Como indican Josef Oehmen, científico del MIT, en un ilustrativo artículo “suele construirse de tal forma que el combustible nuclear se esparcirá, permitiendo que se enfríe”.

 

– Las explosiones no han sido en la vasija nuclear. A pesar de
las informaciones contradictorias, lo que ha explotado es el hidrógeno
en el edificio de contención. La última explosión, en el reactor 3,
tampoco ha dañado la vasija del reactor, con lo que aún no estamos en
ese escenario que algunos han anticipado.

 

– No hay imprevisión de las autoridades. Otra diferencia
fundamental con Chernóbil. Por lo que sabemos hasta ahora, el protocolo
de seguridad y los pasos que han dado los japoneses han sido los más
sensatos, según los expertos. La evacuación preventiva de la zona ha
permitido descomprimir la presión mediante emisiones de vapor a la
atmósfera. La población ha recibido dosis de yodo para contrarrestar los
posibles efectos de estas dosis de radiación.

 

– No hay una “nube radiactiva”. Por la red se están
difundiendo mapas con las consecuencias de la extensión de una nube
radiactiva por el Pacífico. De momento no existe tal nube, sino
emisiones para controlar la presión del reactor que, dado que la
población ha sido evacuada, no parece que vayan a tener un impacto sobre
la salud. Las detecciones de radiación no permiten hablar, por ahora,
de una gran nube radiactiva, aunque la flota estadounidense haya
reportado niveles bajos de radiación en uno de sus barcos. El Comité Científico de la ONU sobre los Efectos de la Radiación Atómica (Unscear)
aseguraba esta misma mañana que la baja intensidad de la radiación
liberada en las centrales nucleares japonesas y las medidas de
precaución tomadas por las autoridades permiten descartar, de momento,
cualquier efecto en la salud humana. Según este organismo, “todas las
emisiones (radiactivas) que se han producido son de muy bajo nivel”.

 

– No existe el llamado “síndrome de China”. Esta hipótesis se hizo popular tras la película del mismo nombre de 1978, poco antes del accidente de Three Mile island.
Se lama así por el temor a que una fusión descontrolada penetrara a
través de la Tierra hasta llegar a las antípodas. Ni siquiera en
Chernóbil, donde el núcleo se fundió y salió al exterior, se produjo
nada parecido a este extremo.

 

Vía Guía para no meter la pata sobre la crisis nuclear de Japón en La Información

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