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21 de Octubre de 2014

Cantinflas

Lo más atractivo del relato es la vida de Mario Moreno, como el “pelado” que después habría de inmortalizar en la pantalla y como el luchador laboral, junto a todos los otros grandes del cine mexicano que son reconocibles. También lo son los de Hollywood: por ejemplo, Elizabeth Taylor, que habría de ser la esposa de Todd hasta que éste falleció a los 48 años en un accidente aéreo.

Por José Blanco J.
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José Blanco J. es Profesor de Estado (Universidad de Chile), Doctor en Filosofía y Doctor en Materias Literarias (Universidad de Florencia, Italia). Se ha dedicado a la filología medioeval y humanista, dando especial importancia a Dante, Petrarca y Boccaccio sobre los que ha escrito numerosos libros y ensayos. Ha traducido al castellano textos de cronistas florentinos que vivieron en América en los siglos XVI y XVII. También ha publicado libros de historietas de dibujantes chilenos.

Esta película de Sebastián del Amo propone el encuentro de dos grandes del cine mundial: Mario Moreno (Cantinflas) y el productor Mike Todd.

El primero es ya un consagrado en México. Un millonario que partió barriendo el piso de un  teatro pobre de provincia y que, debido a su capacidad histriónica, fue subiendo hacia el estrellato, trabajando en circos y teatros, probando como boxeador y torero, hasta consagrarse en el cine y darse el lujo de escoger director, guionista y todo el equipo creativo y productivo.

El segundo un ambicioso productor, ligado a la creación del Cinerama y creador del sistema Todd-AO en 70 milímetros. Su verdadero nombre era Avrom Hirsch Goldbogen y quería hacer la más grande película de todos los tiempos: una adaptación de La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne. Naturalmente, chocaba contra el escepticismo de los otros productores, pero lo conseguirá – según este filme – gracias a Cantinflas y a Charles Chaplin, que sirve de nexo. En efecto,  es este último el que le recomienda que no hable con Mario Moreno, sino con Cantinflas. Verdadero o falso, para mí,  el momento más emocionante de la cinta es aquél  en que el estresado divo mexicano recibe el guión con una dedicatoria de Chaplin “al mejor actor cómico del mundo” (¡!).

Lo más atractivo del relato es la vida de Mario Moreno, como el “pelado” que después habría de inmortalizar en la pantalla y como el luchador laboral, junto a todos los otros grandes del cine mexicano que son reconocibles. También lo son los de Hollywood: por ejemplo, Elizabeth Taylor, que habría de ser la esposa de Todd hasta que éste falleció a los 48 años en un accidente aéreo.

Me interesa comentar dos aspectos de Cantinflas, a partir de mi personalísima visión.

El primero es el de los prejuicios, porque es difícil pensar que un actor que no sea mexicano pueda interpretar a Cantinflas. Sin embargo, aquí en Chile tuvimos a un excelente imitador: Tommy Davis. Y el catalán (¡no español, por favor!) Óscar Jaenada está excelente en su caracterización, porque no trata de reproducir la maqueta de Moreno, sino al hombre mismo y su evolución a través de su personaje.

Es verdad que la película de Todd (de la cual se le presenta como el salvador financiero) lo hizo conocido en todo el mundo, pero Cantinflas era mucho más. De hecho, su experimento Pepe, dirigido por George Sidney, no tuvo mayor repercusión.

¿Qué era Cantinflas? En mi respuesta está mi segunda reflexión. Era un cómico que hacía reír a la gente sencilla, haciéndola olvidar sus problemas. Recuerdo que, a comienzos de los años ’50, yo vivía en Castro por razones de trabajo de mi padre y nuestra “asesora del hogar” era una joven santiaguina analfabeta que nos acompañaba.  Recuerdo con nostalgia que, cuando aprendí a escribir, me dictaba las cartas que mandaba a su familia. Pues ella nos hablaba a mi hermano y a mí de las películas Cantinflas y disfrutábamos de esos recuerdos audiovisuales.

En países con grupos sociales muy pobres, cuando no existía la televisión, el cine era la principal fuente sana de entretención.  Y las risas que arrancaba Cantinflas valían mucho más que el precio de la entrada. Por ello, lo reconozco, se me humedecieron los ojos al pensar cómo un hombre fue capaz de entregar tanto a los que realmente lo necesitaban.

(Cantinflas. México, 2014)

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