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4 de Noviembre de 2015

Si a Pampita la gorrean, ¿qué queda para una?

Con toda la teleserie sobre el quiebre del año, sé que muchas pensaron lo mismo que yo: “¿Se cagaron a la Pampita? Entonces estoy hasta las cachas”. Es que si un weón fue capaz de ponerle el gorro a semejante guachita, a mí me deben haber cagado, o me están cagando, el triple. Es que BASTA. El ser fea o no tan rica como la Pampita, no le da derecho a mi “no- Benja Vicuña”, ¡a ponerme los cuernos! Así que paremos con la tontera de "si a ella la cagaron, qué queda pa’ mí”

Por Pamela Arce
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Pamela Arce es Abogada por error, buena amiga y mala aduladora. Artista tardía, sibarita, wena pa' las fiestas y mala pa' victimizarme. Escribo en pamearce.wordpress.com/. @Pamela_Arce

¿Por qué a la bonita no la pueden cagar? A Pampita no le sirvió ser la mijita más rica del Cono Sur. No tener celulitis, no tener guata, tener buen poto, tener las tetas paraditas, ser mamá de los hijos del Vicuña, ser ordenadita de cara. No. Se la gorrearon al igual o peor que a cualquier hija de vecino.

Entonces el primer misterio resuelto es que a una no se la cagan necesariamente por ser fea.

Al parecer, el envase es importante, pero de ninguna manera suficiente. “Tal vez la mina no era muy interesante, ni muy inteligente o era muy desagradable…”, he leído en redes sociales. Pero nada sacamos con intentar buscar en ELLA un probable defecto. El que supuestamente le puso los cuernos fue él.

¿Qué lo motivó? ¿Se enamoró de otra? ¿Estaba agotado de la rutina? ¿Se entusiasmó con lo novedoso que resulta otro cuerpo? La razón que sea, se resume en un único e importante motivo: POR CALIENTE. (Segunda revelación)

Y no vine acá a escribir ni a favor ni en contra de la infidelidad, ni menos de los calientes, sino que me preocupa que en lo primero que hayamos pensado, fue que si a ella le ponen los cuernos, qué queda para las personas comunes y corrientes como una.

Y ahí esta la cosa señores. Uno puede ser una persona común, tipo, “maoma no má”, para el 99% de la población mundial, pero si mi pareja me encuentra lo mejor del universo, estamos al otro lado. (Tercera revelación)

He escuchado tantas veces: “Obvio que lo iba a engañar, si el otro tipo es el tremendo mino”, o “me dejó por una más pechugona”, “no entiendo cómo me cambió por esa gorda”, etc. Estos aparentes motivos, no serían entonces la verdadera causa de la infidelidad.

La lealtad hacia el otro puede terminarse por muchas razones, en las que no voy a incursionar, pero no porque usted adelgace o se ponga tetas, poto y se ponga a marcar bíceps como enfermo, va a evitar lo inevitable: Que l@ gorreen (Cuarta revelación)

No digo que sea imposible ser fiel, ni siquiera creo que sea algo difícil. Sólo quiero intentar explicar que nada te garantiza ser “incagable”.

No hay fórmula para que no nos sean infieles, sólo queda ser uno mismo y cuidar el físico o el “envoltorio” porque uno quiere. Ser amoroso, comprensivo y simpático porque a uno le nace, ser culto, interesante, divertido porque así hemos sido siempre, etc. Ser genuinamente de tal o cual manera y no serlo para agradar, asegurar o amarrar al otro. Ya entendimos que no sirve. (Quinta revelación)

Y no nos queda más que confiar. Porque es muy fome la vida del que espera a que se lo caguen. Porque si nunca se lo cagan, se angustió por las puras. Y si se lo cagan, ¿para qué esperó tanto si lo veía venir?

También leí por ahí, algo así como: ¿Para qué sufrir por el feo de tu ex, que te dejó por otra, si Pampita ya superará a Benjamín Vicuña?

¡Acá sufrimos todos, loco! La Pampita llorando porque la dejaron por otra, acostada de lado en la cama sin que se le salga el rollo lateral que se le sale a una en la misma posición, Jennifer Aniston chupando en un bar toda despeinada (pero linda la mierda) porque la muy perra de la Angelina le comió al Brad Pitt, la vecina de una hija de una amiga con cara de poto porque su mino se fue con la prima, etc.

Nos duele de capitán a paje. La infidelidad es transversal, y se cagan tanto a hombres como a mujeres, a feos como a lindos, a gordos y a flacos, a inteligentes y a tontos. Nadie está libre. (Sexta revelación)

Todas somos Pampita. (Y muchos son Benjamín)

Esta columna fue publicada originalmente en el blog de Pamela Arce, que puedes revisar acá.

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