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18 de Diciembre de 2015

Todos somos migrantes

El fenómeno migratorio mundial que ha puesto a diversas zonas del mundo en riesgo de crisis humanitaria, es uno de los temas ineludibles en nuestra reflexión de fin de año. A nadie le cabe duda de que este fenómeno ya se transformó en un hecho que llegó para quedarse en la era de la globalización y las tecnologías.

Por Fernanda Alvarado
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Fernanda Alvarado es Directora en la Región Metropolitana de la Fundación Superación de la Pobreza. Trabajadora Social, Magíster en Desarrollo Humano Local y Regional. Fue directora de Un Techo para Chile en Valdivia y Los Lagos, y también fue jefa de barrio del Programa de Recuperación de Barrios en Valdivia. Fue profesional SERVICIO PAÍS en la comuna de San Gregorio, Región de Magallanes los años 2007 y 2008.

Nuestro país no ha estado ajeno al hecho migratorio, por el contrario, el flujo de personas de países hermanos que atraviesan nuestras fronteras para comenzar una nueva vida, ha crecido sostenidamente. El desarrollo económico y social registrado en nuestro país desde los noventa y la comparativa mayor estabilidad política e institucional en el contexto regional, nos ha convertido en un destino escogido por migrantes económicos y desplazados por la violencia y la guerra.

Por ello, no es extraño conocer y relacionarse cotidianamenre con extranjeros en nuestros barrios, escuelas, centros de salud y lugares de trabajo. La presencia de ciudadanos peruanos, haitianos, colombianos o españoles, entre muchos otros, ha agregado conocimientos, motivación, esfuerzo, color, sabores, músicas y otras tantas cualidades a nuestra cotidianeidad y constituye una gran oportunidad de desarrollo para todos. Sin embargo, aprovechar y potenciar todo el aporte que estas personas pueden llegar a realizar, requiere de ajustes importantes en nuestro marco institucional, normativo, de servicios, programas y hasta en nuestra propia cultura.

Recientemente dimos a conocer un levantamiento de buenas prácticas en escuelas públicas de Santiago que realizamos con el Ichem, experiencia que nos dejó una positiva sensación de vientos de cambio a favor de la inclusión. Algunos directores y académicos de los recintos estudiados han implementado interesantes iniciativas de protección, promoción e integración en torno a la multiculturalidad y varios nos dijeron, incluso, que muchas escuelas públicas se han salvado de ser cerradas gracias a los niños migrantes matriculados en ellas.

La Asamblea General de Naciones Unidas instauró el 18 de diciembre como el Día Internacional de los Migrantes, fecha que aprovechamos para compartir esta reflexión. Es importante que abramos las puertas no sólo a nivel político o legislativo. Debemos, desde lo cotidiano, avanzar, abrir el corazón y disponernos a conocer diferentes culturas, diferentes modos de ser, pero que tienen una raíz cultural, territorial e histórica común. Ello no es banal, si consideramos que un 57,3% de los chilenos cree que deben haber restricciones a la llegada de migrantes latinoamericanos, frente a un 40,1% que afirma la idea de una política de puertas abiertas (Imaginacción, octubre 2015). La migración puede y debe ser entendida como una oportunidad de encontrarnos con otro semejante, que al igual que cualquier persona, tiene sueños e ilusiones, y por cierto, dignidad y derechos.

Invito a reafirmar nuestro compromiso en la solidari (sólido) dad (cualidades). Muchas veces nos autodenominamos como un país solidario, pero en dicho concepto debe estar lo sólido, que es el lazo, la unión entre estos seres humanos diferentes y sobre el cual se “da” y se “recibe”. Demostremos en lo cotidiando cuán solidarios somos en esta sociedad diversa y abierta y que realmente brindemos las oportunidades, con respeto, dignidad y compromisos, sin miedos ni prejuicios. Basta de llamarnos solidarios sin acción.

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