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22 de Febrero de 2016

Abrir la caja de Pandora: libertad de prensa, expresión y política

" Deben comprender que ocupar los principales puestos de la sociedad, no implica solo beneficios, sino enormes deberes y cargas, entre las que destacan una disminución de la esfera de su vida privada; no debiendo solo parecer probos, sino serlo en todos los ámbitos, pues la persona es una y es fácil pensar que quien tenga una doble vida en lo personal, tendrá una conducta similar en lo público o laboral".

Por Rodrigo Pablo
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Rodrigo Pablo es Abogado Universidad Católica.

Zeus, deseoso de vengarse de Prometeo, por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, presentó al hermano de este, Epimeteo, una mujer llamada Pandora, con quien él se casó. Como regalo de bodas, Pandora recibió un misterioso pithos —una tinaja ovalada o la famosa “caja”— con instrucciones de no abrirlo. Pandora, quien era muy curiosa, decidió abrir la caja, y, al hacerlo, escaparon de su interior todos los males del mundo. Comprendiendo el grave error cometido, rápidamente cerró el recipiente, pero ya era demasiado tarde: todos los males ya habían sido liberados. Solo permaneció en el fondo: Elpis, el espíritu de la esperanza.

Hoy, cuando usamos la expresión del título, nos referimos a una acción que, por satisfacer el deseo de conocer la verdad, trae males peores que los beneficios que causa. Habiendo políticos de todos los bandos, así como intelectuales y editorialistas, que ante el “destape” de malas prácticas e ilegalidades; financiamiento ilegal de la actividad política, y relaciones de políticos con empresarios cuestionados en múltiples ámbitos –incluido el judicial-, han manifestado su preocupación por los duros juicios que múltiples actores han proferido en contra de la denominada “clase política”, y llaman a “cerrar la caja”. Señalando que esta “cacería de brujas”, lo único que hace es producir ingobernabilidad, golpear a los políticos tradicionales, que tanto han hecho por  Chile, abriendo la puerta a demagogos y “aparecidos” sin la preparación para conducirnos. Sostienen que la forma correcta de combatir estos males, es dejar que las instituciones competentes investiguen estas situaciones y sancione a los eventuales responsables, sin afectarse, antes del dictamen, la honra de la actividad política o la de quienes en ella se desempeñan.

Ante esto, lamentable es advertir que no comprenden la importancia, ni rol, de su actividad; que no se dan cuenta que, si bien la sanción penal corresponde a los Tribunales de Justicia, no ocurre lo mismo con el apoyo ciudadano que se les retirará cuando entre los electores se alcanza la convicción de que no se puede confiar en ellos, siendo el medio óptimo para informar al votante, una prensa y mundo intelectual duro e incisivo, que se preocupe de, en tiempo instantáneo, cuestionarlos y hacer llegar sus incorrecciones –y también actitudes virtuosas- a la ciudadanía. Deben comprender que ocupar los principales puestos de la sociedad, no implica solo beneficios, sino enormes deberes y cargas, entre las que destacan una disminución de la esfera de su vida privada; no debiendo solo parecer probos, sino serlo en todos los ámbitos, pues la persona es una y es fácil pensar que quien tenga una doble vida en lo personal, tendrá una conducta similar en lo público o laboral.

Es lamentable, también, que los cuestionados políticos nos digan que debemos: “dejar que las instituciones funcionen”. Pues han sido ellos los que han comprometido las labores de estas últimas, al condicionar su apoyo en la promoción de los jueces, Fiscal Nacional, Contralor General de la República y otros funcionarios que deben aplicar el derecho y fiscalizar distintas actividades, a la resolución en uno u otro sentido de alguna situación que a ellos afectó o afecta, y no en función de la probidad del designado o en su idoneidad para el cargo. Siendo el único obstáculo que en esta materia han encontrado: esa prensa potente que investiga y difunde; esos intelectuales agudos y rebeldes que los cuestionan con mordacidad, y esa potente actividad de las redes sociales que hace llegar a todos la información en cuestión de segundos, así como populariza la opinión, evitando el dominio de la misma por unos pocos.

Cual en la historia de Pandora, cerrar la caja es el peor error, pues de su apertura también emana la esperanza de que tendremos un país mejor y gobiernos más justos, y es que, como dijo Thomas Jefferson, “cuando los gobiernos  temen a la gente hay libertad, cuando ocurre lo contrario tiranía”, tiranía que ejerce la clase política, si la ciudadanía no está atenta para fiscalizarla.

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