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19 de Diciembre de 2017

Solo algunas ideas para comenzar a revolucionar en serio la enseñanza escolar

"Es de esperar que el debate público en relación a las reformas educacionales comience a girar en torno a cómo se aprende".

Por Tomás von Bischoffshausen
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Tomás von Bischoffshausen es Cientista político.

Mucho se habla de la necesidad de brindar educación de calidad en el debate público, pero pocas veces o ninguna se presentan propuestas concretas de cara a generar un sistema educativo de calidad. Para lo anterior, lo primero es definir qué esperamos de la educación y luego ver las actividades (políticas públicas) necesarias para lograrlo. En lo esencial, me parece que la educación tiene por finalidad: generar los conocimientos y habilidades para que los individuos sean capaces de aportar el desarrollo del país, incorporándose de manera efectiva y activa en la matriz productiva de éste, y al mismo tiempo, y no menos importante, el desarrollar los conocimientos y habilidades necesarias para convivir de manera armónica en sociedad. Ambos objetivos tienen que ver con crear y comunicar, para lo cual el proceso de reflexión debiese ser el objetivo superior de toda política pública educativa. En adelante, solo algunas ideas a tener en consideración para comenzar a debatir cuestiones que efectivamente tienen que ver con la revolución de la educación:

El currículum nacional está compuesto de aseveraciones, lo que induce al sistema educativo a incurrir en practicas pedagógica y evaluaciones que apuntan a que los educandos adquieran dichos conocimientos aseverados. Si el currículum nacional estuviese compuesto por preguntas, se induciría al sistema educativo a incurrir en prácticas pedagógicas y evaluaciones que apuntan a la investigación y la reflexión. En países como Finlandia, conocido por su calidad educativa, el “core curriculum” es mínimo, y son las escuelas, las que definen las habilidades y conocimientos a desarrollar, así como la planificación de clases, la cual se genera con anticipación y en colaboración con docentes noveles y experimentados que posteriormente retroalimentan la clase dictada, ya que presencian esta en grupos de 5 personas.

Es verdad que los conocimientos disciplinares son necesarios en la medida en que conocer permite hacer más distinciones conceptuales en el mundo y por ende pensar y reflexionar de forma más compleja. Pero lo anterior solo se da en la medida en que la adquisición de estos conocimientos disciplinares va de la mano de la exploración y el análisis crítico. En concreto, una práctica pedagógica que apunta a lo anterior es la elaboración de ensayos expositivos o argumentativos y la creación de proyectos de investigación en forma individual y colectiva, como se hace en la universidad. Para lo anterior, los docentes deben ser verdaderos investigadores pedagógicos. En Finlandia, por ejemplo, los docentes estudian el pregrado en la materia que dictarán, y luego obtienen un post-grado en pedagogía, para posteriormente en ejercicio continuar de por vida investigando en torno a cómo aprender sus estudiantes.

Por el contrario, la pedagogía actual consiste en dictar materia desde un único recurso pedagógico (el libro de materia) –en contraste con la utilización de elementos multimedios tecnológicos como internet, Moodle, y bibliotecas, utilizados en países como Finlandia-, para luego evaluar su memorización mediante evaluaciones escolares que consisten en asignar un puntaje positivo o neutro a cada pregunta en razón de si esta es correcta o no, siendo el resultado final una nota que emana de una escala que asigna la calificación en razón de los puntajes positivos. Lo anterior no permite ni al docente ni al estudiante mejorar el proceso de aprendizaje, simplemente cataloga al estudiante con una medida. Las notas no son útiles para el proceso de aprendizaje. Una evaluación que realmente aporta al proceso es una en la que el propio estudiante es capaz de observar información y análisis que antes no había logrado observar; para esto procesos de reflexión colectivas con el docente y sus demás compañeros son fundamentales. En Finlandia, no existen notas durante toda la educación básica.

Por otro lado, es posible distinguir, en lo fundamental, tres etapas en la vida escolar, la primaria, la básica y la media. Todas estas etapas, en distintos niveles, deben apuntar a generar en el educando el método científico, esto es: la capacidad de observar, buscar, seleccionar, analizar y presentar información, siempre teniendo en cuenta que esta puede y debe ser refutable. Se espera de estas tres etapas, que en distintos niveles, promuevan elementos emocionales y conductas en pos de una vida cívica respetuosa. En el nivel primario, lo anterior se hace, en lo fundamental, mediante el apego y el juego. En el nivel básico, lo anterior se hace, en lo fundamental, mediante una primera aproximación a la realidad mediante el método científico en materias generales. Los conocimientos y prácticas pedagógicas del sistema primario y escolar básico deben apuntar en esa línea. En el nivel de educación media, los estudiantes están en plena pubertad, con una explosión hormonal y de funcionamiento cerebral, buscando sus propias inquietudes en materias particulares y con requerimientos fisiológicos y emocionales particulares, como la necesidad de una mayor cantidad de horas de sueño y de guías para el autoconocimiento conductual. Políticas que se hagan cargo de estas dimensiones resultan fundamentales. Asimismo, en relación a la búsqueda de identidad y del futuro que esperan construir, sería apropiado cambiar el sistema de educación media por uno parecido al universitario, en donde los estudiantes tienen acceso a una maya mínima de cursos obligatorios, y en donde también pueden seleccionar cursos de distintas materias de su interés y complejidades, teniendo que aprobar una serie de créditos para lograr titularse.

Estas son solo algunas de los elementos necesarios para revolucionar la enseñanza. Es de esperar que el debate público en relación a las reformas educacionales comience a girar en torno a cómo se aprende, de manera que los biólogos, neurólogos, psicólogos, docentes y psiquiatras obtengan protagonismo en el debate. Si bien somos seres sociales, también somos seres biológicos y emocionales, y la educación del siglo XXI debe hacerse cargo de aquello mediante políticas públicas concretas y vanguardistas.

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