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8 de Mayo de 2018

Axel Kaiser, un neoliberal sincero

"Para Kaiser y muchos de los que ponen a la economía por sobre el raciocinio político, una dictadura del tipo de la de Pinochet era la indicada para no racionalizar lo que se estaba imponiendo a la fuerza".

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Columnista.

Durante la visita del escritor y Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa a Chile, la derecha aprovechó de invitarlo a todo lo que encontrara necesario para mostrarse más democrática y “liberal”. El novelista conversó con Sebastián Piñera en La Moneda, y también fue a un encuentro de supuestos “liberales” organizado por una fundación liderada por el opinólogo Axel Kaiser y financiada por el empresario pinochetista Nicolás Ibáñez.

Kaiser entrevistó a Vargas Llosa. La idea era hablar sobre “liberalismo” y felicitarse entre ellos por el maravilloso sistema político y económico que defienden. Sobre todo el económico, ya que ahí se manifestaría la verdadera “libertad” del ser humano.

El aspirante a intelectual dejó más que claro esto último al preguntarle al don Mario sobre las dictaduras “buenas y malas”. Para Axel la de Pinochet era mucho mejor que el régimen de Nicolás Maduro, debido a la “revolución” que se implementó a la fuerza, a lo que Vargas Llosa respondió condenando esta distinción y aprovechando de señalar que “todas las dictaduras son malas”. Obviamente esto sacó aplausos de todos, incluso de los empresarios que tanto le deben a la dictadura pinochetista. Había que quedar como demócrata aunque no se compartiera lo dicho por el peruano.

Por este cinismo es que la tontera de Kaiser se agradece. Por más que muchos hablen de la democracia como algo obvio, este vocero de cierto empresariado, debido a su torpeza intelectual, nos explicó que tal obviedad no es cierta, y que la crítica a lo que sucede en Cuba o en Venezuela no es el resultado de una reflexión democrática en la derecha, sino más bien una crítica ideológica.

Para Kaiser y muchos de los que ponen a la economía por sobre el raciocinio político, una dictadura del tipo de la de Pinochet era la indicada para no racionalizar lo que se estaba imponiendo a la fuerza. El militar cumplió con darle el contexto propicio a los economistas y empresarios neoliberales para que estos pudieran hacer su trabajo sin molestia alguna. Por lo que negar que le están infinitamente agradecidos es una labor cada día más difícil de cumplir.

Si bien es cierto que existe una “nueva derecha” que le llama dictadura a la tiranía institucionalizada de Pinochet, cierto también es que con eso buscan despolitizarla y alejarla del sistema político y económico que vivimos en Chie. Axel Kaiser, en cambio, sinceró que no hay ninguna lejanía entre las brutalidades dictatoriales y el modelo de mercado que vivimos. Dejó en claro que una cosa no se entiende sin otra; es decir que, por más que se trate de poner a los diecisiete años de dureza militar y cinismo civil como un hecho distante, lo concreto es que está aún muy ligada a lo que hoy respiramos y identificamos como “la realidad”.

Entonces, por más que condenen lo sucedido en los 70 y 80 en Chile, muchos tienen clarísimo que, de otra manera, los “logros” que un sector defiende en el Congreso no habrían sido posibles. Pero más importante aún: si algún día estos llegan a ponerse en peligro, no dudarán en hacer lo que hicieron en el pasado.

¿Estoy diciendo con esto que nuestra derecha y nuestros liberales son golpistas? No, pero siempre pueden llegar a serlo. Porque, aunque a veces se olvide a propósito, el triunfo del neoliberalismo no se debió a un proceso de debate, sino que a la violencia dictatorial y, peor aún, al silencio cómplice de una transición que se había enamorado del modelo legado.

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