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8 de Agosto de 2018

Adultos mayores en Chile: víctimas de la desprotección

"En nuestra sociedad los/as adultos mayores aún deben valérselas por sí solos, quedando abandonados en la lógica de la protección individual que, de no contar con ella, una salida posible es la de terminar con el sufrimiento".

Por Christián Arriagada
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Christián Arriagada es Académico Trabajo Social U. San Sebastián

El pasado sábado 21 de julio Chile fue testigo de un hecho insólito en el país, dos adultos mayores “se suicidan” en la comuna de Independencia. Parte de la prensa trata el hecho asociado a los casos de suicidio de los adultos mayores en el país, sosteniendo que Chile tiene una de las tasas más altas de suicidios de adultos mayores, sin embargo, se deben considerar otras variables que dan cuenta de un trasfondo estructural que motivan una decisión individual. Si consideramos el marco de la desprotección que tiene la población adulto mayor en nuestro -con una de las más bajas pensiones a nivel OCDE y con sistemas de protección social que descansan en la individualización de la responsabilidad- se puede problematizar este lamentable hecho en función de variables que superan las capacidades individuales de la población.

Según datos de la Encuesta CASEN 2015, existiría un 6,6% de personas según pobreza absoluta, cifra que aumenta a un 21,6% considerando la medición multidimensional de la pobreza (con entorno y redes). A ello se suma que según la misma encuesta es la población más analfabeta del país (8,5%), con menores índices de escolaridad (8 años promedio), una tasa de participación laboral de 19,4% y una ocupación de 18,7% (mayores de 65 años).

En este escenario, contar con un marco desprotección es preocupante y más aún para aquellas personas adultas mayores que se ven vulneradas en sus derechos fundamentales, que no tienen posibilidad de atención médica ni de sus remedios, que no cuentan con la posibilidad de tener un cuidador especializado, que ni siquiera tienen la posibilidad de estar protegidos frente al maltrato y abuso que sufren por parte de las instituciones.

Jorge y Elsa son dos nuevas víctimas de la desigualdad social y del abandono de la sociedad encarnada en el Estado, debido a la individualización de la protección social, incluidos los apoyos sociales, que quedan sujetos la voluntariedad de un/a buen/a vecino/a. Si bien, ha existido la voluntad de generar una mirada de Estado frente a las problemáticas del adulto mayor, y que se ha traducido en políticas de largo plazo, los esfuerzos no son suficientes y así lo demuestra el sentir de esta población.

Ya se ha dicho en reiteradas ocasiones el crecimiento que tendrá Chile de la población adulto mayor en los próximos años, proyectándose para el INE que al 2050 cerca de un tercio de la población será adulta mayor. Se ha avanzado en la discusión acerca de hacer frente a estos procesos de desprotección, en la lógica de un pilar solidario. Pese a ello aún la brecha sigue siendo muy alta.

En nuestra sociedad los/as adultos mayores aún deben valérselas por sí solos, quedando abandonados en la lógica de la protección individual que, de no contar con ella, una salida posible es la de terminar con el sufrimiento. Urgen respuestas de la sociedad frente a nuestras víctimas del desarrollo.

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