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18 de Enero de 2019

El muro de Piñera

El muro de Piñera segrega entre “nosotros y ellos”, entre “buenos y malos”, creando y buscando enemigos en todo lugar, con el objeto de tener un respaldo ciudadano que se le esfuma por los distintos episodios de violencia en la Araucanía, o por el amiguismo y parentesco con el que ha actuado en la selección de sus cargos políticos.

Por Rafael Ferrada Henríquez
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Rafael Ferrada Henríquez es Abogado U. de Chile y Mg en Derecho Penal. Pdte. Brigada Abogados/as PS

Un muro es más que una construcción, es un ejercicio simbólico para separar, dividir, segregar y excluir. Lamentablemente, en la modernidad, después de la caída del muro de Berlín, hoy ha vuelto a estar en la palestra por el muro de Trump que busca combatir la migración.

Dichos muros en nuestro país, se están levantando lentamente en base a prejuicios, clases, razas y nacionalidad, reflejadas las políticas del gobierno de Piñera, donde me voy a referir a dos de sus pilares, la migración y la meritocracia en la educación.

El muro de la migración se encuentra a mitad de camino, habiendo superado la primera valla al haber sido aprobada en la Cámara el día miércoles. Una de las propuestas aprobadas, es la imposibilidad del cambio de categoría migratoria dentro del país ¿en que se traduce esto? En que un migrante que llegue al país como turista, no podrá modificar su condición a residente temporal o definitivo una vez dentro, por lo cual tendrá que volver a su país de origen para hacer el trámite de visa y volver por el trabajo. Es así como cualquier persona que venga a Chile con visa de turismo, y tenga en su estadía una oportunidad laboral, no podrá ser contratado. La intención del gobierno con esto es transparentar las motivaciones del inmigrante al venir al país, si viene de paseo: visa de turismo, pero si viene a trabajar: debe tener una visa de oportunidades o residencia temporal. Gracias a esto, según su opinión, disminuiría la migración irregular. Pero claramente esta restricción es contra el migrante pobre, el que no pueda volver a su país para hacer el trámite, lo cual es un retroceso hacia la etapa de migración selectiva o migración buena, potenciada por nuestro Estado a través de los colonos europeos de finales del Siglo XIX y principios del XX, contraponiéndose a  una migración “mala” o no querida.

Sin embargo, ha quedado demostrado en el mundo que las mayores restricciones no detienen la migración, sino que solo aumentan su irregularidad. Las cortapisas a la migración no funcionan por algo muy sencillo, las personas que llegan al país no es por un gusto o placer, en su gran mayoría, sino por las necesidades humanitarias que los mueve a dejar su patria y su familia, buscando una mejor calidad de vida.

Esto, ha quedado demostrado en Estados Unidos con las masas que merodean en el límite con México, escapando de la pobreza e inseguridad en los países centroamericanos, o en Europa, donde la África subsahariana escapa del hambre, arriesgando su vida en embarcaciones de poca seguridad en el mediterráneo o escalando los muros de Melilla. En Chile, pasa con los migrantes que cruzan de noche el altiplano, con bajas temperaturas y con el riesgo de minas antipersonales.

El otro muro recién coloco sus cimientos, en base al discurso de meritocracia, el gobierno ha presentado el proyecto de “Admisión Justa”, intentando consigo barrer con uno de los pilares de la “Ley de Inclusión”. Para esto, busca reestablecer la posibilidad de que colegios o liceos de “excelencia”, puedan seleccionar al 100% de los estudiantes en 7° básico por criterios  de “merito” tales como: las notas, su ranking o pruebas especiales de admisión. Desgraciadamente, en estos liceos, del cual me toco ser parte en la secundaria, se encuentran radicados en su mayoría en Santiago, encerrando en sus aulas a las mejores notas provenientes de toda la capital, donde, al final de cuentas, es el colegio quien escoge a sus nuevos estudiantes, y no el estudiante quien selecciona al colegio.

La idea del gobierno de Bachelet con la “Ley de Inclusión”, es que la integración de estudiantes de diversas aptitudes en una misma sala de clases, sirva como un proceso colectivo de enseñanza, que permita que los estudiantes con menores competencias, puedan desarrollar sus potenciales al aprender junto a alumnos de mejor desempeño.

La propuesta del gobierno es discriminatoria, ya que segrega no solo de acuerdo al mérito, sino a la capacidad de pago de la familia del estudiante y del capital cultural de éstas. Con esto se mantendrá la injusticia de que un “mal” estudiante, de mal desempeño en notas y que además venga de una familia pobre, estará destinado a estudiar en escuelas de segunda o tercera categoría; mientras que el mismo estudiante nacido en una familia rica, puede estudiar en el mejor colegio particular de su ciudad. Es así, como el derecho a la educación es coartado de acuerdo al bolsillo, nada más discriminatorio que esto.

El muro de Piñera segrega entre “nosotros y ellos”, entre “buenos y malos”, creando y buscando enemigos en todo lugar, con el objeto de tener un respaldo ciudadano que se le esfuma por los distintos episodios de violencia en la Araucanía, o por el amiguismo y parentesco con el que ha actuado en la selección de sus cargos políticos. Detener su construcción será el desafío de esta generación, ya que lo que requiere nuestra sociedad para su desarrollo es mayor integración.

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