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25 de Abril de 2019

Protesta de estudiantes de Arquitectura: educación y salud mental

"La sobrecarga horaria, la vulnerabilidad dentro de la red de apoyo de los estudiantes, la “tallerización” de asignaturas académicas como consecuencia del encapsulamiento y excesivo protagonismo de la asignatura de taller, la cual históricamente no ha dialogado con el resto de las asignaturas".

Por Domingo Sarmiento
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Domingo Sarmiento es Presidente del Comité de Arquitectos Jóvenes del Colegio de Arquitectos de Chile.

Jorge Inostroza
Guillermo Caro
Carolina Espinoza
Santiago Soto
Domingo Sarmiento

La semana pasada se dio a conocer la manifestación de los alumnos de arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, respecto a la sobrecarga horaria y académica que se hace presente y está afectando profundamente la salud mental de algunos estudiantes de dicha casa de estudios.

Como miembros del comité de arquitectos Jóvenes, del Colegio de arquitectos de Chile, nos sentimos parte de las manifestaciones de esta problemática, generacionalmente estamos muy ligados a estos ámbitos. La precarización del desarrollo de la academia y la falta de protección hacia estudiantes y funcionarios se hace latente en buena parte de las universidades, estatales y privadas, así como la recarga horaria en los procesos de formación, lo que finalmente repercute en la calidad de vida de la “Comunidad educativa”, concepto que a veces se expresa solo como un manifiesto de buenas intenciones. En este sentido, nos parece fundamental que exista un sistema de soporte serio en las casas de estudios, el cual permita un real apoyo a las particularidades y problemáticas de los alumnos y docentes, así como la atención a situaciones de abuso y malos tratos en el aula.

Es sabido que en Chile, la salud mental no es una prioridad dentro de la política pública, el modelo de desarrollo nos ha impulsado vertiginosamente a adoptar prácticas que están al límite de lo “profesional”, concepto muy bullado por todo el que ha pasado por una casa superior de estudios, desprendiendo el sacrificio tanto físico, psíquico y mental para llevar a cabo tareas y logros laborales, pero que esconde una naturalización impropia en el estándar de vida al cual queremos aspirar.

Según lo observado, esta discusión se ha estado centrando principalmente en dos ejes, el académico y psicológico. La sobrecarga horaria, la vulnerabilidad dentro de la red de apoyo de los estudiantes, la “tallerización” de asignaturas académicas como consecuencia del encapsulamiento y excesivo protagonismo de la asignatura de taller, la cual históricamente no ha dialogado con el resto de las asignaturas. Por otro lado, la normalización de estados de cansancio, estrés y ansiedad asociados a esta vorágine académica. A esto sumemos otro componente, la precarización laboral que deben vivir muchos en su etapa formativa, que se profundiza una vez titulados, muchos pagando un CAE o préstamo bancario que les ayude a concretar los compromisos financieros con las respectivas casas de estudio o sencillamente tener que doblegarse a un sistema laboral honorario que ha vulnerado tantas veces los derechos laborales de trabajadores, no solamente los ligados a la arquitectura, si no que a todos.

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