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1 de Junio de 2021

Tres es más que dos

Algunos de los constituyentes elegidos, se han permitido decir que no importa que producto de su discurso jacobino la Bolsa caiga, porque lo relevante para ellos es que la gente coma, revelando no sólo un inusitado desprecio y resentimiento contra quienes operan en ese mercado, sino que además una ignorancia que sorprende.

Por Christian Aste
"Si la Bolsa de Valores baja, el poco capital que se ha ahorrado y con cargo al cual se pagan las pensiones y se financian los retiros que el mismo Congreso ha propiciado, disminuiría". AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Christian Aste

Christian Aste es Abogado

Resulta vergonzoso observar el comportamiento que han tenido algunos constituyentes luego del resultado electoral.
Sobre todo considerando que únicamente votó el 41% del electorado, y que si aplicamos las matemáticas, resulta que hay 67 constituyentes que fueron elegidos en listas que sacaron menos del 1%, y 37 en otras que obtuvieron menos del 2%.
Es decir, y por razones que se desconocen, nuestro Parlamento en aras a reemplazar una Constitución que se consideraba ilegítima por haber sido gestada en la dictadura, no halló nada mejor que aprobar un sistema electoral que permitirá que la Carta Magna ahora sea elaborada por constituyentes que son absoluta minoría.

No obstante ser minoría, algunos de los elegidos, arrogándose un liderazgo que nadie les ha otorgado, se han permitido decir que la mayoría que ellos representan (lo que no es verdad), impondrá a la minoría (que fue quienes no votaron por ellos, y que en la realidad de los números es la mayoría) las reglas que ellos consideran deben regirnos.

Como si lo anterior no bastara para colmar la paciencia de los ciudadanos que quieren que el país se ordene y avance, algunos de estos elegidos, abrumados por su inesperada votación – provocada por sus apariciones en matinales – se han permitido decir -y burlonamente- que no importa que producto de este discurso jacobino la Bolsa caiga, porque lo relevante para ellos – la minoría que se eligió y que se considera mayoría – es que la gente coma, revelando no sólo un inusitado desprecio y resentimiento contra quienes operan en ese mercado, sino que además una ignorancia que sorprende.

Habría sido útil que se le explicara que si la Bolsa de Valores baja, el poco capital que se ha ahorrado y con cargo al cual se pagan las pensiones y se financian los retiros que el mismo Congreso ha propiciado, disminuiría, y lo haría indefectiblemente, porque esos ahorros – los previsionales – están invertidos precisamente en esos activos, cuyo valor, a este constituyente tan singular, le resulta completamente indiferente.

El ciudadano que lo votó ni se entera de este efecto, porque desconoce cómo funciona el sistema. Tampoco imagina que los mismos chinos, que se declaran comunistas, vienen de vuelta. Lo ratificó en marzo del año 2019 el destacado dirigente y consultor político chino, Guo Weimin, quien reconoció pública y oficialmente que, desde el año 2012, la inversión privada generaba más del 60% del PIB, pagaba más del 50% de los impuestos, contribuía a más del 70% de la innovación tecnológica y el desarrollo de nuevos productos, y, finalmente, proporcionaba más del 80% de los empleos urbanos y creaba más del 90% de los nuevos empleos. Es decir, mucho más que lo que ocurre en varias economías occidentales que se dicen no comunistas.

En definitiva, el gobierno chino aceptó abrirse al mundo privado, aunque eso significara incrementar la desigualdad, porque entendió que ese costo había que pagar si el país quería salir de la pobreza y la marginalidad. Comprendieron, porque son inteligentes, que tres es siempre más que dos.

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