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14 de Junio de 2021

Matrimonio igualitario: más que un simple contrato

El matrimonio igualitario no es sólo un simple contrato ni un trozo de papel. Se trata de justicia, dignidad, visibilidad e igualdad. Se trata de una sociedad que brinda más derechos y que no le quita a nadie los suyos. Se trata de darle espacio, importancia y reconocimiento al amor.

Por Juan Cristóbal Concha
Según la última encuesta Cadem (2021), un 74% de las personas consultadas se mostró a favor del matrimonio igualitario. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Juan Cristóbal Concha

Juan Cristóbal Concha es Psicólogo clínico especialista en Diversidad Sexual y Personas LGBTIQA+

Hace unos días, y en el marco del Mes del Orgullo, el presidente Sebastián Piñera anunció en la última Cuenta Pública Presidencial poner suma urgencia al proyecto de Ley de Matrimonio Igualitario en nuestro país. Sin duda, una gran sorpresa para todos, ya que, desde el año 2015 en que Michelle Bachelet promulga el proyecto, ha estado durmiendo en la Cámara.

Según la última encuesta Cadem (2021), un 74% de las personas consultadas se mostró a favor del matrimonio igualitario y el 65% a favor de la adopción homoparental, empinándose en 24 y 28 puntos más que su primera medición en 2014, respectivamente. Estas cifras revelan que en Chile existe una mayoría importante que está de acuerdo con que los derechos de las personas LGBTIQA+ deben ser los mismos que las personas heterosexuales-cisgéneros.

En la actualidad, no hay ningún argumento que respalde científicamente que las personas del mismo sexo no puedan contraer matrimonio. Y algunos de estos argumentos en contra son: “pero sí cuentan con el Acuerdo de Unión Civil, ¿qué más quieren?” (igual como el Apartheid sudafricano, donde hoy vemos con horror cómo antes existían baños para blancos y baños para negros, en el Chile del Siglo XXI, sigue aún existiendo un matrimonio para heterosexuales y un matrimonio para “homosexuales”), “no sé para qué quieren más derechos si ya tienen más derechos que nosotros” (olvidándose que día a día existen nuevos crímenes de odio contra el Colectivo por el simple hecho de ser quienes son), o “el matrimonio es entre un hombre y una mujer, porque su fin último es la reproducción” (las personas que están en contra del matrimonio igualitario justifican su postura porque las parejas del mismo sexo no se pueden reproducir, sin embargo, no debemos olvidar que parejas infértiles o algunos adultos mayores tampoco pueden hacerlo, no obstante sí gozan con el derecho de contraer matrimonio).

Estas frases sólo están cargadas de prejuicios heredados de discursos eclesiásticos que hoy no tienen cabida en un Estado laico. Asimismo, expresan poca o nula tolerancia, ya que al decir que nos “aceptan” con ciertas condiciones, basadas en sus propias creencias, están discriminando y coartando las libertades de las personas LGBTIQA+.

Existe consenso científico de que las personas homosexuales tienen la misma capacidad que las personas heterosexuales de formar vínculos afectivos y ser padres con éxito. Además, para muchas personas LGBTIQA+, así como para los heterosexuales, la creación de relaciones íntimas y amorosas es un camino importante hacia el bienestar (Hendrick y Hendrick, 2002; Isaacowitz, Vaillant y Seligman, 2003; etc).

Sin embargo, según un estudio realizado por Herdt & Kertzner (2006), la negación del matrimonio para parejas del mismo sexo impacta negativamente en la salud mental y el bienestar de las parejas homosexuales. La ausencia de derechos y deberes sociales y legales provocan en parejas de dos hombres o de dos mujeres que se enfrenten a estrés crónico y síntomas de ansiedad y depresión. Según este estudio, para muchas parejas del mismo sexo que llevan años de relación, que se les niegue el derecho al matrimonio las puede llevar a aislarse de sus seres amados por vergüenza y culpa. Tal invisibilidad de algunas relaciones entre personas del mismo sexo privaría a estas parejas del apoyo social y familiar que podría ayudar a contrarrestar este sentido destructivo de vergüenza y aislamiento social. También puede hacer que las personas se distancien de sus parejas, lo que da como resultado la devaluación de la relación.

Por otra parte, Hatzenbuehler y colaboradores (2012) postulan que las parejas del mismo sexo que han podido contraer matrimonios en países que es legal, disfrutan de una mejor salud a nivel físico y psicológico. A nivel físico, se comprobó que a 12 meses de legalizarse el matrimonio igualitario en Massachusetts (el primer estado de Estados Unidos en aprobar la unión de parejas del mismo sexo), hubo una disminución significativa en las visitas de atención médica y en el gasto en salud de parejas homosexuales. A nivel psicológico, ese mismo año, Wright y colaboradores demostraron que los efectos negativos en la salud mental de personas homosexuales, medidos por cuestionarios autoadministrados sobre el estrés y la depresión, mejoraron significativamente luego de estar legalmente casadas.

Sin lugar a dudas, y como muchas personas LGBTIQA+ postulan, el matrimonio igualitario en términos jerárquicos pareciera ser menos importante que, por ejemplo, leyes que promuevan seguridad social, dignidad y respeto a las personas del Colectivo, sobre todo si, día a día, somos testigos de diversos crímenes de odio hacia la Comunidad. Sin embargo, a nivel simbólico, el matrimonio igualitario no deja de ser importante porque interviene en una institucionalidad que sigue teniendo, hasta el día de hoy, suma influencia religiosa. Sigue siendo relevante, porque como hemos revisado, en países en que el matrimonio igualitario es ley, la calidad de vida de personas LGBTIQA+ es más feliz que en países en que aún no ha sido aprobado, porque genera una sensación de seguridad, dignidad y orgullo al saber que en el territorio en el que habitan cuentan – por lo menos en términos legales – con los mismos derechos que sus pares heterosexuales.

Entonces, queda preguntarse: ¿cuál sería el problema de que dos personas se amen o que quieran poder brindar seguridad económica a su pareja? ¿Cuál es el inconveniente de que un niño o niña pueda tener a sus dos padres o madres reconocidas por el Estado en un espacio de amor y cariño?

El matrimonio igualitario no es sólo un simple contrato ni un trozo de papel. Se trata de justicia, dignidad, visibilidad e igualdad. Se trata de sociedades más felices y con un mayor bienestar emocional. Se trata de respeto, pero de un respeto que no deja espacio para “peros”. Se trata de una sociedad que brinda más derechos y que no le quita a nadie los suyos. Se trata de darle espacio, importancia y reconocimiento al amor.

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