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18 de Abril de 2019

Anastasia Benavente: la profesora transexual que se enfrenta a la Universidad del Desarrollo

Denuncia que, pese a tener un registro casi perfecto como docente en la casa de estudios, su condición sexual y su cercanía con el transformismo le ha costado una fuerte resistencia interna.

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La noche del 3 de abril, Anastasia María Benavente decidió utilizar su cuenta de Facebook para denunciar una situación que estaba viviendo como docente de la Facultad de Educación de la Universidad del Desarrollo (UDD).

“Actualmente me veo afectada por discriminación, ya que se reduce de forma arbitraria mi carga académica por asumir públicamente mi sexualidad, a pesar de haber tenido siempre un excelente desempeño y valoración positiva por parte de los estudiantes. Debo aclarar que la universidad supo desde un comienzo mi identidad y me brindó amplias posibilidades de desarrollo; sin embargo, tras un cambio de decanatura surgieron los problemas”, señaló Anastasia. 

Sus palabras iban dirigidas a la decana Josefina Santa Cruz, a quien acusa de reducir su carga académica como profesora tras enterarse que en redes sociales circulan videos de sus espectáculos como performista.

En conversación con El Dínamo, Anastasia explica que “se empezó a filtrar por redes sociales mi Facebook y algunos videos, porque cuando muere Hija de Perra (Víctor Hugo Pérez Peñaloza, transformista y activista), obviamente había que tomar un rol más de primera línea para seguir este legado. Ahí La Maraca (Camilo Saavedra) y yo tomamos cierto liderazgo en performances, junto con la Irina (Irina Gallardo), entonces nos aliamos y empezamos a hacer cosas que se viralizaron. Obviamente las alumnas se enteraron de esto y fueron horrorizadas a hablar, que tenían una profesora travesti. Santa Cruz me llama a su oficina…”.

Juventud y precariedad: el nacimiento de Anastasia

“Yo partí el año 95, apenas salí del colegio. Tenía 18 años y trabajaba en una cadena de comida. Una de las trabajadoras tenía una pareja que era dueño de un teatro. En un momento les faltaban unos personajes para un show de Navidad y Año Nuevo. Ahí partí como como transformista”, cuenta Anastasia sobre el inicio de su vida en el espectáculo. 

Pero enfatiza: “En esa época, ser homosexual era ser una lacra social, nadie quería tener un homosexual en su familia. Si es que había habido algún homosexual en tu familia era un mito, algo se sabía. Mi familia igual habían algunas historias así, pero nada cercano”. 

Hoy en día los medios de comunicación han abierto la puerta a las denominadas “drag queens” o “transformistas”, con programas como The Switch de Mega y RuPaul’s Drag Race, en Estados Unidos. Sin embargo, esta apertura se dio luego de décadas de discriminación. Al respecto, Anastasia dice: “El ambiente del transformismo en ese tiempo era súper complejo, porque había una especie de sobrevivencia. Había mucha violencia, tanto para las transformistas como a las travestis, obviamente las travestis mucho más violentadas que las transformistas, porque de día trataban de aparentar una pose más masculina, que no servía mucho porque no pasábamos piola”.

Pasado los años, y en medio de ese contexto, Anastasia decidió poner pausa su aparición en los escenarios, a fin de concentrarse en la carrera universitaria que estaba por comenzar. 

“Entré a estudiar Literatura y Lingüística en la Universidad de Chile, entonces no podía compatibilizar el nivel de estudio con los ensayos y las clases. Ahí empecé a despedirme un poco de lo cotidiano, ser parte de un elenco estable. Obviamente se me abrió el mundo hacia otras cosas, tener un pensamiento mucho más crítico, mucho más político, descubrí lo que era la performance, porque hasta ese momento yo era transformista y hacía shows, diversión, espectáculo. Pero yo no sabía lo que era la performance y ahí en la facultad entendí el valor que tiene como una disciplina artística pero también política, y de estilo de vida, que tiene que ver con manifestar un pensamiento político, un descontento social y también transmitir conocimiento, generar conocimiento, porque la performance tiene un carácter epistemológico”, cuenta. 

Anastasia no solo se vio ensimismada en este mundo que acababa de descubrir, sino también tenía que preocuparse de situaciones mucho más complejas como lo era vivir, literalmente, en la calle. 

”Mi relación con mi familia acá no era muy buena, de hecho en esa época no estaba viviendo en mi casa. Teniendo 18 años, estás mucho en formación todavía, tu parte infantil está todavía muy presente y la necesidad de protección y seguridad. En un momento me vi en la calle, sin nada, teniendo que sobrevivir. Como yo estaba en la universidad, se transformó en un amparo para mí, porque en un momento voy y le pido ayuda a la asistente social y le conté toda mi situación: que no tenía donde vivir, que estaba durmiendo en el cerro donde las travestis me cuidaban, pero tenía que ir a la universidad, mis compañeras me daban comida… Era muy compleja esa época”, asegura.

Hija de Perra

Una vez de regreso a Chile, Anastasia conoce a un personaje que, según dice, “modifica bastante mi vida: Hija de Perra”.

“Se transformó en una amiga, una compañera de lucha. Tenía mucho liderazgo en todos los temas que tenían que ver con romper el paradigma, con romper este sistema de sexo y género imperante y vino, de alguna manera, a completar todas las ideas que tenía un poco sueltas y a darle sentido a esa lucha, uno más claro. Las teorías de género estaban más avanzadas, también tenía mucho acceso, en relación al feminismo, la teoría queer, a lo de colonial”.

“Empezamos a hacer alianza y fui una secuaz de La Perra, que para mí era bastante cómodo porque tenía un liderazgo muy claro, me convertí en un cuerpo disponible para la lucha que era la mía, pero como estaba estudiando no tenía tanto tiempo de enfocarme de lleno. Muchos descansamos en la figura de La Perra, por eso cuando fallece, para todo su círculo cercano fue impactante y quedamos un poco a la deriva de qué hacemos ahora”, recuerda. 

Paralelo a su activismo, retomó sus estudios y terminó la carrera de literatura, pero su aspecto físico no le permitió encontrar un trabajo para comenzar una vida laboral, hasta que fue aceptada en un call center, donde terminó descubriendo su verdadera vocación: la docencia. “Algo que me había renegado y me di cuenta que tenía mucho talento para enseñar, así que me metí a estudiar la pedagogía”, explica.

Al terminar su segunda carrera comenzó a buscar trabajo. Tuvo que tomar medidas para ese entonces: detener el tratamiento hormonal y cortar su cabello, lo que recuerda con mucho dolor. “Me despertaba en las noches con pesadillas, lloraba porque mi pelo no estaba, amanecía llorando. Finalmente me fui a buscar trabajo y me dieron uno, con pelo corto y vestido de un varón dudoso”, señala.

Durante un año fue testigo del violento ambiente que vivían cientos de niños en un colegio de Independencia, pero donde logró tener “mucho contacto con los estudiantes y ellos valoraban mucho que alguien se preocupara de enseñarles de verdad, a pesar de su contexto vulnerable, de violencia, pobreza”, afirma.

“Paralelamente a eso, empecé a hacer un taller en un colegio donde trabajaba una sobrina mía en Maipú. Justamente el profesor de Lenguaje se fue y me llamaron para asumir el cargo. Pasé solo un año en este contexto complejo y me fui a trabajar a Maipú, en el colegio San Leonardo, que es laico y que cuyo proyecto educativo es hacia la diversidad y hacia la parte afectiva. No podría haber caído en un mejor lugar. Volvía a ser un poco travesti, pero no tan notorio y no tratando de ocultar nada. Ahí me atrapó el mundo de la docencia y estuve trabajando como siete años”, cuenta. 

El sueño que ya no es

Junto a su trabajo en el colegio San Leonardo, en Maipú, Anastasia comenzó a estudiar un Magíster en educación universitaria y, en medio de ese proceso, su sobrina le abrió la posibilidad de trabajar en la Universidad del Desarrollo. “A mi sobrina se le muere su padre, mi cuñado. Queda muy deprimida y no puede hacer clases, así que me recomienda a mí para poder hacer su curso. Estando ahí, hice clases, siempre con muy buenas evaluaciones, sacando 100% en las evaluaciones docentes, teniendo una muy rica relación con las alumnas”, indica. 

Asegura que “nunca dejé de ser transformista, aparte que toda mi vida sexual fue como Anastasia, ese es un punto súper relevante: para ir a trabajar siempre me vestí de varón, entre comillas, pero siempre mantuve mi vida social como Anastasia, ya sea en show o no. Tengo un clóset de Anastasia y mis relaciones afectivas también”.

La decana Gloria Carranza dirigía la Facultad de Educación durante sus primeros años en la institución, persona clave en esta etapa de Anastasia. “Ella era muy sabia, muy interesante persona, y ella ve mi potencial y me inventa un cargo para darme trabajo y abre la Coordinación para el Área de Lenguaje en las carreras de Educación de Párvulos, Básica y Media”, dice.

Dos años más tarde, lo que parecía un sueño, terminó transformándose poco a poco en una pesadilla que la tiene hoy denunciando. Tras la salida de Carranza, explica, quien llega a ocupar su puesto es Josefina Santa Cruz, “íntima amiga del rector, con una trayectoria de la Universidad Católica, muy conservadora”.

La denunciante dice que esta llegada trae consigo una serie de reestructuraciones, principalmente en el equipo de trabajo: “Llegan mujeres de clase alta, bien casadas y hasta un poco sumisas, porque (la decana) es una persona muy controladora, le gusta tener todo bajo control y no ceder el poder”, asegura Benavente.

“Empecé a trabajar con ella bien, mayores dificultades no tuvimos”, dice. Eso, asegura, hasta que se empezaron a filtrar por redes sociales algunos de sus videos. “En resumidas cuentas me dice que se enteró y se pone a dar ejemplos macabros: ‘mira, si yo me enterara que un profesor le pega a su mujer y eso saliera a la luz pública, tendría que llamarle la atención’. Ahí algo cachó que no lo estaba haciendo bien y me dice ‘ah, no, te voy a cambiar el ejemplo. Lo mismo pero con maltrato animal, si me entero que un profesor maltrató a un animal y eso se viralizara, también tendría que llamarle la atención’”.

“Ante eso obviamente me indigné, sin perder la calma ni tratándola mal, pero sí me puse muy enérgica y le dije ‘mira Josefina, yo sé que la homofobia ha bajado en la clase alta porque ustedes tienen hijos homosexuales, tienen un partido político que quieren ser iguales a ustedes, tienen una Iglesia donde ustedes van a rezar con sus hijos homosexuales, pero hay algo que se llama transfobia y yo tengo leyes que me protegen’”, relata.

Finalmente, recuerda, “ella entendió que estaba actuando mal. ‘Entonces, ¿cómo lo vamos a resolver’, me dice y le dije que yo voy a renunciar, pero tal como hemos hablado, yo necesito seguir trabajando haciendo los cursos que hago, manteniendo mi carga académica para que pueda pagar mi magister y poder vivir. Se armó mi carga horaria, pero me dice ‘te voy a poner una condición, para que esto suceda: que pongas ocultas tus redes sociales, porque si tú no lo haces, yo te voy a tener que quitar esos cursos y solo te podría dejar en el curso del PFP que es un programa para adultos’”. 

La exposición trajo consecuencias

Aunque dice intentó respetar la condición, la exposición jugó su parte. “Sobre todo el último año, tuve una explosión mediática por dos temas: uno por la Travesía Travesti, que fue una obra muy exitosa, nos fuimos de gira a Argentina, Colombia, llenamos muchos teatros acá en Santiago, la vio mucha gente. Por otra parte, di algunas entrevistas a algunos medios como Vía X y en Argentina también di entrevistas”.

“Santa Cruz se enteró y en una conversación que tuvimos el jueves 4 de abril me dijo que durante este tiempo  le llegaron muchos reclamos de mis fotografías y mis videos”, señala. “Finalmente cumple su palabra, porque no se puede tapar el sol con un dedo, independiente que tenga oculto mi Facebook, ella se deshace de mí buscando argumentos, porque ella sabe que si me echa no puede ser por argumentos de género. Ella buscó la excusa para poder hacerlo”, relata.

Fue así como “uno de los cursos me lo quita porque quiere buscar una educadora de párvulo para que lo haga, cosa que es muy absurda porque no tienes que ser educadora de párvulo para hacer clases en párvulo. Todo lo contrario, con mi trayectoria y experiencia. En el otro curso me saca por no tener doctorado. Voy a tener doble magister, que es muy buena formación, pero efectivamente no tengo doctorado, lo voy a empezar a hacer el próximo año. Pero las dos en el mismo tiempo, de un año para otro. Me deja solo un curso en este programa para adultos, tal cual como fue su promesa. No me lo quita todo porque sabe que yo iba a hacer escándalo”.

La decisión provoca una debacle económica en la vida de Anastasia. “Estoy en shock, quedé súper mal porque no sabía qué hacer. Imagínate que tú tienes todas tus cuentas, tus deudas, tu vida, todo, programado por una cierta cantidad de ingreso y quedas sin trabajo. Lo que está haciendo es que me está quitando el derecho del trabajo por ser una persona trans. Porque si fuera penca, que falte a clases, que tenga pésima evaluación, pero no es el caso”.

Mediación en la UDD

Si bien Anastasia no ha tomado acciones legales, sí lo hizo de manera interna en la universidad y ambas se vieron las caras en una mediación que se llevó a cabo estos días. “Yo esperaba que asumiera, que me pidiera disculpas, que dijera ‘me equivoqué, no supe cómo reaccionar’, pero no fue así, todo lo contrario, me dijo que no se acordaba. Yo le dije que ‘no me extraña porque ese es el argumento que ha usado este país para ocultar los crímenes de lesa humanidad que se han cometido y que hasta el día de hoy la gente pide justicia y el argumento que tiene tu clase es justamente eso, que no se acuerdan’. Y si no me acuerdo, no pasó. Ahora se ve ella acorralada con todo esto y es ahí donde ese mismo día publico esto en Facebook. Estoy luchando contra los poderosos, la universidad no se ha comunicado conmigo”, indica. 

“Me siento que estoy en un momento clave para hacer esta denuncia y yo lo en la mediación: ‘la violencia no es solo combos y patadas. Lo que tú hiciste, Josefina, fue un acto de violencia, menosprecio, menoscabo en mi condición de trans y profesional’. Ella no asumió nada. ‘No es que no tuve la intención de dañarte. Yo no soy transfóbica’, dijo. Le contesté que ‘si tú no fueras transfóbica, no me hubieras comparado con un maltratado de animales, eso lo hace una persona transfóbica, que no entiende lo que es ser una persona diferente. Esa comparación no pasa por tu cabeza. Tú fuiste negligente’”, explica.

Sobre el actuar de la Universidad del Desarrollo, asegura que “si bien el problema, específicamente, lo tengo con ella, la universidad debería hacerse parte de eso. Yo hasta ahora no he tenido ni siquiera una llamada de la universidad, entiendo que es porque han delegado el caso en la oficina de apoyo, pero eso fue porque yo lo solicité. Pero esperaría que la universidad se pronunciara porque al final, mi empleador son ellos”.

“Necesito trabajar por la parte económica y porque siento que tengo derecho al trabajo y no quiero que se vea empañado por mi identidad de género. Por muy conservador que sea el lugar, el mundo cambió”, concluye. 

El Dínamo se contactó con la Universidad del Desarrollo, pero declinaron referirse al tema debido a que Benavente “aún forma parte de la comunidad académica”.

De todas formas, personas que saben del proceso interno de mediación, aseguran que la determinación de quitarle cursos a la académica se tomó en diciembre del año pasado “antes de conocerse las decisiones personales” de Anastasia, y que esto se justifica, principalmente, porque no posee doctorado. 

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