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12 de Junio de 2019

Roberto Bravo: “Charly García debe tener algún tipo de turbulencia psicológica”

Su experiencia con la dictadura militar, su trabajo con Claudio Arrau, su visión respecto a la música actual y su próximo concierto en Chile abordó el pianista en conversación con El Dínamo.

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A días de presentarse en el Teatro Nescafé de Las Artes, el virtuoso Roberto Bravo nos abre las puertas de su casa. Entre su candidez y pausa solemne al hablar, nos sumergimos conversando sobre la relación con su maestro Claudio Arrau, su experiencia en años de Dictadura y su apreciación sobre la música popular.

El pianista ganador del Premio Nacional de La Paz habló sin tapujos con El Dínamo y este es el resultado:

-¿Cuál es tu primer recuerdo en torno a la música?
-Mi madre tocando el piano, de chico el piano estuvo presente en los primeros sonidos que tuve, amén de los que escuché cuando estuve en la guata de mi mamá.
Lo que sigue es la típica situación de un niño con buen oído, que iba sacando con un dedo melodías. Mi mamá decía que yo buscaba los sonidos rompiendo vasos y platos, según cuenta, una vez agarré un palo de escoba y boté una vajilla para escuchar los distintos sonidos…un poco caro el sistema, pero bueno.

-Fuiste alumno de Claudio Arrau en Nueva York. ¿Recuerdas alguna anécdota con él?
-El profesor que me formó, Rudolf Lehmann -un alemán judío que el maestro Arrau ayudó a escapar de Berlín cuando era su alumno en el conservatorio- me llevó a la casa de Arrau que estaba en New Jersey. Fue mi primer viaje al extranjero, la oportunidad de conocer al maestro Arrau y de empezar una relación que se mantuvo por años.

-¿Cómo recuerdas ese primer encuentro?
-Llegamos atrasados, el taxi se perdió en la nieve. Me acuerdo que Rudy le llevó cholgas al maestro. Tenía una cocinera chilena. Había arroz con pollo en su casa. Me escuchó tocar y me dio algunos consejos. Le dijo a mi profesor que estaba haciendo un buen trabajo.

-En el fondo diste una audición, ¿estabas nervioso?
-No recuerdo haber estado muy nervioso; él era una persona cálida, receptiva y eso te daba tranquilidad al tocar para él, no era el típico profesor gruñón o estricto que te amedrenta. Me decía “mijo”, como hablan los chillanejos, y cuando se enojaba me decía “Roberto”.

-¿Por qué se enojaba?
-Uno con la ignorancia discute cosas con el maestro y no corresponde. Recuerdo una sonata de Beethoven que toqué para él, donde le insistía que el “tempo” como yo lo había aprendido en Rusia era tal. Él me dijo “no me discuta, me tomó treinta años entender el sentido de este movimiento, usted no lo puede tocar como un ejercicio técnico, lo toca demasiado rápido”.

-En un capítulo del libro “Los Nazis en Chile” de Víctor Farías, aparece una carta de Claudio Arrau excusándose por no poder ir a tocar a la capital del Reich, Berlín.
-Se sugiere ahí que el maestro Arrau habría tocado para las autoridades nazis. Ante eso yo escribí a El Mercurio, hablando por el cuento del profesor que Arrau ayudó a huir de Berlín. Pero no solamente a él, a varias personas. El maestro era casado con la señora Ruth Schneider que era judía, a su médico psicoanalista también lo ayudó a escapar, su manager, judía. Se sabe poco que el maestro ayudó a escapar judíos a la embajada chilena.

-El libro muestra que él hubiese actuado o tenido un vínculo con los nazis en torno a lo artístico.
-Cuando tú vas a tocar a algún lugar, no tienes idea de quién está en la sala, en esos años podían ser los jerarcas del régimen nazi, a Arrau lo podían invitar a Hannover y él no sabe que Goebbels está sentado en la cuarta fila, ¿cómo puede saber? En el tiempo actual, tú vas por la calle y te piden una selfie, te subes en un avión y te piden una selfie, no sabes con quien te estás sacando la foto. Después aparece que arrestaron a un pedófilo y entre las fotos que encontraron en su living, estaba con el pianista Roberto Bravo. Es un ejemplo del peligro… No sé si el capo de la droga de La Legua se sacó una foto conmigo. Se sacan foto conmigo los alcaldes y después están procesados por quinientas cosas. En ese minuto me enojé y escribí a El Mercurio. Igual que cuando acusaron a Arrau que no tenía posturas políticas y que no se metía en ninguna cosa. Él era un hombre absolutamente dedicado a su piano, grabó un disco con Leonard Bernstein con la filarmónica de Berlín para Amnesty International. Entonces, no me digan que al Maestro no le importaba nada. Me acuerdo que el Maestro enfermito después de una operación, tenía dos conciertos, uno era para la Sinfónica de Londres, concierto de temporada, y el otro en una Universidad de Londres en beneficio de un hospital en Jerusalén. Canceló uno, no podía con los dos. Adivina cuál… Es una enseñanza, el Maestro no te habla solamente de tocar el piano de esta manera o la otra, te da ejemplos de vida. Yo creo que a lo mejor Farías es un buen historiador, pero se desubica.

-En esta carta Arrau se despide con un “Heil Hitler” ¿tal vez era parte del contexto despedirse así?.
-Sí, el maestro lo escribió para proteger a su esposa Ruth, o a sus hijos, para poder sacarlos después de firmar la carta, que firme lo que haya que firmar. No conozco esto de la carta, pero puedo entender las circunstancias. A Arrau la Gestapo le colgó a uno de sus alumnos predilectos en una plaza, era judío. Imagínate como estaba él para ir a tocar a ninguna parte.

DICTADURA

-¿Cómo te enteras del Golpe Militar el 73?
-Al día después. Estaba concentrado estudiando para una gira en Ucrania. El día 12 llamé a la Embajada y me enteré que el Presidente Allende estaba muerto y que la embajada estaba dividida, que la habían tomado los militares. Partí para allá, estaban todos en una oficina comentando los hechos. Yo terminé en el baño de la embajada llorando.

-¿Te dio miedo?
-No, sentí una gran pena como chileno, por algo que pasa en un país entre hermanos. Nunca he sido militante de partidos, pero tengo muy claras las cosas que no deben hacerse. En ese minuto empecé a manifestarme mediante declaraciones, firmando documentos o asistiendo a conciertos en protesta por la violación de los derechos humanos en Chile.

-Fuiste catalogado como un disidente de la Junta Militar por hacer un concierto en honor a Victor Jara. ¿Eras admirador de su obra?
-Me dolió mucho su muerte, nos conocimos en Lima, estaba cantando en el mismo teatro donde yo tocaría al día siguiente con la Sinfónica. Fue un encuentro bonito, la primera canción que le escuché fue “Luchín”. Me enterneció mucho su manera de cantar, tenía una gran dulzura, comunicación, sencillez. Cuando murió me impactó mucho y ahí nacieron los primeros arreglos que hice. Acá lo tomaron como que la canción era el “símbolo de la resistencia”, para mí era un homenaje personal a Víctor.

-A raíz de eso se te acusó de financiar partidos de la Unidad Popular
-Me acusaron y prohibieron entrar a Chile durante seis años. La acusación concreta era que yo financiaba los partidos de la Unidad Popular para derrocar al Gobierno Militar, cosa que no era cierto. Había otros músicos que estaban en una actitud más combativa. Lo mío era una manifestación personal.

-A pesar de estar lejos, ¿pensaste que te podía pasar algo?
-No, pero hubo un incidente en Nueva York que fue complicado con mi esposa, quedó en el misterio si fue un accidente o un amedrentamiento contra el ex canciller Gabriel Valdés. Después de una cena en casa de amigos en las Naciones Unidas, un auto nos atacó: vino por detrás, nos pegó, volcamos y arrancó. Ella quedó muy dañada hasta el día de hoy, con una operación a la columna. Fue el 76, el año en que se hablaba que don Gabriel Valdés estaba próximo en la lista de la Dina después del asesinato de Letelier, que había ocurrido un mes antes, en Washington. Fue una época complicada, da para pensar que no fue un accidente.

-Después de esto, ¿dejaste de hacer ciertas cosas?
-No, en el primer concierto que hice en Santiago cuando volví el 79, toqué la música de Víctor y quedó la grande. El teatro estaba dividido, la mitad lloraba y la otra mitad estaba de pie sin saber lo que estaba aplaudiendo. Se enojaron mucho después. Se rumoreó en esos días que me iban a expulsar de vuelta. No se concretó, prevaleció el peso cultural y la figura de Arrau detrás.

-Dijiste en una entrevista que cuando volviste a Chile a hacer ese concierto, querías que te atropellaran para no tocar.
-(Ríe) Tenía pánico escénico, era el primer concierto en Chile después de seis años. Ese día dormí en el centro para estar cerca del teatro. Estaba asustado y tenía nervio, mientras iba caminando por Santa Lucía pensaba: “La única manera de no tocar es que me atropelle un auto”. Había expectación, sentía mucha responsabilidad. Estaba tenso porque además sabía que habían ofrecido volar la iglesia y había llamadas telefónicas donde me decían “si tocas allá te vamos a matar o vamos a matar a tu mamá”. Hubo un concierto particularmente difícil en esos años, cuando me pidieron que tocara en la Santa Gema, para reunir fondos para los injertos de piel de Carmen Gloria Quintana. Toqué con guardaespaldas, tenía dos amenazas de muerte y una contra la iglesia. Dos guardaespaldas dormían en mi casa y los otros estaban afuera. Me acompañaban en auto para arriba y para abajo y la Embajada Americana hizo chequear la iglesia para asegurarse que no había peligro para sus diplomáticos. Años después me enteré de que no eran cuatro, eran veinte: diez dentro de la iglesia, dos en mi casa, cuatro conmigo, cuatro estaban armados. Había dos a cargo de un “operativo” listo para sacarme de Chile si es que la cosa se ponía fea.

-Tocaste en La Legua también 
-Siempre he estado al servicio de las personas que están complicadas. Fue la única vez que mi papá insistió en ir conmigo, en los años que los militares entraban en la noche a las poblaciones. Era bien peludo el cuento, pero siempre hubo un ángel protector.

-Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo te ves a ti mismo?
-Me sentí muy afortunado de poder hablar por los que no podían, pero no con palabras, tocando. Ahora hablo, pero en esos años nunca dije una palabra, simplemente tocaba.

-Tomaste una bandera sin decirlo explícitamente
-Hice lo que tenía que hacer, tenia la fortuna de hacer gestos y transmitir emociones que otras personas no podían hacer. Los conciertos se transformaron en catarsis colectiva. En ese tiempo no estaba permitido tocar la música de Víctor, Violeta, Silvio, Pablo Milanés. Yo lo hacía calladito, tocaba mis conciertos tradicionales y los bises comenzaban con la música que se estimaba no se debía tocar. Para mí una canción de Víctor es tan hermosa como una canción alemana folclórica que está en el rango de la música docta. La belleza trasciende, no tiene color político. Tengo una postura en torno a las guerras y conflictos: El dolor de una madre opositora al régimen no es distinto al dolor de una madre que pierde a un hijo militar que le pegaron un balazo en algún lado.

-También fuiste amigo de Jaime Guzmán
-Sí, tenía grandes conversas con él, posiciones antagónicas, pero había algo que nos unía: él era melómano. Jaime se enojaba cuando yo le comparaba el régimen de Pinochet con el soviético. Le decía ”explícame la diferencia entre lo que hace el Gobierno Militar aquí, que destierra a un profesor y los rusos que sacan a un profesor y lo llevan a una ciudad que se llama Gorki”. Él decía que ese Gobierno iba a terminar y habría una transición hacia la democracia. Yo me manifesté en contra del asesinato de Jaime, y estoy bien cabreado de que no se haya hecho justicia. Me importa un pucho si los de la izquierda se enojan, yo tengo un compromiso con el ser humano, la violencia no es solución.

ESPIRITUALIDAD

-¿Practicas alguna religión, tienes creencias de algún tipo?
A mí me hace bien tocar, la música, ese es mi lenguaje. Eso se irradia, provoca una buena sensación en la gente que escucha, pero parte de uno, en la medida que uno acepta ser un puente de energía superior…

-La sanación a través de la música
-Absolutamente, yo siento que la música trasciende las diferencias políticas, ideológicas, de raza. Bach y Mozart escribieron para todo el mundo. La música es unión, sana, une, te lleva a un estado de conexión con algo superior. Si tú quieres llamarlo Dios, Krishna, está bien, si el de más allá quiere llamarlo Mahoma, está bien, pero el estado especial es de alma y espíritu, y nosotros los músicos somos el puente.

-¿Qué sientes cuando tocas?
-Un amor universal, es una cosa amorosa, medio cliché, pero cuando toqué ahora en Jerusalén en el Muro de los Lamentos, salía una energía que me pegó en las manos con un mensaje: “El único camino posible es el amor”. En todas las religiones el mensaje es el mismo. La verdad está repartida en todas partes, todo el mundo tiene razón en algo, los palestinos tienen razón, los judíos también. Los venezolanos de Maduro por su lado y los otros por el otro.

FEMINISMO

-¿Consideras que el mundo de la música es machista?
-Muchos de los grandes compositores sobre todo en periodos románticos se inspiraron en mujeres para tocar. Las baladas están dedicadas a las condesas, princesas, marquesas. Inspiración femenina, la mujer ha sido motor en muchas, sino en todas las creaciones artísticas en todos los ámbitos.

-Aunque no ha habido en la historia de la música tantas mujeres como hombres ejecutando instrumentos…
-No, siempre hubo un predominio del artista masculino, en los conciertos, en la dirección orquestal. Las mujeres directoras de orquesta aparecieron recién en el siglo XX. En general la mujer en la vida de un artista es importantísima. Cuando hablo con estudiantes o hago charlas les cuento que esto parte con mi mamá: si no hay mamá, no hay músico. Es la madre la que te apoya en los primeros años, la que te lleva de la mano al conservatorio.

MÚSICA POPULAR

-Dentro de las especialidades que tienes, de tocar tangos, boleros, también tocas música de películas, soundtracks.
La música del cine queda, imagínate E.T. sin la música de John Williams. O las cuatro notas de Tiburón, ahí resulta que la música que va a quedar del siglo XX, va a ser la música de las películas, que están en el inconsciente colectivo. Me gusta mucho la música de las películas de animé, de hecho grabé un disco para películas japonesas. Sé que hay mucha buena música que se escribe para los videojuegos, hay muchos compositores jóvenes que escriben música muy bien hecha.

-¿Si te hicieran una invitación para hacer la música de un videojuego?
No sería capaz, no tengo talento para componer, puedo improvisar un poquito, pero así como sentarme a escribir algo, no me da.

-¿Tienes alguna opinión sobre el trabajo de Jorge González y Los Prisioneros?
Ellos cumplieron un rol importante. A Jorge, con todo respeto, porque está súper enfermo, siempre lo encontré súper desafinado, pero es una opinión de músico no más. El trabajo que han hecho ellos en su momento es muy bueno, por eso hay gente que los quiere mucho. Se pararon valientemente en un momento que era peligroso pararse valientemente.

-Y del rock argentino, ¿qué opinas de Charly García?
-Yo creo que él tiene un problema, es como especial, debe tener algún tipo de turbulencia psicológica. A mí no se me ocurriría destrozar la habitación del hotel cuando voy. Puedo tener una tranca con algo pero no voy a romper la pieza, a lo más voy a reclamar por el room service.

-Sobre el reguetón, ¿cuál es tu opinión?
-Cero, no me gusta ni estoy de acuerdo con los textos, son muy ofensivos, sobre todo con la mujer. No es aceptable desde mi punto de vista. Libertad sí, libertinaje no. Libertad de expresión sí, pero ofender, no. Así de simple.

-¿Qué opinas sobre la música metal?
No me gusta, me aturde. Lo que he escuchado lo he apagado inmediatamente. Ninguna posibilidad para mí, hay gente que seguramente necesita ese tipo de música, yo creo que en Guantánamo la usan con sus prisioneros, les ponen una hora de heavy metal y los tipos confiesan todo.

-Iron Maiden acá es furor…
Claro, pero dicen que son satánicos. Hay cabida para todo en la medida que no haya ofensa, que no se hiera ni a la mujer, ni a los niños, ni se desprecie a los animales. Todo lo que sea violencia, física, verbal, de pensamiento, no va conmigo.

OPINIÓN

-Te manifestaste a favor de entregar mar a Bolivia
-Cuando hablé de esto no pensé en lo mal que se iban a sentir personas con familiares que murieron en la Guerra del Pacífico, para ellos lo que digo es una ofensa. Yo pensaba en un punto de vista humanitario, si uno puede ayudar al que tiene menos, tiene el deber de hacerlo. Ahora, las autoridades chilenas van a decir “pero nosotros les hicimos un ferrocarril, tienen todas las facilidades por los puertos”. Si para ellos es importante y les va a significar mejor cultura, más hospitales, o lo que sea, yo diría que sí, que habría que ayudarlos con una salida al mar. Pero no cederles territorio porque sí o por razones políticas… Por razones humanitarias, mi postura es sí.

En la última cuenta pública, Piñera fue escueto para referirse al tema de la cultura
-Piñera no es famoso por el cuento de la cultura. Un país que crece sin cultura, crece cojo. Pero también entiendo que cuando hay un desastre natural, la cultura pasa a segundo plano, me ha pasado así que lo entiendo. Ahora, como política de gobierno, tiene que haber una mirada más amplia para un mayor desarrollo cultural, y esto no significa solamente orquestas, teatros, pintores. Significa cultura en general, que hay que hacerla en la base, con los niños, y parte con el respeto y la conciencia.

PRÓXIMO CONCIERTO

-Volverás a dar el concierto “Bravo Piazzolla” en el Nescafé de Las Artes. ¿Por qué la gente no se lo debería perder?
-Es un homenaje al padre del tango moderno contemporáneo que rompió todos los paradigmas. El programa consiste en un repaso de sus obras más emblemáticas: “Balada para un loco”, “Adiós Nonino”, “Estaciones Porteñas”, pero además presentamos muchas obras desconocidas que son maravillosas. Tenemos varios fragmentos de la ópera “María de Buenos Aires”. Es una mezcla de lo más conocido con obras que el público no conoce. Entre los músicos tenemos un fiato muy bueno, lo pasamos bien tocando y eso se nota. Los estaremos esperando.

Transcripción: Erambe Del Rayo

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