5 momentos imborrables de Lollapalooza

A pesar de todas las contras de este debut de Lollapalooza en Santiago- como la bajada accidental de Yeah Yeah Yeahs, La Cúpula como escenario secundario sobrepasado o los problemas aislados en la distribución de las entradas compradas por Internet-, el veredicto es un grosero visto bueno. 

 

Primero porque el Parque O’Higgins resultó ser un lugar bien cómodo para ver conciertos en simultáneo, de la mano del calor seco de Santiago, que sacó las mejores tenidas veraniegas de un público compuesto por grupis inamovibles de la reja de la primera fila, harto peloláis, poco rockero duro, harto tatuaje, piquetes de gringos pintamonos, mexicano, brasileños y algunos niños disfrazados de rockeros de la mano de jóvenes milfs acompañadas de hombres que seguramente no son muy amigos del condón.

 

A la oferta contundente de bandas invitadas, tanto nacionales (de rock stoner a pop electrónico, pasando por hip hop y cumbia) como extranjeras, también destacamos la posibilidad de escoger entre rebotar en el cemento de la Elipse o derechamente ir a echarse al pasto o a una butaca del Arena o a las mismas graderías de La Cúpula. De los más de 40 shows que vimos, escogimos los 5 grandes momentos/íconos que dejó el primer Lollapalooza chileno.

 

 

1.- Chile país de grupis. Detrás de los camarógrafos siempre vendrán las calcetineras, en la primera línea de batalla de los conciertos. En estos dos días hubo grandes momentos con fanáticos: de la nube verde en Cypress Hill, al sudor masculino en Deftones, o los chillidos repartidos casi por igual entre The Killers y 30 Seconds to Mars. De los nacionales, Chico Trujillo se robó la película con un festival propio de upskirt entre su numerosa fanaticada.

 

 

2.- Mojar la camiseta. Quizá uno de los pocos momentos con aroma a concierto de verdad fue el del gringo-venezolano Devendra Banhart: metros y metros de fila para entrar a La Cúpula, tipos sin polera, chicas llorando y mucho pero mucho sudor, terminaron con un retraso generalizado que inició una serie de rumores que hablaban de la cancelación de todos los shows siguientes, pero que realmente terminaron con Cat Power- la artista sucesora- con el recinto a medio llenar. Fue un total desacierto poner este número en un escenario secundario, destinado a bandas de menor convocatoria, mientras el propio Banhart tras bambalinas quedó prendido con la situación y prometió nueva visita, además de declararse fan de Víctor Jara.

 

 

3.- Hace calor. Un ítem importante fueron varias de las pintas que se dejaron caer sobre los escenarios, producto del calor, la cantidad de público y la competencia por la misma convocatoria. Acá tres que se lucieron. Las mejores piernas de Lollapalooza. En orden de aparición, las chilenas Javiera Mena y Francisca Valenzuela, y la española Mala Rodríguez. ¡Uff!

 

 

4.- Las instituciones funcionan. Qué sería de esto sin bandas y todavía más, sin buenas bandas, con repertorios entretenidos, para animarse a cambiar de escenario, a seguirlos y a corearlos. En ese estadio por lejos se robaron la película el sábado Deftones y The Killers, mientras que el domingo hicieron de las suyas The Flaming Lips (en la foto su cantante Wayne Coyne encima del público en su clásica pelota plástica), Jane’s Addiction y el cierre impecable de Kanye West. La mezcla balanceada de calidad sobre el escenario, setlists digeribles y público.

 

5.- ¿Lollapa… qué? Si hay una palabra que todos aprendieron a pronunciar entre marzo y abril fue Lollapalooza. La multinacional de Perry Farrell que como buen diplomático nos dio una mano con la imagen país, armando esta mega fiesta en tiempo récor, posicionándola en la prensa global, además, y hasta haciendo lobby con sus pares, para el futuro, ¿quién sabe?: “He tenido la oportunidad de hablar con algunos músicos, cené anoche con The Killers (sábado) y hablamos de ello. Todos tuvieron la misma impresión que yo tuve cuando vine por primera vez aquí: este lugar es muy ‘cool’. Yo les pregunté si querrían volver y me dijeron ¡Sí, es muy divertido!”, dijo en conferencia. 

 

Nos vemos en 2012.