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7 de Abril de 2014

Sin escalas

La mayoría de la información al protagonista y al espectador llega por mensaje de texto y cualquiera de los pasajeros podría ser el extorsionador que exige que se transfieran varios millones de dólares a una cuenta secreta.

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Un acto terrorista en un avión en vuelo. Un agente encubierto que viaja estresado por la naturaleza de su trabajo, aplastado por un drama familiar y el alcoholismo. Amenazas a los pasajeros que, al estilo de Los diez indiecitos de Agatha Christie, van muriendo asesinados en períodos fijos.

Son temas repetidos, que traen al recuerdo películas como Aeropuerto (1970, de George Seaton y Henry Hathaway), Duro de matar 2 (1990, con Bruce Willis y Franco Nero), Pasajero 57 (1997, con Wesley Spines), Vuelo nocturno (2005, de Wes Craven), Plan de vuelo (2005, con Jodie Foster), y Terror a bordo (2006, con serpientes).

Pero, a pesar de eso, la película cautiva y entretiene por dos razones: tiene buen suspenso e incorpora las últimas novedades tecnológicas en telefonía.

Es así como la mayoría de la información al protagonista y al espectador llega por mensaje de texto y cualquiera de los pasajeros podría ser el extorsionador que exige que se transfieran varios millones de dólares a una cuenta secreta.

Las amenazas de muerte empiezan a cumplirse y la tensión va en aumento, dando pábulo para dudar tanto de los tripulantes como de los pasajeros. En un ambiente claustrofóbico y a 40.000 pies de altura, se desenvuelve un drama policial, que se apoya en un buen cast de actores poco conocidos (Michelle Dockery, Scoot McNairy, Anson Mount), a los que se agrega Julianne Moore y – casi en un cameo – Lupita Nyong’o, la actriz de origen kenyano nacida en México, ganadora del Premio Oscar por 12 años de esclavitud.

El catalán Jaume Collet-Serra ya dirigió a Liam Neeson en Sin identidad y ha entregado filmes inquietantes como La huérfana y La casa de cera. No cabe duda que sabe manejar la situación, considerando las limitaciones que da el escenario, sobre todo desde el punto de vista fotográfico. Y el montaje, ligado a tiempo real (que los cronómetros recuerdan en todo momento) incrementa la tensión.

No puedo agregar más. Simplemente, diré que traerá recuerdos a los viajeros frecuentes y hará meditar acerca de la seguridad en los trayectos aeronáuticos.

¡Ah! ¡Esta película no la va a ver en su próximo vuelo transatlántico!

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